28 de agosto de 2014

10 000 veces

100 59, para ser exactos. No lo puedo creer... o sea, soy consciente de que para un blog muchísimo más conocido y tal vez exitoso 10 000 es una cifra mediocre y nada alentadora. Pero para mi, que empecé esto de pura pica porque leí un tweet de alguien que ahora no recuerdo que decía que todo periodista o estudiante de periodismo que se respete debería tener un blog. Mi extrema sensibilidad me hizo darme cuenta de que sí, tal vez esa afirmación era cierta. Subir reportajes, crónicas, historias... todo sonaba correcto. Y fue por eso que abrí este sitio hace más de dos años... 

Al principio -y ahora también- mi madre era mi más ferviente fanática. Pero poco a ponto y sobre todo muy lentamente, algunos de mis amigos y hasta unos pocos desconocidos empezaron a decirme que les gustaba leer mi blog... y cada vez que pasaba sentía algo así como una flor de orgullo que iba creciendo dentro de mi panza... algo así como un bebé que venía a decirme: tal vez no eres tan mala haciendo esto.

Y la única verdad es que no sé si lo soy. A veces pienso que soy mala, muy mala, otras pienso que mi forma de escribir es mediocre, que esto no llegará a ningún lado. No sé si alguna vez he pensado que soy buena. No estoy segura. Lo que sí sé es que me gusta hacer esto... pensar de qué hablar y en lugar de decirlo, escribirlo. Como sea que lo haga. 

Hasta el momento y desde que lo abrí, no he pensado en dejar este blog. Me sorprende que lo hayan visto 10 000 veces sea como sea que lo hayan hecho y quienes lo hayan hecho. Pero como dije antes, no me interesa ser la próxima Soltera Codiciada ni ganar un concurso. Me interesa hacer esto que me gusta y como me gusta. 10 000 veces gracias a esas 10 000 visitas. No sé qué más escribiré en este blog pequeñito pero de que sigue, sigue, por si le interesa a quienes hayan caído por aquí. Gracias a quienes sean :) 




''No, this is not a test
taking numberes 

never made sense, anyways
'cause you can have it 
if you want it, anyways''




21 de agosto de 2014

Pongamos que hablo de Madrid

No poder pasar ni un día sin pensar en Madrid es algo que me persigue desde el momento que regresé. Todas las fotos, videos y recuerdos me parecen de hace mucho tiempo, me cuesta estar segura de que todo lo vivido, lo viví precisamente yo y nadie más. ¿Cómo se puede tener la capacidad de ver, hacer y sentir tantas cosas en tan poco tiempo? Todavía no me lo puedo explicar. Los recuerdos, como diría Soledad, me parecen de otras vidas. No me arrepiento de nada… tal vez solo de irme.


Y es raro, por ejemplo, no entrar en pijama a la universidad después de haber pospuesto la alarma unas cuatro veces, tomar desayuno parada y correr hacia al bus. También es raro no pensar durante las clases en quitar la ropa del tendero porque en el diario han dicho que va a llover, no ir a hacer la compra los lunes en la mañana, elegir qué prendas lavar y cuáles no, pensar en el almuerzo, en pagar la luz y el agua. No sentir más la luz del sol estallándome en la cara en un asiento del bus 519 que atraviesa la Avenida Príncipe de Asturias hasta la UEM escuchando un flamenco medio moderno que  el conductor tararea de vez en cuando. Peor aún, no cerrarse bien el abrigo o acomodarse la bufanda y el pelo porque se viene lo bueno: el 518. No quiero olvidarme de las paradas para no despegarme totalmente de esa ruta feliz. Príncipe de Asturias, Castillo de Villaviciosa, Campodón, Alcorcón, San Martín de Valdeiglesias, Batán, Campamento, Paseo de Extremadura, Príncipe Pío, ramal hacia Opera… caminar hasta Sol.

Es triste no estar con la que se volvió mi gente. Que no haya más un viernes de encuentro en el oso de Sol, unos tragos en O'Connells y después a lo que venga. Que no haya más un viaje de carretera. No estar en un Starbucks planeando un itinerario parisino mientras las luces de la Plaza de España se mezclan con las de Gran Vía. La brisa de los domingos en la mañana antes de subir al metro. El tinto de verano, las tapas, los montaditos, las señoritas de Montera, los locos de Plaza Mayor, los botes de Retiro, las caminatas en Vallecas, la canción del Mercadona, el búho, los caballos de Villaviciosa, los bostezos en la UEM, la puerta del hotel Carlos V, la puerta del Petit Palace, las caminatas borrachas por Gran Vía, todas las risas y todos los recuerdos. Todo lo cursi que es extrañar un lugar que, por más empalagoso que suene, se metió en la piel. 

