26 de julio de 2012

Carta a Serrat


Lima, 26 de Julio de 2012 


Querido Joan Manuel:


Jamás nos hemos conocido, es geográficamente imposible por ahora. Pero como siempre vale la ilusión, creí que te conocería aquí en Lima, en el concierto que anunciaron hace más de un año. Cuando leí que venías, no pensé ni un solo momento que este era un capricho más, sabía que me merecía la primera fila para admirarte y pedí que me la compraran. Conseguí la tercera, que no estaba mal. Pero, sobre todo, conseguí el cartón rectangular que me iba a permitir verte y oírte. Días después ocurrió la peor. Porque no podía ser cierta demasiada belleza. Suspenden el concierto por problemas con el local. Pocas veces me sentí tan decepcionada, tan desolada. Recuerdo haber llorado todo el día. 

¿Por qué? ¿Por qué me apasiono tanto con tu arte? Es que no encuentro una razón sino varias y algunas que sé que descubriré en todos los años que me quedan escuchándote. Es decir, hasta el fin de mis días. Lo prometo. Perdona que te tutee, pero estoy interiorizada y sé que no hay nada más personal que mi relación contigo, con tus canciones y tus letras. Si bien no entiendo el catalán, puedo conmoverme hasta las lágrimas escuchando "Pare" y transportarme hasta esa guerra en donde naciste, donde viste la muerte justificada en una pared entre franquistas y republicanos. Lamentablemente, perdiste. Perdió el "Pueblo Blanco", ese cual por el peleaste y peleas hasta ahora. Lo que pasa es que lo tuyo no está en las armas ni en la política ni en debates inútiles (a pesar de todas tus geniales frases). Lo tuyo es más allá, es más profundo y valedero. Tu peleas "Para la libertad". Y lo has logrado. Me has liberado, a mí como a tantísimos otros seguramente. Pero no sólo eso, me has dejado con un nudo en la garganta, con lágrimas, con rencor, con esperanza, con duda, con la sensación de saber que las letras de tus canciones son para mí y para nadie más, me has acompañado y lo haces hasta ahora.

No hace mucho, dejé de ser esa "Lucia", la de la más bella historia de amor, para ser definitivamente "Penélope". El caminante por fin paró y se despidió. Pero no volvió. Debo decir que se marchitó en mi huerto hasta la última flor y aún ahora es muy difícil intentar que crezcan nuevas plantas y tejer sueños en mi mente de nuevo. No sé si lo esté logrando. Pero lo estoy intentando… por mí, para mí, para la libertad. He sangrado, no sé si lucho pero pervivo. Mi carne ha sido talada y espero que esa libertad haga que me crezcan nuevos brazos y nuevas piernas o, acaso, alguna manera de reponerme. Tus canciones pueden, como ves, reponerme si quieren y al mismo tiempo destruirme. ¿Sabes cuál fue tu última travesura? "Entre un Hola y un Adiós" Entendí que era una carta abierta. Y lloré escuchándola. Lloré viendo una pantalla. ¿Cómo explicártelo? Eres lo máximo, lo más genio, lo absolutamente genial. Qué profundas pueden ser tus palabras aunque se oigan temblorosas en tu voz. Qué gran fiesta es tu arte. Por hoy, y en esta carta, no habrá gloria a Dios sino gloria a ti. Que el sol no te de la espalda, y si lo hace que sea para que la luna admire tu grandeza más de la que tu la admiras a ella.

