Nunca me gustó salir a la calle luciendo muy femenina. Me
aterrorizaba la idea de que algún hombre me grite algo porque me daba vergüenza
y además jamás me ha gustado que me miren y llamar la atención. Entonces poco a
poco me fui acomodando a la idea de que si no quería ser atacada por algunos de
estos ejemplares, debía salir con look para la misa. Poco a poco me adapté y hasta
me terminó gustado. Cuando me acompaña a comprar ropa, mi mamá siempre me dice
que me visto como abuelita, lo cual es cierto, hasta me gusta.
Fue por las cosas que me gritaban en la calle que decidí
esconderme y solo me faltaba un velo
para caminar tranquila. Hasta ahora me
gusta vestirme así: modosita. Pero descubrí que siempre he querido usar ropa
que un miedo absurdo me impedía. Descubrí que esas "cosa" que nos
gritan a las chicas en la calle no son simples palabras o frases groseras, eso
se llama ACOSO CALLEJERO. Así, con todas las letras. Y es algo con lo que las mujeres tenemos que lidiar día
a día y en cualquier momento.
En las combis, en la calle, en las fiestas, en todo lugar.
Hay un chip que se tiene que hace pensar que una mujer tiene la culpa del acoso
por vestirse de una manera u otra. Primer error: yo puedo vestirme como me de
la gana, incluso salir en sostén a la calle y ningún hombre puede hacerme nada.
No tiene por qué.
Es difícil erradicar el machismo y el acoso si se trata de
conversar con gente que no tiene ningún respeto por nosotras y que se olvidan
que nacieron de una mujer. Por eso hay que empezar con nosotras. Yo ya lo hice
y es genial.
Estaba ya desesperada por las cosas me gritaban en la calle.
Y sé que cualquier chica me dará la razón si digo que es una de las cosas
más horribles por las que se pasa. Pero
un día vi la luz y decidí que, al primer ataque que reciba, iba a responder,
que ya no iba a tener miedo. La primera vez siempre es difícil pero ES. Estaba
saliendo del estudio de mi universidad y un chico me grita una grosería. Me
paré en seco, me di la vuelta y me le enfrenté. Trate de hacer un escándalo para que se sienta avergonzado por toda la gente que empezó a mirar. Le
pregunte que qué se había creído, le pedí que repita lo que dijo, le grité que
era un irrespetuoso. Y me sentí tan libre, tan tranquila que desde esa vez, no
he dejado de hacerlo.
Desde esa vez me sentí fuerte y con un escudo muy grande: mi
propia fortaleza. Me he comprado tacos, shorts, polos cortos y ya no tengo
miedo de vestirme como se me ocurra en las mañanas porque sé con certeza que el
primero que me diga algo será mandado muy al diablo por mí.
Obviamente, hay que tomar precauciones y hacerlo siempre y
cuando se esté en un lugar lleno de gente. Estas personas son gente cobarde.
Pregúntenles su nombre, denuncien si hay alguna comisaria cerca o llamen a la policía.
No hay que tener miedo, el cambio debe empezar por nosotras mismas, aunque
suena a cliché. No hay que dejarnos. Quiero caminar y ponerme lo que se me
cante porque soy una chica y todas las chicas, aunque digan que no, queremos
sentirnos lindas, atractivas y vernos bien: lucirnos.
No es que sea la abanderada del feminismo ni nada que ver,
pero con estos temas hace falta serlo en la justa medida. GIRL POWER a todas
las chicas que lo necesiten, libérense y griten y defiéndanse porque las hará
sentir bien. Yo lo hice y es lo máximo, les dará una seguridad impresionante.