Ahora no sé si podría volver a Madrid… al menos no como turista. Es como una auto amenaza mental cada vez que extraño esa ciudad: Si voy, no regreso. Tengo pocas cosas tan claras como eso que acabo de decir. Simplemente lo sé y lo siento. Y aunque amo Lima por ser el lugar donde nací, en ningún lugar he sentido la libertad interna y externa que en Madrid sentí siempre. Hace un año que me fui. Y ahora siento que esos meses fueron algo así como un cuento con acento español y manchado de tinto de verano. Pero eso, un cuento. Hace un año que descubrí esa ciudad ''con su todo es ahora y su nada es eterno''.




''... pero siempre hay un barco que naufraga en Madrid,
pero siempre hay un sueño que despierta en Madrid,
pero siempre hay un vuelo de regreso a Madrid.
Yo me bajo en Atocha''


14 de agosto de 2014

No te odio, UPC, pero...

Nunca pensé escribir un post así. Siempre que he escuchado a mis compañeros quejarse de la UNIVERSIDAD PERUANA DE CIENCIAS APLICADAS se me ha llenado el estómago de cólera y he saltado a defenderla. O sea, es TU universidad, deberías quererla y no criticarla tan despiadadamente. Los escuchaba decir: estoy harto de este lugar, quiero irme. Y yo no lo entendía. ¿Para qué la elegiste entonces? ¿Por qué pagas para estar en un lugar que no te gusta?

Creo que estaba un poco ciega o lo que es peor, no había experimentado ni una sola de las cosas que mis compañeros tal vez sí. Ahora los entiendo. Ahora que me ha pasado a mi también. No hay un detonante que haya hecho que escriba un post diciendo por qué la UPC me ha decepcionado. Pero me entristece la situación. Una persona no debería despotricar contra el lugar que eligió para hacerse mejor. Pero ese lugar no debería ser el que más trabas pone para generar siquiera un sentido de orgullo y cariño.

A pesar de que es la gente la que hace al lugar, debo excluir de todo esto a los profesores que he tenido que han sido absolutamente geniales. Creo que han sido ellos los responsables de que todas esas cosas que me molestan ahora hayan pasado casi desapercibidas y me han hecho los días llevaderos, emocionantes y he salido de sus clases sintiéndome cada vez un poquito más realizada. Y estoy segura que lo seguirán haciendo. Todavía me queda un tiempito. 


Pero ya no más. No es justo.

1. La UPC -por ser una empresa- no permite a los alumnos tener un CENTRO FEDERADO. Está bien. Creo que es algo que se advierte incluso antes de matricularse. Pero eso no significa que se pueda hacer lo absurdo sin que les caiga algo de crítica.

2. El ciclo pasado, la revista de la Facultad de Comunicaciones de la UPC (Punto Seguido) estuvo a punto de ni siquiera poder ser impresa a causa de la burocracia y ping-pong de la universidad que no tomó en cuenta que esa revista llevaba su sello y el esfuerzo de meses de un grupo de personas que, encabezadas, por la editora, tocaron puertas y esperaron horas y días.

3. El año pasado me fui de intercambio a España. Ni sacar la visa, ni comprar el pasaje, ni migraciones, ni nada fue tan estresante como lidiar mi viaje con la encargada de la Oficina Internacional de la UPC que en lugar de ayudarme, ponía cara de estar haciéndome un gran favor cada vez que me acercaba a consultar algo. No solo no tuve un horario cuando llegue a España sino que perdí -junto a mis compañeras de piso- varias semanas de clase, esperamos cinco horas para que nos dijeran que no estábamos matriculadas y que, en realidad, desde Lima no les había llegado nada. 

