25 de abril de 2013

Las chicas que nunca seremos


¿Qué esperamos ser o hacer cuando un hombre nos tira en el rostro su rechazo? En sencillo, un: "Ok, pero tú no me gustas". Pensamos, tal vez, qué la autosuficiencia llegará como con magia, que no nos importará, que te burlas desde algún sitio paralelo para pensar y convencerte que no eres tú la que le acaba de decirle a ese chico que te gusta, no eres tú a la que han desechado. A pesar que sí, sí ha pasado.

¿Sabes qué seremos? Esas haditas casi sin luz que se irán resignando suspiros y sintiéndose algo ridículas porque en algún espacio de su mente pensaron que esa misión imposible más que posible era probable. Nunca seremos esas heroínas que tiran los problemas para atrás y dejan de perseguir y darle vuelta a las cosas porque nuestra naturaleza no es así. Lo pensamos, lo repensamos y quedan dos opciones: sentirnos más ridículas o planear mejor las cosas. Es mentira que las mujeres seamos de impulsos, sólo los simulamos.

¿Qué esperamos ser cuando decimos que odiamos el matrimonio, que un papel no dice nada? Tal vez acomodarnos un poco a la idea de que ser independiente no significa pensar en un compromiso con todo eso que, quieran o no, soñamos desde niñas. Me cuesta mucho, muchísimo, creer que una mujer jamás pensó en su vestido de novia, en la torta, en la música, en él. Sinceramente, considero una pose eso del anti-matrimonio. ¿Qué esperamos ser? ¿Diferentes? Entre nosotras no hay diccionarios y el código es universalmente femenino. Sabemos lo que penamos, lo que hacemos, cómo lo hacemos. Nos conocemos unas a otras. La cursilería es parte, es la lijadura de lo que  siempre hemos sido. 

Las mujeres somos vanidosas, manipuladoras, astutas. No existe tal ejemplar como una mujer sin deseos de apariencia, de aprobación frente a un cristal. Las chicas, las reinas de las poses. Ese pelo descuidado, las converse casi rotas, el "me puse lo primero que encontré" que, en realidad, es un tiempo buscando eso primero que buscas. ¿Qué quieres conseguir ser? Diferente. Igualmente diferente a todas esas modelos frustradas escondidas en gigantes poleras, escondidas escogiendo cuidadosamente su foto de perfil de Facebook. Somos así.

No vamos a ser aquellas amazonas glamourosas, sin emitir juicios sobre sensualidad, sobre sexualidad. Nos avergüenza todo. No enseñamos porque tal vez hay demasiado que enseñar. Mostramos porque "que no haya nada ahí en el cuerpo" es lo primero que hay que mostrar.  No buscaremos la talla que es nuestra en una tienda de ropa porque simplemente no puede ser nuestra. Estar gordas es un crimen, estar flacas es un crimen, estar como somos y sentirnos lindas es un logro, uno que cuesta. Hay que sentirnos bonitas, decirnos bonitas, sabernos bonitas. Todas tenemos esos días frente al espejo donde nada está tan mal: ese lado del cerquillo que el viento acomodó, ese jean que no se deja por nada, esas cosas que tú sabes.

No seremos jamás quienes decimos que somos, no emplearemos los consejos que damos, no somos opuestas a todo de lo que nos burlamos, no somos más santas ni menos brujas, no somos putas por una falda, no somos tercias por un contundente NO. Decimos que somos chicas que jamás seremos pero que soñamos ser, miramos a mujeres irreales haciendo lo que queremos hacer. Porque el día en que seamos las chicas que decimos, ese pedestal de secretos y de códigos tan íntimos se perderá y cada chica que somos, cada mujer que somos, significará el agujero negro inevitable de lo maravilloso que es tener caretas y ser versátiles. No todos pueden; si tienes ovarios valientes, tal vez puedas intentarlo.



"… hay divinas señales, sólo dos animales
posturas anormales para deshacer
los enredos, las venas
los tendones, cadenas
que atan la pena de lo que no es
¿qué brilla en la oscuridad?"



18 de abril de 2013

Cueca corta

No he tenido tiempo para escribir sobre ALGO. Pero si quisiera contar, en fotos, lo que fue un pedazo microscópico de lo que fue Santiago de Chile en el último viaje que hice por Semana Santa. 

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Damasco=Durazno. Ni siquiera puedo empezar a decir lo rico que es.


