Acabo de arreglar mi escritorio nuevo y hace dos minutos comí cuatro galletas de coco. Todo eso después de que mi mamá me dio una limonada. Creo que fueron diez minutos desde que ella entró a mi cuarto y unas cinco horas después de haber estado echada en su cama. A veces, en la tarde, mi mamá, mi hermano y yo dormimos tapados con una frazada de polar que tiene un oso panda. Durante esos minutos soñolientos de tardecita es que me doy cuenta que ese calor que empiezo a sentir en los pies y la sensación de comodidad de mi cabeza sobre la almohada, con una mano en la cabeza de mi hermano y la otra en un medio abrazo a mi madre me hacen pensar en lo siguiente: no sé si estoy preparada para crecer.
Eso de aferrarme a las cosas es muy mío. Lo cierto es que lo he disminuido un poco a raíz de experiencias en los últimos dos años, si he de ser especifica. Pero aunque he tratado de dosificar esos impulsos inconscientes -lo juro- de hacerle espacio a todo y a todos, hay algo con lo que eso de madurar y hacerme independiente -en el sentido más cliché de la palabra- no va conmigo. Y es porque no quiero.
Todavía cuando viajo extraño a mis padres al punto de querer regresar. No estoy preparada para perder a ningún miembro de mi familia. Es como decir: ¿está usted listo para despedirse de alguna de su extremidades o articulaciones? Que suene esto enfermizo es un tema a aparte, discutible y hasta me hace querer borrarlo. Pero es la verdad. No quiero crecer si eso significa no ver a mis padres y a mi hermano todos los días. No quiero crecer si no puedo tomar la leche -aún a mis veintiún años lo sigo haciendo- con mis abuelos mientras vemos tele. No quiero crecer si ser ''grande'' significa ir dejando de sentir poco a poco el calorcito en mis pies y el olor de mi mamá cuando la abrazo mientras dormimos tapadas con la frazada de oso panda. No quiero crecer nunca jamás y me gustaría poner mis propias condiciones. Y esto es una utopía. Cierro los ojos. Quiero tener veintiuno y ser a veces una niña.
''Pero, ¿quién es quien le pone puertas al monte?
No pases pena,
que antes que lleguen los perros, será un buen hombre
el que la encuentre
y la cuide hasta que lleguen mejores días.
Sin utopía
la vida sería un ensayo para la muerte''
No pases pena,
que antes que lleguen los perros, será un buen hombre
el que la encuentre
y la cuide hasta que lleguen mejores días.
Sin utopía
la vida sería un ensayo para la muerte''
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''Detrás está la gente''