No siempre escuché a Chavela Vargas. Es más, recién hace algunos meses
que empiezo a tratar de entender y escuchar su grandeza. Pero hay algo que es
cierto: cuando la escuchas, es ella quien te domina. Si Chavela ya no está en
el boulevard de los sueños rotos, nos queda su legado. Cada vez que tengamos un
nudo en la garganta por un desamor, por alguna tristeza, por la desolación, la
soledad o la extrañeza, está ella para destruirnos aún más, hundirnos en
nuestra propia realidad y a través de su voz desahogar nuestras sensaciones.
Hace unos meses, Chavela me enfrentó en el último asiento de una combi.
Había puesto, unos días antes, una canción suya en mi mp4. Eran esos días
muertos para mí. Mi cabeza recostada de un lado en la sucia ventana del micro y
mirando qué rápido pasan los autos, las casas, las veredas, mirando la nada. Se
acaba una canción y comienza otra. No la reconozco al principio pero unos
segundos después, unos acordes desesperanzadores, ahogados y verdaderos. Chavela
me venció. Lloré hasta el cansancio en el fondo de una combi, secándome los
ojos con las manos cada segundo, pensando en mi ángel, en él, en ti. Esa
sensación de ser parte de una película. Chamana, nos destruyes por momentos.
Pero luego nos levantamos. Nos incorporamos con la certeza de haber dejado el
sentimiento y pensamiento en esas lágrimas.
Chavela, ojala que te vaya bonito donde estés, con José Alfredo, Frida
y todos tus excesos. Disculpando el atrevimiento, mi tributo con la canción que
me noqueó (como a otros, seguramente). Para ella y a quien le siente. Paloma
Negra.
porque hay momentos
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''Detrás está la gente''