La Catedral de Santiago. Como dije, lo agregaré a la lista: lugares donde probablemente me casaré.


Monumento a Prat con carta de Miguel Grau para la señora de Prat en el Parque Forestal de Santiago. Hagamos como di las pintas no estuvieran.


Antes y después del almuerzo en mi último día en Santiago con mi familia. Sí, lo que ven ¡es chifa! Una delicia en Madame Tusan de Gastón en Chile. Lleno total. Gastón está loco.














































Imágenes del museo de Lollapalooza en el Costanera Center de Santiago (el shopping más alto de Latinoamérica) 1: entrada. 2: algunas de las presentaciones (escuchen a Camila Moreno) 3: Legítimo reclamo: ¡Los Jaivas!


Una última foto para la controversia y posteridad. Este es un restaurante ubicado en la zona que divide a los pasajeros de la manga directa al avión. 


11 de abril de 2013

Laura entre testigos


Hay una Feria del Libro en la universidad. Laura la ve ni bien llega el lunes bien temprano.  Se acerca, pero no demasiado como para tentarse. Le parece, digamos, cinismo, tener tanto que leer para todos sus cursos y atreverse a comprar un nuevo libro que tendrá que esperar a que ella tenga aunque sea unos minutos libres. Se promete a sí misma no volver a aproximarse a ese espacio de lujuria literaria.

Su primera clase es en inglés. Pero a las 9 de la mañana sólo piensa en español porque sigue medio dormida. Cuatro horas de clase debería estar penado por la ley, se dice. Pero después de muchos temas coyunturales, la clase se termina (como todo). Laura llama a Brianna una, dos, tres veces; al cuarto intento le responde la llamada diciéndole que no van a poder almorzar juntas porque está en plena entrevista. Laura reniega pero lo entiende. Resignada a almorzar sólo con una de sus chicas, mensajea a Tania para juntarse. No puede, se sintió mal y se fue a su casa.

Laura está sola e indefensa en medio de su universidad porque no le gusta estar rodeada de mucha gente y sus mejores amigas siempre serán su gran multitud y confianza. Teniendo en cuenta que había salido algo temprano, le quedaban casi 3 horas libres hasta su próxima clase. Elige comer algo primero y, dadas las circunstancias, asomarse un poco a ver cómo iba y qué había en la Feria del Libro. Rompió su promesa.

Termina de comer unas poco sustanciosas galletas integrales y se dirige con el sol dándole en la frente, hacia el jardín artificial invadido por libros. Empieza a recorrer los stands. En el primero ve a Coelho y pasa a la velocidad de la luz, en el segundo ve libros educativos, bosteza y continúa. Se queda en el tercero porque vio "Austen" en una esquina. Como además de ese hay otros libros buenos, se queda unos minutos ojeando títulos. De pronto baja la mirada y ve un zapato. Sabía de quién era. Cumpliendo con las condiciones pre-establecidas y a pesar de saber con certeza quién era la persona que se había puesto impetuosamente atrás de ella, empieza a caminar hacia el costado. Pero él la sigue. Laura lo ve, le sonríe y mueve la cabeza como diciendo "¡Te pasas!". Él también sonríe y mientras se acomoda el pelo hacia un lado (como siempre) se vuelve a poner tras de ella y le dice:

-Ese no es muy bueno

-Entonces elige tú- le responde Laura


Él avanza hasta el fondo del stand y empieza a ojear libros de poesía y cuentos. Laura lo mira desde atrás mientras piensa que jamás había conocido a alguien que tuviera semejante paciencia para todo y tal amabilidad. Él nunca camina rápido, jamás se apura pero siempre está a tiempo, se ríe con todos los dientes y levantando la cabeza, es amable con todo el mundo y hasta le da palmaditas en la espalda al hombre que lo ayuda a encontrar libros. De pronto Laura se encuentra sonriéndole a su espalda, a su camisa azul. Él voltea y le enseña un libro; con la mirada le pregunta si ese le parece bien. Laura asiente y continúa revisando los stands. No pueden estar a menos de dos metros por mucho tiempo. Así son las cosas.Cuando llega al último stand, él se acerca, le dice algo al oído y se va. Otra vez la desafía, una vez más no sabe si habla en serio o en broma, otra vez propone, otra vez esa sonrisa con el sol  que también ilumina su pelo castaño.

A Laura todavía le queda una clase más. Pero esas dos horas pasan muy rápido y mientras se está yendo, recibe un mail enviado en ese preciso instante:

Vemos qué hacemos. Que sea lejos.