''Un fulano me gritaba: si fuera helado me la chupaba otro dijo: yo soy perro, pos tus huesos voy y entierro
el muy bestia no respeta yo me volteé y le di en la jeta y es que soy cosita seria
no tengo pelos en la lengua ya supere el qué dirán''
Otra canción: porque TODAS queremos caminar como Christina Aguilera y sentirnos hermosas! ''This is for my girls around the world''
Hoy,
22 de noviembre de 2012, cumplo 20 años. Me da cosa sólo mencionarlo. A pesar
que hace un año quería pasar de una vez la barrera de los "dieci…",
no pensé que iba a ser tan rápido y ahora me siento, incluso, más adulta (lo
cual es muy raro ya que no tengo ninguna responsabilidad de adulta, más que
estudiar)
No
sé muy bien qué escribir. Puedo decir que nací a las 8 de la noche, que era día
de elecciones y un montón de cosas más que, por supuesto, no me acuerdo. Pero
eso es muy aburrido y me doy cuenta que, a mis 20 años, no sé tanto de mí. Pero
al menos tengo consciencia de algunas cosas:
No
me gusta que piensen que soy un monstruo, no lo soy. Creo que la gente que me
conoce piensa que me molesto por todo, que soy loca, muy impulsiva y otras
cosas más que solo de pensarlo no me gustan. Me encantaría que sepan que si
algunas veces he sido así no es a propósito y cuando me doy cuenta que he hecho
algo que ha podido dañar a alguien de la manera que sea, me siento muy mal. No
soy un monstruo, en serio. Al contrario, soy muy miedosa… tengo miedo de
muchísimas cosas y pienso mucho en lo que va a pasar y eso más que organizarme,
me atormenta. También soy llorona, lloro de todo. Me tomo las cosas muy en
serio, ando preocupada, intentando descifrar a todo el mundo (y a veces creo
que lo logro) eso, sin querer ser muy soberbia, creo que es un don que tengo.
Se cómo es una persona en realidad, lo que me lleva a adelantar juicios sobre
alguien sin siquiera haberle hablado. A veces, cuando me he equivocado, me ha
dado mucho gusto porque pienso que siempre será bueno conocer a la gente y
descubrirlas más allá de prejuicios.
Mi
extrema sensibilidad es un párrafo a parte. Soy muy sensible. Demasiado. Esto
me ha traído muchos problemas. Es más, mi sensibilidad fusionada con mi
característica exageración Reymer me destruye. Me han dicho muchas veces que me
gusta sufrir, que me gusta sentirme mal. Y eso me pone nerviosa. ¿Cómo a
alguien le puede gustar sufrir? A mi no
me gusta. Ando pensativa todo el tiempo y siempre siento que algo falta, que no
puedo estar completamente bien y además, los días en que todo me sale bien,
siento algo raro. No me gusta sentirme mal, me siento mal muchas veces porque
mi naturaleza es así. Pero esto no ha sido siempre un castigo. Creo que mi
sensibilidad me ha ayudado a tratar con la gente, con las situaciones. No me
gusta el ambiente feo. A pesar que me encantan las peleas. Trato siempre de ser
cordial, aunque no crean. Hasta a veces creo que me pasan por encima por eso.
Es algo en lo que trabajaré. Lo prometo.
De
mi puedo decir que me encanta la música pero TODA. No me gusta cuando
discriminan géneros. Me molesta. Yo escucho todo y no asqueo a nada. Me parece
algo muy estúpido. Me gusta cantar y más si es que nadie me escucha. Me gusta
hablar mucho, me gusta leer, me gusta ver tele y ver COMBATE, me gusta tomar mi
leche, me gusta dormir hasta tarde, me gusta echarme con mi mamá en su cama y
conversar y me gusta que mi hermano me diga: Lusuchis.
No
tengo muchos amigos. Me gusta así. No soy de las personas que anda por la
universidad saludando a todo el mundo. En principio, porque cuando estoy
caminando con audífonos toda la gente desaparece y en segundo lugar ¡porque soy
tímida! En otras informaciones, me he emborrachado unas 5 veces en mi vida,
nunca he fumado, mis orejas son grandes y diferentes, mi pelo es imposible, mis
brazos son chuecos, mis manos son chiquitas, no tengo cejas ni pestañas, jalé mi
examen de manejo, aun quisiera ser cantante y actriz, también quiero hacerme un
tatuaje pero soy muy cobarde.
El
año en que cumplo 20, ha sido hasta ahora el año más difícil que me ha tocado
pasar. Nunca, tal vez por ser tan joven, tuve que atravesar una depresión tan
fuerte y me di cuenta lo intensa que puede ser la tristeza y el abandono. Por
eso, cada vez que escucho a alguien decir "estoy deprimido" de broma,
me desespera y me ofende mucho porque es algo muy doloroso y difícilmente se
supera rápido. No creo haberlo superado aún pero estoy trabajando. Con ayuda de
mi familia y de mis amigos más cercanos y los nombro: Thalía, Rodrigo, André,
Darwin, Brenda, Geraldine, Male, Carolina M., Carolina D., Alonso C. y a un profesor en especial que se ha convertido
en un gran compañero y amigo, las cosas se van volviendo un poco más
llevaderas. Ya tenía una maravillosa vida antes y ahora, sólo tengo que
recordármelo.