6. Mi clase de Diseño Gráfico 2 estuvo casi un ciclo entero sin una mesa de vidrio. Yo creo que con la pensión que cobran y suben, dicho sea de paso, cada año sin dar ninguna explicación razonable -alguna vez dijeron algo sobre la crisis mundial- pudieron haber comprado unas diez mesas sin problemas. Después de que la solicitud de una mesa nueva pasará por Dios sabe cuántas firmas, finalmente nos hicieron llegar una... en la penúltima clase del ciclo.

Me apena tener que decir esto pero ya no lo tolero más. Me apena muchísimo más decir que no puedo esperar a terminar, irme y recordar la UPC solo por sus profesores y algunos amigos. 





''¿Quien los puso a estos tipo donde están?
¿Quién los deja seguir en su lugar?
¿Quién los baja ahora de su altar? 
¿Quién les paga para que hagan lo que harán?''



7 de agosto de 2014

Serrat o Sabina

Es una pregunta peligrosa. Tratar de responder: ¿quién es mejor: Serrat o Sabina? es, para mi, como responder: ¿qué brazo prefieres? ¿el izquierdo o el derecho?. Y he aquí el asunto: deshacerme de mi brazo izquierdo sería fatal... pero me quedaría el derecho que es con el que hago todo. Algo así me pasa con Sabina y con Serrat... sin Sabina ya he vivido un poco, hubo un tiempo en que lo veté porque me entristecía demasiado. Pero sin Serrat vivir ya es una cosa difícil. Estar un día sin escuchar aunque sea una canción suya es algo... raro y absurdo.

Pero quisiera aclarar que no odio a Sabina, los dos me encantan... tengo sus discos, libros, he ido a sus conciertos y solo por ellos me voy a Wong en pijama a las ocho de la mañana a conseguir entradas. Solo por ellos. Pero en todo ese enredo que es mi admiración hacia ellos está siempre flotando la duda de muchas personas que me preguntan cuál de los dos me gusta más. Mi respuesta más inmediata es Serrat. De hecho es muy gracioso porque conocí a Serrat gracias a Sabina. Al principio me era mucho más fácil escuchar a Joaquín porque me parece que su estilo es más accesible y ligero para las personas más jóvenes -yo lo empecé a escuchar a los catorce años, más o menos-... pero con Serrat se me complicaban un tanto las cosas. Fue casi como un curso intensivo y autodidacta porque lo escuchaba y lo escuchaba y poquito a poco fui entendiendo sus letras y música. Pero creo que todavía me falta mucho.

PARA MI, que he escuchado intensamente a los dos, Serrat es mucho más que Sabina en cuanto a letras... con respecto a la música no me atrevo tanto a hablar. Pero eso es lo que pienso. Creo que se debe, tal vez, a que me parece que los temas de Sabina son muy recurrentes... lo interesante es que tiene muchas formas y lados para contar esos mismos temas... que la mujer lo ha dejado, que ha tomado hasta no poder decir basta, que anda solo, cabizbajo y muy poeta andando por las calles en las que de pronto se le presenta una rosa de Lima con medias negras que lo mira y se va con el a casa... cosas poco probables salvo que estés dentro de una peli de Almodóvar o que por ahí los planetas se alineen y algo así en realidad pase.

Pero a veces es genial sentarte en el micro, ponerte los audífonos, mirar por la ventana, escuchar las canciones de Sabina y pensar que algo así pueeede que nos pase alguna vez. Pueeede. Escuchando a Sabina creo que podemos reavivar y hacer mas intenso ese deseo secreto que todos tenemos de ser un poco rock stars.

A Sabina lo quiero más en las noches, con amigos y vino. A Sabina lo quiero, me encanta y puedo ser miles de personas en una, puedo ser una pirata coja. Serrat -como escuché alguna vez- es ese chico que no puedes esperar a presentar a tus padres y que te deslumbra con fineza e inteligencia. Las letras de Serrat son más profundas y son la vida real... el amor -en muchas formas-, la suerte, el mundo, el hambre, la fiesta, la muerte. Escucharlo es darte un ventarrón de frescura y de realidad que nunca es triste pero sí cierta. A Serrat lo quiero para toda la vida... y esa verdad no tiene remedio. 





''Nunca es triste Sabina la verdad, 
no es por mí que las musas te abandonan, 
sino a causa de tu escasa habilidad que 
unas huyen y otras se descojonan. 

No hago otra cosa que pensar en ti, 
y nada mola más que tus canciones, 
pero hoy las musas han pasao de ti
andarán de vacaciones''