Santificar las fiestas: La
universidad ya empezó. Pero nos queda un último respiro, un recurso para no
tomarse muy en serio los primeros días de clases: los feriados por semana
santa. Sí, porque hasta los que no creyentes pueden descansar. Las opciones
simplemente saltan: campamentos pegajosos con altas probabilidades de coma etílico,
viaje al interior del país con la familia, viaje al exterior del país con quien
sea pero que divierta, recorrer de manera inevitable las 7 iglesias o quedarse
en la ciudad para disfrutarla cuando está medio vacía.
Tengo sed hambre:
Carnívoros, temed. Te arrojarán miradas acusatorias y fulminantes si intentas
pedir carne en alguna tienda. Es así, no lo he inventado yo. ¿Qué pasa? ¿Aún no
sale la clásica nota en televisión sobre el aumento del precio del pescado?
Pero como dice El Chompiras, tómalo por el lado amable y dirige a tu cuerpo y
su pureza a la cevicheria más cercana. No se come carne en Semana Santa porque
simula ser el cuerpo de Dios. Es preciso el pescado porque a veces, solo a
veces, camina sobre el agua.
Benditos hábitos: Cada semana santa,
en la puerta principal de mi casa cuelga un ramo de esos que dan en las
iglesias por estas fechas. Cada año es uno diferente. Cada año se ve más
horrible. No sé cómo decirle a mi mamá (tal vez se esté enterando por aquí) que
ese ramito colgado del adorno de la puerta me pone nerviosa. Ahora, poniéndome en el otro lado de la
situación, me doy cuenta que ninguna Semana Santa sería igual sin esa anti
estética costumbre de mi familia. La relación amor-odio con las tradiciones son
las que forman recuerdos. Desde ver películas todo el día o no poder reírse ni
hablar alto. Sin ellas, nada sería lo mismo
Funciones: Ben Hur, El manto
sagrado, La Pasión, Cleopatra, Moisés y (colocar su favorita) son clásicos de
los clásicos en Semana Santa. En la tarde, cuando las branquias están a punto
de salir después de tanto pescado, es inevitable encontrarse con algunas de
estas películas en señal abierta. Ya para los más "pro", están
History y demás canales con la vida de María Magdalena, evangelios prohibidos,
etc. Pero nada comparable a ver a Ben Hur y Messala sacándose los ojos. Creo
que renovar la fe a partir de la pantalla no es lo que atrae de esta
programación; sino tal vez los diálogos, el vestuario, los gestos y el tétrico
doblaje al español. Quiero decir, cualquier indicio que te haga volver a estas
películas cada año y con recuerdos a la espalda.
Semana Santa es lo que nosotros,
los que seamos, queremos que sea. Nada puede estar mal si no se hace daño. Si
oyes el sermón, ya estás haciendo algo. Si miras películas, ya estás haciendo
algo. Si las misas aburren y prefieres la playa, ya estás haciendo algo. Si
ríes en un campamento, ya estás haciendo algo. Si viajas afuera o adentro, ya
estás haciendo algo. Divertirte, respirar un poco más juntito a tu familia, hacer
las tonterías de siempre con tus amigos, rezar, etc. Sólo hay que recordar que
todo ello se hace por una razón que está desde cualquier parte, no sólo en el
cielo, mirándote y esperando que lo recuerdes para creer más, creer menos o por
lo que sea que Él sea la causa.
¿Quién me
presta una escalera
para subir al madero
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?
para subir al madero
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?
¡Oh, no eres
tú mi cantar
no puedo cantar, ni quiero
a este Jesús del madero
sino al que anduvo en la mar!
no puedo cantar, ni quiero
a este Jesús del madero
sino al que anduvo en la mar!
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