También,
desearte un feliz cumpleaños a ti, que cumples hoy también. Sólo tú y yo
sabemos lo que hemos pasado y lo que nos ha pasado y tal vez por lo raro que es
todo ahora (al menos para mí) se ha vuelto difícil comprenderte y comprenderlo.
Es la primera vez que hablo tan directamente y en mi blog sobre esto. Como
siempre digo, eres una persona excelente y maravillosa, eres un alma tan buena
que me da cólera. Y si tengo aunque sea un último derecho, es exigirte que
cuelgues el cuadro que te regalé al año pasado. No te olvides de eso porque es
elemental, mi querido Watson.
Por
último, desearme un feliz cumple ¡a mi! Y espero no terminar muy cansada hoy.
Ya me siento viejita. Creo, que, como dice mi adorado Joan Manuel: "hace
20 años que tengo 20 años"
''Ahora que tengo veinte años,
ahora que aún tengo fuerzas,
que no tengo el alma muerta,
y me siento hervir la sangre.
Ahora que me siento capaz de cantar si otro canta.
Hoy que aún tengo voz y aún puedo creer en Dios...
Quiero cantar a las piedras, a la
tierra, al agua, al trigo
Laura reniega porque a mitad de
su camino hacia la universidad, se nubla totalmente y la ropa que había elegido
para ese día, de pronto ya no es la más adecuada. Eso es lo que sucede cuando
se vive en una ciudad como Lima, en donde en un solo día (tal vez en una sola
hora) se pueden experimentar todas las estaciones del año. Pero ya no había
vuelta atrás, no podía regresar a su casa y solamente quedaba soportar el gris
del cielo y lo frío del viento con una blusa hippie blanca y un jean wash-algo
(eso quiere decir que es un jean claro, lavado exageradamente) como único
escudo protector.
Entonces llega a la universidad,
espera 11 segundos para cruzar la pista y camina. Entonces le molesta tener que
buscar un carné para poder entrar. Entonces encuentra su carné, se lo enseña al
vigilante y puede ingresar. Entonces camina. Entonces sigue caminando para ir a
la biblioteca. Entonces lo ve entrando. Entonces está segura que es él porque
sólo él camina tan despacio, tan "como si no le importara el mundo,
tan de costado, tan con la frente en alto pero mirando hacia abajo.
Ella levanta la mano en señal de
saludo y él se acerca. Que él tiene una clase en 5 minutos, que ella tiene que
hacer un trabajo. Que él iba a terminar antes de las 12 y que había cancelado
todo para después, que ella podía esperarlo y después seguir la conversación.
Que él le sugiere que lo vaya a buscar a un lugar donde ella tiene prohibido
estar, que ella…
-¡¿Qué?! No, no, no, ¿cómo voy a ir ahí? – protesta Laura
por ser, de verdad, una idea completamente exorbitante.
-Pero vas a saber lo que es adrenalina. Bah, vamos a saber.
-Pero yo no puedo. O sea, así quiera, no puedo.
-Para todo hay maneras. Yo te digo qué hacer. Y si algo sale mal será por tu
falta de precisión en los planes.
Y Laura lo mira mientras sonríe,
achina y mueve los ojos. Y él le dice qué hacer. Por supuesto, eso no
garantiza que todo salga bien. Por el momento, Laura debía hacer un trabajo y
él irse a una clase así que se despidieron y cada uno por su lado. Pasó el verano,
el invierno, el otoño, la primavera y llegó el verano otra vez. O sea, pasaron
unas horas y ya debía ir al "lugar".
El "lugar" es
un espacio dentro de la universidad al que no cualquiera entra. Es decir, no
cualquiera entra a todos los pequeños lugares dentro de ese sitio. A menos que
tengas un carné diferente. Pero ella iba a entrar y lo iba a ver. Casi
robóticamente se acercó al lugar y empezó a llegarle a la cabeza la voz de él
dándole instrucciones.
