20 de diciembre de 2012

Finite Incantatem

Me gusta que todos hablen del fin del mundo. Tal vez porque mientras más bromas se hacen al respecto, menos conscientes somos de lo que significaría un escenario en las magnitudes que se especulan. Cuánta desgracia, desolación, desesperación y sobre todo, el aferrarse. Pero tal vez sea así nomas, como una disolución automática, un apagado de luces directo y sin dolor. Yo, la verdad, lo preferiría así. Para que al menos cuando todo haya acabado, no existan más desigualdades porque todos, absolutamente todos, habremos terminado.

Pero, ¿cómo podemos atrevernos a hablar de algo semejante y con tan poca precisión? o es que, en verdad, lo que queremos es que se acaben las cuatro paredes en que vivimos, algunos con más otros con menos pero que, después de todo, nos toca compartir. Este mundo. Me parece que lo que cada uno quiere, quizás, es que se acabe cierta parte de lo que se da por conocido, dejar muy atrás, en la absoluta destrucción, lo que vemos, somos y tenemos todos los días.

Qué intrépido. A mí, por ejemplo, me entran ganas de que de repente, todo desaparezca: todo lo que conozco, lo que me hizo mal, lo que me hizo bien, mi cuerpo, su cuerpo, las historias y mi cerebro, porque así será más fácil todo, al menos en el segundo en que todo se esfume, después nadie sabe lo que habrá, lo que no habrá.

Es desplazar una etapa y mudarse a otra, descartar una forma y tomar alternativas. Es lo que acaba y lo que viene después, ¿acaso no entienden? todos hemos tenido un fin del mundo, fin del tuyo, fin del mío. Y tal vez la incertidumbre de lo que es desconocido es lo que nos lleva a desearlo.

Yo no deseé mi fin del mundo. Pero algo me decía que se aceraba. Mi fin del mundo sí fue este año y sin embargo, aquí sigo. Mi mundo de antes ya no.

Antiguamente, en mi otra era, tenía a alguien y hoy ya no lo tengo. En la otra vida, hacia cosas que ahora ya no hago, creía cosas que gracias al derrumbe ya no creo. Ahora supongo otras. Pero es difícil levantarse después de la colisión. Es muy difícil. Por eso dije que prefiero un apagón general.

Todos hemos tenido un fin del mundo, ¿sino de que aprendemos? ¿Todo sigue siendo igual para todos? el mío fue este año y no me gustó. Más que nada por el hecho de empezar desde los escombros. Siempre que cambie nuestra modo de caminar, de vivir, de pensar y de tener, nuestro mundo, tal vez uno más pequeño, ha cambiado. No sé. Me parece.



''Es que nadie nace sabiendo
que morir también es ley de vida''




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