Vale escribir de lo
que no sabemos. Vale opinar de lo que no sabemos. Entonces, opinaré. Es
increíble que estoy a punto de romper una de mis promesas internas: jamás
hablar de futbol en mi blog. Pero como dice Sabina, que por ciertas razones
esta vetado en mi mp4, "las mejores promesas son esas que no hay que
cumplir".
¿Por qué quiero
hablar de futbol? Porque todos hablan de futbol. Y cuando no se sabe que hacer,
lo mejor es seguir a la multitud, es como un acto de supervivencia en casos de
duda extrema. Y dudas me sobran. Quiero hablar de futbol porque, humildemente,
creo que puede ser interesante que una persona totalmente distanciada de todo
fervor enfermizo y amor pasional hacia ese deporte, presente su lado de la
historia, de lo que está pasando. Un lado que carece, por completo, repito: por
completo, de cualquier tipo de influencia por preferencias futbolísticas o
experiencias cercanas al deporte.
Odio el futbol. No me
gusta. Siempre lo digo y lo repito por si acaso. Siempre rajo y digo que hay
92823727 cosas más importantes. Pero es
porque yo no entiendo lo que un apasionado del futbol siente cuando ve un
partido, cuando grita un gol, cuando lamenta
una derrota, cuando el juego y el/ella (porque no hay discriminar género)
son uno por 90 minutos. No lo entiendo. Pero trato de comprender los hechos un
poco más coyunturales. Tal vez no tengo idea sobre qué estrategia sería mejor
para ganar un partido, tal vez me han
explicado unas doscientas veces lo que es una posición adelantada sin haber
podido entender siquiera lo que es una posición en el fútbol y tal vez jamás lo
entienda.
Pero leo los
periódicos, veo televisión y grito en los partidos de Perú. Porque, después de
todo, mi país es mi país. Entonces, las noticias y reportajes parecen una
broma; los resultados de los juegos, más aún. Vemos comerciales que si bien son
propaganda para los auspiciadores, llegan a mandar un mensaje claro y a generar
un lindo momento colectivo en los personas que quieren que Perú vaya a un
mundial y que, a pesar de las derrotas, siguen ahí tercos y esperanzados. Vemos
que un jugador se intoxicó, que otro jugó cuando no debía jugar, que uno más
estaba tomando en la calle y que Tilsa es un objeto destructivo y destructor.
Adicionando que, para mi, el peor crimen que pudo cometer uno de estos
"fantásticos" fue ir al concierto de Arjona.
En fin, percibo que
hay una doble moral en el tema del futbol. Parece ser que aquellos amantes de
la camiseta peruana, son los mismos que después de ver el marcador abajo, piden
que corten cabezas, que se vaya Markarián, que afirman que los fantásticos son unos
traidores a la patria, que el futbol peruano es una porquería, etc. Perdón,
pero un logro solo se puede alcanzar con un trabajo sostenido. En el futbol
como en otros aspectos. Eso no es novedad. Pedir que boten al entrenador porque
se pierden partidos es lanzarse al vacío de nuevo, es inventar un hoyo para
esconderse de la mediocridad. La prensa tiene culpa también. No vale crear
héroes porque usualmente se derrumban. Más aún si son de barro. Lo que los
"héroes" causan son individualidades, todo menos un equipo. Y sin un
equipo no se gana. Son sólo 11 personas corriendo atrás de una pelota y 4 de
ellos que se supone deben hacerlo todo.
Tal vez pasa que nuestro futbol no es
una estructura en sí. Tal vez no es que la selección no quiera ir al mundial o
que no se esfuerce. Tal vez ese es el nivel que tenemos por ahora. ¿Para qué
forzar cuando no se puede más? Creo que el problema no es quien se lesiona o
quién no. Hay que hurgar hasta encontrar la raíz. Si no, los triunfos solo
serán alegrías superficiales y sin continuación, sin oportunidad de viraje
hacia Brasil. No sé.
''Pensando que la vida, como el fútbol, da revancha''
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