Entra, mira la placa gigante que está a un costado y di que quieres ir
a la oficina de lo que sea que esté al final de la placa porque quieres hacer
una consulta.
-Hola, quiero hacer una consulta en la oficina de…
Humanidades.
-Su nombre, alumna.
No des tu verdadero
nombre
-Sandra Fernández
-La Srta. Sandra Fernández se dirige al 5to piso – anuncia la secretaria a un
micrófono.
Sube las escaleras, no
el ascensor, pero no vayas hasta el último piso, quédate antes…
Después de pasar la seguridad aeroportuaria del "lugar",
Laura subió las escaleras corriendo pero se detuvo en el tercer piso.
Y bajas de nuevo, pero
al sótano. Laura, no dejes que te vean.
¿Cómo diablos iba a bajar hasta
el sótano y pasar inevitablemente por el primer piso sin que nadie la note? No
importa, pensó Laura. Hay que arriesgarse. Y así comenzó a bajar las escaleras
con cuidado y antes de llegar al primer piso, empezó a ir más rápido. Cuando
logró aterrizar, aprovecho la distracción de la secretaria y corrió hasta el
sótano. No había nadie pero ella sentía que cualquier persona podía bajar y
verla en cualquier momento. Miraba alrededor como esperando un ataque zombi y
él salió detrás de una puerta que Laura no había notado. Sale con sus cosas en
las manos. Pero escuchan el sonido de un walkie-talkie (?) y Laura de pronto le
quiere pegar. No hay tiempo. Él abre una puerta que parece de caja fuerte y la
hace entrar. Es un espacio más o menos grande. Una vez adentro empiezan a reírse
como locos. Se ponen cada uno a un lado de la pared frente a frente. Siguen
riéndose. Él le señala con el dedo que se calle, que no haga ruido. Pero él
esta sonriendo y ella se contagia, se tapa la boca pero sonríe.
-Vas a salir como si nada, si pones la cara de siempre, ya
sabes…
-Sí, ya sé, permiso
Después de haberse reído tanto, a
Laura le daba un poco igual lo que pase, algo que no es común en ella que
siempre es minuciosa y perseguida por todo. Abrió la puerta y el salió atrás de
ella, vieron la puerta transparente que da a la cafetería y salieron como
cualquier persona e, incluso en el grado máximo de cinismo, compraron dos
galletas y dos botellas de agua.
Y caminaron por la universidad como él dijo: "como
si nada"
hasta llegar al estacionamiento.
-¿Sabes manejar? –pregunta
-Si, creo. Pero no tengo licencia – responde Laura con cara de pánico.
-Entonces sí sabes manejar.
Y la mira con esa mirada cómplice que ella ya conocía, la
misma que le dio unos meses antes, cuando quería que deje de tener ese
semblante fantasmal.
-No, no puedo hacer eso, por favor –implora Laura con total
raciocinio
-Pero vas a estar conmigo
-¿Y si choco tu carro?
-Tiene airbag.
Laura estaba decidida a seguir negándose
hasta que volvió a verlo sonreír y recordó que unos minutos antes nada más,
había estado en un lugar en el que no debía, que se había reído con alguien con
quien tal vez no debía haberlo hecho tanto y que compró galletas y agua.
-Ya, voy a manejar. Pero con una
condición.
-A ver –le respondió él con mirada desafiante y con los ojos más dorados que
nunca por el sol.
-Vamos a escuchar la música que yo
quiera.
-Está bien
Entonces le alcanzó las llaves a
Laura y ella, aunque con dudas, se sentó en el asiento del conductor. Sacó su
mp4 y un cable. Lo conecto al equipo del
carro y empezó a elegir canciones. No iba a ser divertido si, de pronto, ponía
The Smiths (ya los habían escuchado mucho) así que eligió una canción un poco
más sorpresiva…
Y Laura empezó a manejar sin
dejar que él le diera algún consejo, salvo este (por estrictos motivos de
seguridad)
-Ponte los lentes de sol para
salir.
Se los puso y siguió manejando.
-Yo te dirijo, tú sigue.
De pronto la voz de Katy se hace
más fuerte, él se ríe y ella lo mira reírse. Sabe que esa canción le debe
parecer una cosa horrible y sin embargo, él empieza a mover la cabeza y trata
de imitar la voz de la cantante. Laura no lo puede creer.