No sé si tenga posibilidad de verte en concierto. Tal vez sí. Dicen que vienes en Diciembre a Lima. Después del episodio del año pasado, no lo creeré hasta estar sentada en primera fila y verte salir. Me he imaginado ese momento muchas veces y me da escalofríos. Sé que no me importarían todas las personas a mi alrededor. A veces me pongo un poco egoísta y pienso que nadie debería ir a tu concierto, solo deberíamos estar los que sabemos que tu única canción no es "Cantares". No sé. Tendría que estar en ese momento para saber realmente qué sentiría. De verdad quiero ese momento. Lo necesito. Nadie se hace más joven. No puedo evitar seguir  teniendo esa sensación de atrevimiento al tutearte pero es que, a través de tus canciones, yo te conozco y tengo la sospecha de que tú me conoces a mí. No creo que trates de agradarme con todas tus canciones. Pero ahí están y son como un reflejo de lo que soy, lo que intento ser, lo que no seré nunca y los recuerdos, que después de todo son los más dolorosos y ambiguos. El dolor y la tristeza que puedo sentir, tal vez, escuchando "Tu nombre me sabe a yerba" y a pesar de la melodía y tu esencia en la letra, me oprimen el corazón los pensamientos y recuerdos tan embusteros, tan de lata, que tienen doble vida y son sicarios del mal. Poco antes de que den las diez, me invaden mil sensaciones e ideas, son ellas las que me quieren en casa y me estancan. Perdón, las tengo todo el día no sólo antes de que den las diez. Como presiento que me conoces y que sabes que he sido y estoy intentando dejar de ser un beso del infierno. Pero un beso al fin y eso es lo cuenta. Seré mejor, me veo siendo mejor. ¡Y ese día será genial! Si me viese usted, mirándome feliz al espejo, a esta nueva muchacha en flor. A mi manera, floreceré por primavera. "Porque soy como al árbol talado, que retoño y aún tengo la vida". Hoy sé que en los momentos en que uno fue feliz se olvida de los rincones tristes que parecen tan lejanos, se olvida de las dificultades. Hay que tocar el fondo para saber que podemos levantarnos, para saber que "el sur también existe". Pero se siente, se siente el fondo al tocarlo. Qué va a ser de mí lejos de todo lo que era familiar, de lo que era mio, de lo que era nuestro, de todo, ¿qué va a ser de mi lejos de casa? Me pregunto todavía. Pero soy una loca bajita, una loca bajita que se incorpora. Dalo por hecho.

Te digo que he aprendido muchas cosas contigo. ¿Ya lo dije? Lo digo de nuevo. Aprendí, con tus canciones y contigo, a saber que todo infortunio esconde alguna ventaja, que por más que nos coloquen el listón hay que saltar con la intención de ser felices, que gracias a Dios no tengo todo claro y que no será mío el reino de los ciegos, que hay que sazonar la vida sin vivir tan acartonados y tan seguros, que no hay que confundir valor con precio, que un manjar puede ser cualquier bocado dependiendo de cómo se lo tome, que todos llevamos un viejo encima y, sobre todo, que sin utopías la vida solo sería un ensayo para la muerte.

La madrugada en que escribo esto nos dice que llegó el final, qué bueno que aunque sea por una noche se olvidó que cada uno es cada cual, que es casi imposible que llegues a leer esto algún día. Pero como dije hace unas líneas, existen las utopías y sin ellas, no me habría atrevido a escribir esto. Eso, jamás me quitarán el hambre de utopía, de intentar cambiar la realidad, mi realidad porque solo quien ama vuela y esa es mi razón. No podrán detener mi utopía "aunque llene la cabeza de pajaritos, aunque sea embaucadora, aunque encandile a ilusos y a benditos."

Solo me queda agradecer porque estás conmigo cada vez que escucho tus canciones, porque has hablado de todo, porque aunque tú no lo sepas, me conoces mucho. Gracias por existir. "Maldito Serrat… maldita canción, golpeando a las puertas de este corazón que estará siempre de par en par esperando, latiendo a tu ritmo." Es muy grande el mundo y demasiados los que te seguimos. Pero continúo. Gracias, Nano. Gracias porque siempre puede ser un gran día, porque son tus versos el mejor lugar del mundo donde puedo estar.



Lucia.




''Bendito Serrat... Hermano mayor 

de todo el que quiera hacer una canción
de verdad, de este tiempo que empuja y arrasa
o de las pequeñas cosas que nos pasan''





19 de julio de 2012

La ensalada de Laura



Laura ha preparado una ensalada. Es lo único que puede hacer en la cocina con cierta destreza. Hace unos meses la hacía sin ningún problema y con todo el gusto del mundo. Pero el último fin de semana, la preparó porque sí, porque había que comer. No es lo mismo. Cómo dicen las mamás, todo sale mejor cuando se cocina con amor. Bueno, la mamá de Laura dice eso. En conclusión, sin amor y sin razón, la ensalada que Laura preparó el último sábado no tiene ningún sentido. 

Es increíble cómo la energía que se tiene, sea mucha o poca, puede canalizarse en cualquier cosa que se intente hacer. Cuando las cosas se adhieren a las personas se vuelven dolorosas y se adjuntan. De ahí en más, es inevitable evocar una cosa sin recordar a una persona. A Laura le sucede eso con, básicamente, todas sus cosas. Pero esta vez fue una ensalada.

Entonces está Laura, convencida de ser una persona madura ya que pretende mezclar productos que irremediablemente se convertirán en el recuerdo hecho comida saludable, enfrentada a los fideos, la sal, el aceite, el tocino, el jamón y la mayonesa. Si, usar las palabras "comida saludable" líneas arriba no fue lo más adecuado. La ensalada que tanto hace recordar a Laura es pura grasa, colesterol, harina y demás. Pero era su ensalada.