Claro que lejos, piensa Laura, no hay muchas más opciones. Ya sabe que es en ese distrito con puente y suspiros, ya sabe que será en su balcón. Sólo queda saber si maneja él o ella. Maneja él y mientras tanto, Laura busca emisoras. ¿Cuál será buena para él?, piensa. Pero deja todo cuando escucha el inicio de una canción que le gusta y se prepara para el reproche.

-Esa canción demuestra que nada bueno puede salir de copiar a Luis Miguel.

La canción es Azul de Cristian Castro. A Laura no le importa que él se ría de ella y la empieza a cantar. Él saca una mano del volante para taparle la boca mientras Laura lo esquiva y sigue gritando cantando. Se ríen y cuando empieza el coro es una locura. Él canta la segunda parte porque la sabe y Laura sabía que él sabía. Para todo eso hay que estar algo locos. Hay que salir por la puerta falsa y con cautela, mientras se revisan coordinadas, sonreír por el atrevimiento.  



''And so today, my world smiles, 
Your hand in mine, we walk the miles, 
Thanks to you it will be done''



4 de abril de 2013

Tiempos de Santiago


Siempre pensé que el festival de Viña del Mar resumía perfectamente lo que eran los chilenos: atorrantes, mala gente, alucinados y con un acento muy peculiar y contagiaste. Mi lado "opinólogo" falló, como suele pasar, y  una vez salí del Aeropuerto SCL de Santiago me di cuenta que todo, salvo lo último (aquel tema del acento), era mentira. Al menos a mi percepción. Como siempre, todo es debatible.

Lo primero que noté al salir del Aeropuerto fue la gran cantidad de árboles y campos verdes a su alrededor, cosas que son bonitas de ver en el camino al centro de la ciudad. Todo ello, a diferencia del Aeropuerto de Lima, en donde a solo unos pasos del verdadero suelo peruano vemos ya el concreto, el caos de la urbe y no pienso que esté mal porque creo que eso es lo que nos define como ciudad: el necesitar todo rápido. ¿Por qué buscaríamos campos y viñas si la celeridad es lo que los limeños queremos? Primera gran diferencia.

Mientras escribo estoy voy dándome cuenta que este texto es una potencial comparación inevitable entre ambas ciudades: Lima y Santiago. Creo que ya hay demasiada polémica sobre este tema para que yo, desde este humildísimo espacio, contribuya más a ello. Mi experiencia fue en Chile. Y si empiezan las comparaciones sin siquiera ser nombradas, es tal vez porque ellos andan haciendo bien algo que nosotros no o viceversa.


Cuando estaba en la camioneta camino a mi hotel empecé a ver las calles de Santiago. Era viernes pero parecía domingo. O sea, ese día tenía aspecto de domingo, ustedes saben a qué me refiero. Había sol pero no se sentía calor y la gente estaba muy abrigada. Aquí habría que hacer una aclaración o más bien un contraste, había pocas personas caminando y muchas en bicicleta. A cualquier lugar donde volteaba había una ciclo vía con mínimo 5 personas en bicicleta. Fue una linda postal teniendo en cuenta lo desoladas que lucían las pistas pues según Rodrigo, el guía, unos 500 000 vehículos habían buscado verano, playa y arena en Viña del Mar por la Semana Santa.

Era de noche y el destino fijo a visitar se vaya donde se vaya, es la Plaza de Armas. Yo imaginé algo mejor. Pero la plaza de Santiago es bastante simple, es chica y no hay mucha gente. Pero la Catedral, ubicada ahí mismo, es otra cosa. Es más, la agregaré a la lista de "sitios donde probablemente me casaré". Volviendo a pisar o leer realidad, puedo hablar sobre la cantidad de peruanos sentados al lado de la iglesia en una especie de relieve sobre la pared. Ahí, exactamente al frente de casas de cambio de dinero, estaban mis compatriotas. Creo que es fácil reconocer alguien que es como tú. Creo que es, incluso más fácil reconocerlo  en otro lugar. Podía voltear y ver mi país. Como Dios, estamos en todos lados y con una de las mejores cosas que tenemos: la comida. Así como en el Jirón de la Unión hay que levantar un poco la cabeza para encontrar un sex shop en el segundo piso de las galerías, en Santiago había que alzar un poco la mirada para ver un letrero que llama diciendo "Auténtica comida peruana". En vista de la casi inexistente venta de comida típica chilena en Semana Santa en pleno Santiago, entré a "Ají Seco", un exitoso restaurante de comida peruana. El resultado: un vuelo de regreso rápido, directo y sin escalas de tan solo 3 segundos a Lima. O sea, lo que me tomo atravesar la puerta.