El sol se hacía más intenso y
Laura decide amarrarse el pelo. Se siente un poco más adulta. Él la mira e
intenta tomarle una foto con el celular. Ella lo tapa, no lo deja. Y vuelven a
reírse.
-¿Te gusta Pimpinela? –Se arriesga Laura
-(Se ríe) Y me sé todas las canciones
-¿En serio? No te creo.
-Yo voy a poner una y vamos a cantar.
Y se fueron cantando, sin darse
cuenta de muchas cosas hasta que Laura vio el mar de lejos. Había manejado sin
demasiada presión y con tranquilidad, lo había visto elegir una canción y
ponerse a cantar sin importarle nada. La brisa, sus lentes, el sol en la cara y
en los brazos, su pelo tan castaño, su camisa inquieta por el viento.
Todos hemos visto videos en Youtube. Creo. Bueno, si no todos hemos visto videos en Youtube, al menos hemos visto videos. Bueno, si no todos hemos visto videos, todos hemos tenido alguien a quien no conocemos pero nos gustaría ver y conocer. Sí, como un cantante, actor, una persona no famosa, lo que sea.
Pareciera que lo que acabo de decir no se relaciona en nada pero sí. A mí me ha pasado que he visto un video en Youtube de alguien que no conozco, al menos en persona, pero que me gusta y divierte ver. Algunos llaman Youtube gurús a esas personas que en su mayoría, desde sus propias casas o entornos cotidianos, se filman hablando o explicando cosas que les gusta y hacen bien hasta que se van convirtiendo en líderes de opinión más democráticos y, sobre todo, más cercanos. Así yo esté en Perú y ella en Alemania.
Antes que los comentarios suspicaces acerca de por qué me gusta ver a una chica (sí, es una chica) en video por Youtube, explicaré la razón: me recuerda a mí y a algunas cosas que jamás me atreví a hacer, la veo como una hermana menor y una chica, por completo, como yo o como cualquier otra que esté leyendo. Creo que las chicas somos universales y nuestro lenguaje también. Aunque muchas lo nieguen.
Voy a hablarles de ella:
Se llama Megan DeAngelis, tiene 17 años (si no me equivoco), es canadiense pero vive en Alemania. Ah, habla demasiado rápido, como yo.
Llegué a su canal de Youtube un 31 de Diciembre de 2011 cuando no tenía idea de cómo maquillarme para la fiesta de año nuevo. Llegué como se llegan a las cosas divertidas: de casualidad. Abrí un video de ella que indicaba un look inspirado en Aria (un personaje de televisión). Era sencillo, gracioso, amateur, improvisado y sobre todo, fresco. De inmediato me encantó. Me maquillé cómo decía el video y me sentí bien.
Después de ese día, empecé a ver más de sus videos y cada uno era más dulce y tierno que el otro. Megan se pasa la mitad de sus videos hablando de ella y de su vida, lo cual lejos de parecerme egocéntrico me parece fascinante porque confirmo cada vez lo similares que somos las chicas. A ella se le caen las cosas, se disculpa muchas veces (no sé por qué lo hace) y siempre, pero siempre trata de explicar y justificar lo que hace o dice. Tal vez por los inútiles y poco amigables ''haters'' de Internet.
Es sólo una chica. Internet es tan democrático que si no te gusta algo, puedes rápidamente salir despavorido a otro lugar. Pero, ¿por qué ensañarte con una chica que sólo hace lo que le gusta? Déjenla en paz. Déjenla con sus kilos y kilos de ropa, su maquillaje, sus bromas, su voz tan de niña y tan de mujer, la frescura que le da el disfrutar de filmarse, de ser auténtica y de ser, ¿por qué no? un poco vanidosa. Todas las chicas lo somos.
Si algo tuviera que decirle a Megan, tal vez como una chica mayor, es que no hagas caso a los comentarios odiosos y llenos de maldad. Que no te importe porque somos muchos a los que nos sacas una sonrisa. También le diría que deje de justificar lo que hace, hazlo y punto, que eres joven y tienes que equivocarte sino no hay diversión. A las dos nos pasará. También le diría que suba más videos de bloopers, que intente hablar en español alguna vez y que, por favor, pero por favor, vuelva a cantar que lo hace muy bien.