Hay que empezar. Hervir el agua. Esperar mirando como absolutamente ninguna burbuja aparece. Antes, Laura esperaba escuchando canciones de Chayanne. Y bailaban y se reían. Poner el aceite y la sal. Laura recuerda, porque era inevitable, que continuamente se olvidaba de ponerlos. Esta vez no se olvido. Fideos de colores. Los echa para que se ahoguen, se lo merecen por recordarle tantas cosas. Laura ya no se preocupa por si exagera en cantidad (porque Laura es una "exageradora" nata). Escurrir los fideos siempre le aburrió así que no hay problema con eso. El jamón ya esta cortado. Ella los cortó antes porque esa siempre fue su labor. Sin embargo, el tocino la mira con malicia. -Sabes que tú no puedes cortarme, Laura, lo sabes-. Es en las simples cosas que uno puede develar caracteres. Laura cortaba el tocino o muy chico o muy grande. Lo cortaba muy emocionalmente y sin parsimonia. Es que no era su trabajo. Laura, si estas leyendo esto, acéptalo: había alguien que en su adorable equilibrio lograba cortar el tocino y hacerlo feliz en su rojo y grasoso esplendor.

Como ya no hay que dividir mayonesa, ni fideos ni jamón ni tocino (ni nada, en realidad), Laura mezcla todo y piensa que ya terminó lo peor. Cuando empieza a comer se da cuenta que ni siquiera sabe qué es lo que esta comiendo. Mira su ensalada, se ve igual que siempre. Pero sabe como a ninguna vez. Así es todo para Laura. Todas son cosas, papeles, sonidos. Todo es significante pero no significado. Una ensalada parece algo simple pero no siempre es así. Para Laura no lo es. Las cosas más cotidianas y aparentemente vacías pueden ser la que nos recuerden y destruyan. Laura sabe que no puede evitar cruzarse, chocarse, encontrarse, mirar, oír (¡vivir!) cerca de todos estos estos objetos y situaciones con doble intención. Pero a veces las enfrenta porque tiene que, no por ser una heroína. Laura está un poco lejos de ser una heroína. Por el momento, tuvo que hacer una ensalada que le disparaba memorias como proyectiles y se enfrentó a ese malvado tocino que sólo le recordó que su dominador y cortador no está más y que así, lejos de ella, las ensaladas de fideos nunca serán las mismas. Porque uno se cree que a las simples cosas las mata el tiempo y la ausencia. No siempre.



''Uno se despide insensiblemente de pequeñas cosas
lo mismo que un árbol en tiempo de otoño muere por sus hojas
Al fin la tristeza es la muerte lenta de las simples cosas
esas cosas simples que quedan doliendo en el corazón''




12 de julio de 2012

La nube de Laura



Laura tiene una nube negra. Después de esquivarla tanto, por fin se posó sobre ella. A veces cree que es justo y la carga, se ha vuelto su compañera. Le tocaba. Ya le tocaba. Pero jamás se imaginó lo que sería tenerla ahí todo el tiempo. En todo momento la nube está encima. Y Laura no puede escapar. Tiene la impresión, por momentos, de que se ha ido. Pero no lo ha hecho. Inconscientemente (o tal vez consciente) tiene impregnada a esa nube en sus pensamientos. Y esa nube crea otras nubes y así hasta que se vuelven insoportables y Laura decide engañarlas por un momento e irse a dormir.

Dormir es cuando todo el infierno se retira un momento, se va como siendo vencido. Lo decepcionante es que aún no ha sido derrotado por completo. Es un "alto al fuego" nada más. Después llega todo el remolino y se la lleva. Pero Laura necesita recordar el momento de paz que el sueño le da aunque sea por unas horas. Nada puede hacerle mal mientras es un ser sumiso y dependiente del hecho de poder dormir. Los sueños solo alargan sus ilusiones pero no siente nada. Es así como quiere sentir y sentirse. Sentir nada. Alguna vez deseó quedarse dormida hasta que la nube negra decida dejarla. Hubiese sido todo más fácil. Pero la había esquivado tanto tiempo que cuando por fin la atrapó se volvió imposible refugiarse en el sueño. Después de todo y de tanto, la nube sigue ahí y es hora de despertarse, de caminar con su nueva compañera.