El sábado en la mañana empezó con el cambio de guardia en el Palacio de la Moneda. Confieso que fue de lo que más me gustó. Ese espectáculo se prepara desde cuadras antes de la casa de gobierno con la llegada de una banda completa, caballos y muchos carabineros. Ahí me di cuenta que los chilenos tienen cara de chilenos, uno lo nota. ¿Se me entiende? La siguiente parada fue el cerro Santa Lucía, el último lugar donde los indios mapuches se atrincheraron en contra de los españoles, un mirador en el que puedes tener  Santiago a tus pies. Magistral.

Eso fue lo interesante del tour. Lo espectacular lo descubrí sin necesidad de un guía y todo gracias a la búsqueda incesante de un adaptador de corriente. Caminar por Santiago es lindo, las personas son amables y jamás te miran mal. Ese día era sábado y había una marcha por el respeto a la comunidad gay en el Parque Forestal frente al Mercado Central (tal como imaginan el de Lima). Debo decir que jamás encontré el adaptador pero sí hallé otras nuevas cosas: librerías-café y bebés, muchos bebés. Creo que hay una epidemia.

Entonces llegó la noche. Por fin. Después de comer en el mall Parque Arauco (donde Gastón Acurio tiene 2 restaurantes totalmente llenos, yo digo: Gastó está loco) no podía dejar de mover los pies aceleradamente porque quería conocer qué de bueno traía la movida nocturna en ese país casi enemigo. Bellavista fue la parada que la mesera peruana del restaurante donde estaba me recomendó. Y así fue y fui. Bellavista es una calle de dos sentidos atestada de pubs, discotecas y bares donde puedes bailar reggaetón, escuchar una banda de rock en vivo o simplemente sentarte a esperar al indicado, creo. Yo sólo me detuve en dos lugares: un pub con concierto y una reggae-discoteca. En el primero tomé pisco sour chileno y escuché canciones de rock chileno, muy turístico. En el segundo lugar bailé reggae, un jamaiquino me sacó a bailar, lo rechacé y salí bajo la atenta mirada del vigilante que me había detenido unos 5 minutos mientras yo le explicaba que era mayor, que era extranjera y que podía enseñarle mi DNI peruano en ese preciso momento.

Así fueron terminando mis días en Santiago. Los disfruté. Es una ciudad que me gustó desde que pisé fuera del aeropuerto y que recomiendo al cien por cien. Todos los prejuicios que tenía sobre los chilenos, al menos con esta experiencia y bajo mi propia vista, desaparecieron. ¡Gracias, Viña!

Como disculpas a mi ignorancia con respecto a este país, estas son las formas en que me calló la boca.

1. La amabilidad de la gente de Santiago me impresionó. No había una sola persona a la que le preguntará algo, lo que sea, cualquier cosa, y me respondiera mal. Todos parecían dispuestos a ayudar.

2. Absoluto respeto por los peruanos que los respetan. Cada persona a la que decía ser peruana, respondía preguntando sobre el país y diciendo lo lindo que era. Claro, si un chileno viene a Lima y hace desastres todos lo crucificamos. Imaginen al revés. El respeto es un boomerang eterno.

3. Las chilenas me parecieron chicas muy lindas físicamente, igual que los chicos.

4. Contar dinero chileno fue una de las cosas más difíciles. Sólo diciendo que con 1000 pesos no se hace nada, espero que me entiendan.

5. Las tapas rojas de las botellas de agua quieren decir SIN GAS; las azules, CON GAS.

6. El pisco sour chileno me gustó a pesar que su más importante componente es 100% peruano. Lo hacen a su estilo. ¿Es lo que acabo de comentar considerado traición a la patria?

7. Y diciendo algo un poco más importante, Chile por completo debe ser un país hermoso, seguramente. Pero Santiago es bellísimo.


"¡Qué vivan los estudiantes, jardín de nuestra alegría
Son aves que no se asustan de animal ni policía
Y no le asustan las balas ni el ladrar de la jauría
Caramba y zamba la cosa, qué viva la astronomía!"


"Antes que yo me vaya desvaneciendo 
te iré diciendo cómo es el mundo que se 
ha creado por remolinos enamorados"