Todos tenemos algún vicio raro en Internet (sano, por supuesto) y gustos incomprendidos. Pero yo entiendo que encontrar a Megan en Youtube fue algo muy bonito y divertido. Es una amiga sin serlo, en realidad. Pero esta ahí. Tal vez en Frankfurt.
Entonces, como no
había escapatoria, Laura tuvo que ir a la misa que iba haber en su colegio por
la fiesta patronal de su salón (larga historia: en su colegio cada salón tenía
un santo o santa el cual en alguna fecha determinada, celebraba su fiesta patronal;
se hacía una misa y una reunión para festejar). Curiosamente y tal vez,
sarcásticamente, la celebración de la "Virgen del
Pilar" se
celebraría el 31 de Octubre y Laura tenía que estar ahí, no había otra opción.
Ese día, también, Laura iba a
encontrarse con Oscar, el chico con el que menos de una semana atrás cuando
Calamaro cantaba "Te quiero igual" se había dado el beso más lindo
que ella hubiese podido imaginar.
Pero ni siquiera pararse en medio de
su salón a decirle a un profesor que no podía asistir a la misa porque tenía un
compromiso sirvió para escaparse. Por lo tanto, llamó a su mejor amigo Fabricio
para que la recogiera en su casa, fueran volando al colegio y con las mismas,
regresar e ir al Jockey, el lugar donde había pactado verse con Oscar (como
siempre)
Cuando llegó al colegio, estaba oscuro
y sólo había velas. Cada salmo, cada parada, cada sentada, cada ofrenda, cada
evangelio le parecía una eternidad a Laura y cuando al fin el calvario terminó,
miró a July y a Isabel, sus mejores amigas, se despidió de ella y ambas le
desearon suerte. Sabían que Laura esperaba algo, quería algo, todo se definía
esa noche.
Así, Laura salió cual pulga del
colegio y corrió, literalmente, hasta su casa. Cuando llegó, entró a su cuarto
se cambió el uniforme y empezó a mirarse en el espejo. Vio una crema que hacía
mucho tiempo no usaba y se la puso en el pelo. Hasta ahora esa crema dura,
hasta ahora cuando Laura se la pone recuerda ese día.
Se iban a encontrar en el Jockey y su
mamá le pidió llevarla. Laura aceptó. Habían quedado en verse a las 8 pm.
Entonces, ella y su mamá salieron de su casa hacia la esquina de la calle para
tomar un taxi. El ambiente es ese que todos sienten alguna vez: es una noche
donde a pesar de no haber demasiado alboroto, sabes que algo pasa, es
Halloween.
Mientras esperan el taxi, un mensaje
llega al celular de Laura: Oscar le estaba diciendo que se iba a demorar en
llegar al menos una hora. Catástrofe. Si ella le decía a Marina, su mamá, que
Oscar se iba a demorar, no la iba a dejar ir. Resignada, se subió al taxi y se
preparó para esperar en medio de la zona de los cines, el lugar del encuentro.
Llega al Jockey, se despide de su mamá
sin siquiera pactar una hora de regreso y empieza a caminar hacia los cines. Desde el Ace Home Center (que ya no existe) vio a muchos niños
disfrazados y sintió sus nervios, sin disfraz alguno. Se sentó en una de las
bancas y empezó a escuchar música. Al rato fue al baño a arreglarse. Salió,
volvió a sentarse y lo vio llegar.
Oscar y Laura empezaron a hablar de
una manera incomoda, sabían que el domingo se habían besado y sin embargo ninguno parecía querer empezar; eso, para Laura, era demasiado. Teniendo en cuenta que en toda la
semana el beso no había sido siquiera mencionado.
Entonces hablaron, hablaron, hablaron
y hablaron. Pero el Jockey cierra temprano y no parecía haber pasado demasiado
tiempo, al menos Laura sentía que faltaba más.
-¿Quieres ir a mi casa? –pregunta ella
Y Oscar aceptó. La mamá de Laura los
recogió y en el taxi Laura empezó a sentirse nerviosa.