Laura ya no recuerda cuándo fue la última vez que despertó con certezas y con el alivio de tener a alguien a su lado sin estar realmente a su lado. Esa nube le ha quitado la tranquilidad y le va arrebatando poco a poco las sensaciones plenas, esas que se volvieron tan cotidianas hasta hacerse rutina y destruirse a ellas mismas. Laura se incorpora sin tener nada que esperar de ese día más que andar con la agobiante rémora en que se ha convertido su nube negra. Puede, quizás, encontrar refugio en los quehaceres que inevitablemente tiene que realizar. Pero Laura sabe que es cuestión de minutos… horas, tal vez. Pero nada más. En cambio, su nube es una constante.

Pero, ¿qué es esa nube tan despiadada que logra tanto en Laura? Esa nube negra es precisamente la desorientación. El vacío. La tristeza más profundamente egoísta, la que nadie entiende, la que todos subestiman. La decepción. La sensación más miserable. La bala que la toca y la sorprende haciéndola llorar en cualquier momento y lugar, la que la invita a morir por un momento. El miedo. La nube negra que es vivir con el lado faltante, con el abandono. La depresión, la esperanza destrozada por palabras. Todo ello es la nube negra de Laura. Todo ello posado en una cabeza de mente frágil y sensible. Todas esas sensaciones posadas sobre otras sensaciones que van surgiendo. Es abrumador.

Hay que decir, también, que las quejas de Laura no alejarán a la nube. Por el contrario, las quejas son producto de la nube. Todo es derivado y es difícil arrancar la raíz. Laura ya no reza. Nada le funciona, nada alimenta sus expectativas. Es difícil. Es duro, como dice ella. Sin embargo, por momentos parece que hasta la nube negra se agota y se va a buscar otros lugares, porque después de todo, a cualquiera le toca. En esos relámpagos, Laura se siente medianamente feliz y tranquila. Aún necesita a su complemento pero lo toma bien y a lo que venga. De pronto, la nube negra parece darse cuenta de que Laura está intentando salir a flote y la embiste de nuevo para alojarse en su cabeza otra vez, con toda la autoridad que su poder le da. Aquello es lo malo de la más destructiva y profunda tristeza y desolación: te sorprende en cualquier momento. Es un hoyo. No se sale porque sí. Te atrapa con toda la fuerza fría que lleva dentro. Laura está esperando. Espera, más que nada, disposiciones. Las decisiones de su nueva compañera, las de ella y, sobre todo, las de aquel que está del otro lado de la nube negra.



''cuando despierto y voto por el miedo de hoy,
cuando soy lo que soy en un espejo roto,
cuando cierro la casa porque me siento herido,
cuando es tiempo perdido preguntarme qué pasa

sólo puedo pedirte que me esperes
al otro lado de la nube negra,
allá donde no quedan mercaderes
que venden soledades de ginebra''



5 de julio de 2012

Hasta que vuelvan las luces


Siempre hay canciones que llegan en el momento preciso y que muchas veces dicen lo que tu no sabes cómo decir. Una vez más Serrat ha llegado con su letra, su música, sus flores, con todo. 

La letra no es mía. Sólo puede ser de Serrat. He cambiado algunas palabras. No me atrevo a más. Es mejor escuchar la canción que está abajo antes, mientras o después de leerlo. Es mejor. En conclusión,  esto es lo que quiero decir. 

Te sienta bien el otoño
¡qué gusto volverte a ver!
¿Me recuerdas? Soy la tonta
que investigó tus costumbres
y registro tu intimidad,
para coincidir contigo
como por casualidad.

Aquella que cuando la tarde
amenazaba llover,
te esperaba con el alma
prendida de un alfiler
para abrirte su paraguas
y poner su corazón,
la que te decía "Hola"
y a la que decías "Adiós"

Cuántos metros somnolientos
no habré dejado escapar
por atravesar contigo
las tripas de esta ciudad,
para volar en tu enjambre,
por tener algo en común
mi amigué con tus amigos,
conservo algunos aún…
vencí el vértigo a las cumbres
por llegar a tu nivel,
por rozarte la ropa
hacía cualquier papel.

Cuántas volteretas vanas
para llamar tu atención
sólo por decirte "Hola"
y oírte decir "Adiós"

Me alaga que me recuerdes
como tu primer amor
aunque tal vez me confundes
con alguna otra mujer,
quien por ofrecerte agua
cruzó desiertos a pie,
la que ponía los discos
cuando querías bailar,
la que guarda tu recuerdo
como un regalo de Dios
en el libro de los sueños
entre un "Hola"
y un "Adiós"