Llegaron. Entraron a la sala, se
sentaron. Hablaron un poco más de cualquier cosa. Laura quería que hablaran de
ese beso. Pero Oscar parecía no estar enterado. Cuando se quedaron en silencio,
a ella se le ocurrió una idea rápida para cortar la tensión:
-¿Pelea de almohadas? –sugiere
Y empezó a disparar almohadas sin que
Oscar haya siquiera contestado.
Así empezaron a jugar. Cuando se detuvieron
ocurrió otro silencio. Pero este se corto casi de inmediato. No hubo una
transición dramática para empezar a hablar del tema, simplemente empezó.
-¿Crees que debemos hablar de algo, no? –Pregunta Oscar (por fin)
-Sí…
-Mira, yo no quiero que pienses que…
Ya está. Laura se imagino en microsegundos lo que vendría: Laura, yo no quiero que pienses que el beso fue en
serio. O sea, fue cosa del momento, nada más. Pero no fue así y Laura se
iluminó.
-No quiero que pienses que fue solo cosa del momento, yo de verdad
quería hacerlo. –terminó Oscar.
-Qué bueno, yo tampoco quería que pienses que yo hago esto con cualquier chico
y menos cuando… no… estoy…. con él.
Y no dijeron más por unos segundos.
Después de eso, Oscar le dio, casi de inmediato, la mejor invitación con la voz
más tierna: ven, le dijo. Ella se acercó y el la abrazó como protegiéndola, se
volvieron a besar. Pero Laura ya había dado un paso. Era obvia la indirecta.
Laura quería ser enamorada de Oscar y trató de deslizar esa intención.
Evidentemente, Oscar se dio cuenta y empezó a analizar situaciones y probables daños colaterales importantes:
-Nosotros vivimos lejos y sería difícil, nos veríamos muy poco.
-Si cada vez que nos vemos va a ser así de lindo, entonces no importa –le
respondió Laura.
-¿Quieres estar conmigo?
-¿En serio me dices?
-Sí
-Sí
Era ya 1ro de Noviembre y volvieron a
besarse, esta vez, como enamorados. Laura estaba extasiada, plena. Lo miraba y
era feliz. Oscar empieza a hablar y sugiere poner una canción entre todas las
que estaban en su mp3 ya conectado al equipo de música de la sala, una canción
que Laura nunca en su vida había escuchado y que en el momento en que empezó a
sonar, sabía que era ese momento, esas letras y esa música, lo que quería que
quedara en su memoria por mucho, muchísimo tiempo más. Sobre todo porque Oscar
alteró la letra para ella.
Después de ese 1ro vinieron 3 más:
uno, en el 2009 celebrando el primer año transcurrido desde ese día, donde
Laura terminó borracha y feliz luego de haber bailado "Twist and shout"
mirando a los ojos a Oscar y sabiendo que no podría estar más enamorada.
Otro más en el 2010 que empezó con una
pelea por MSN (ay, las cosas de Laura, porque seguramente fue su culpa) pero
que terminó con un regalo hermoso: una grabación de Oscar hablándole en forma
de carta, con palabras hermosísimas.
Y uno último, en 2011, celebrado en un
bar alucinante del centro de Lima, junto a los mejores amigos de Oscar. Ese fue
lindo, fue perfecto. 3 años más viejos y más enamorados, ¿no? Celebraron
tomando una cerveza en el piso de la pista de baile porque no había sitio.
Hoy, 1ro, sólo hay letras. Es de
madrugada y Laura sólo quiere dormir. Oscar, en otro lado, seguramente. Los
últimos 1ros fueron hermosos y especiales. Esos ya no están. Ni siquiera Laura
y Oscar son los mismos.
El primer primero de Laura es hoy. No
el más perfecto pero sí el más difícil. Los que vengan, tal vez serán menos duros,
serán una sonrisa y no tantas lágrimas. O al revés. Días nuevos, los de antes
ya no andan, ya no van, ya no están. Laura se siente frágil cuando piensa en
Oscar y él, no se sabe, Laura no sabe lo que él siente.
Laura sabe que Oscar sabe quién es. Y
ella, ella es ella. Sabe que está metida en un lío y que por ahora no sabe cómo
salir. No hay peores experiencias de las cuales haya salido. Esta es la suya.
Esta es la que tiene. Es primero y Laura quiere igual.
''Agárrate fuerte a mí, ... Agárrate fuerte a mí que tengo miedo y no tengo donde ir''