31 de enero de 2013

El lado bueno de las cosas


Hace unos días que estoy obsesionada con una mujer, con un hombre y una película. La mujer: Jennifer Lawrence, el hombre: Bradley Cooper, la película: Silver Linings Playbook o como han titulado en español excepcionalmente (como nunca): El lado bueno de las cosas. Hace días que estoy fascinada con esas dos personas y con esa película que aún ahora cuando pienso en ella, me hace estremecer y sorprenderme por cuán parecida y, creo, adaptada a mí ha sido. 



Todo empezó superficialmente, lo cual no debe ser invalidado. Bradley Cooper hace que crea en el amor a primera vista, sólo de mi parte por supuesto.  Jennifer Lawrence hace que me derrita de envidia y la película, una obra de arte, nada más que eso. Magistral.

Existen muchas razones por las que una película puede conmoverte o penetrarte en lo más hondo de tu consciente o subconsciente, de lo que sea. Pero es diferente cuando esa película, esas dos horas, se convierten en un dejavu tal vez no preciso pero que sientes correcto, que es lo que es y que te habla a ti directamente porque la historia eres tú. A mí me pasó eso y por ese motivo pienso en Silver Linings Playbook todo el tiempo desde que la terminé de ver la primera vez. La he visto tres veces ya, sólo para animarme a escribir lo que estoy escribiendo.

Es tan intenso lo que me ha pasado con esta película que lo mínimo que creo poder hacer es sincerarme y explicar por qué. Desde que la vi, me pareció que me hablaba. Después comprendí o tal vez invente metáforas sobre la historia que, naturalmente e inevitablemente, están asociadas a algo que me sucedió el año pasado y que fue, hasta ahora,  lo más duro por lo que he pasado.

Probablemente esta sea la primera y última vez que escriba sobre ello, pero creo que es difícil intentar explicar lo profunda que he encontrado Silver Linings Playbook sin antes ponerle un contexto a las metáforas, las cuasi moralejas y sobre todo al espejo que ha sido para mí esta película.

Hace menos de un año, terminaron (digo terminaron porque no lo hice yo) con una relación de 3 años y 5 meses. Durante todo ese tiempo puedo decir que fui feliz y que estoy segura que la persona que me acompañó y complementó durante todo ese tiempo es alguien excepcional y que fue una gran alma gemela. Sé que es difícil aguantarme y que mi carácter es más que complicado; es confuso, estresante y muchas veces imposible. Pero él supo aterrizarme y siempre se lo agradeceré. Sin embargo y no estoy mintiendo ni es ninguna sorpresa decir que después de un tiempo largo, las cosas empiezan a hacerse rutinarias y como en toda relación, el fuego y la chispa de los primeros meses se va apagando poquito a poquito y no siempre reavivarla puede ser la salvación. Por ello y después de una conversación larga, decidimos separarnos por un tiempo a ver qué tal nos iba solos. Después de esos días, al menos yo estaba dispuesta a continuar porque me di cuenta que esa rutina que tanto me aquejaba era solamente la seguridad de habernos dicho todo ya, de saber todo uno del otro y ser cómplices a nuestra manera. Él no lo sentía así y la verdad, aun no entiendo la razón pero decidió terminar la historia. Hasta hoy creo tener una razón que, por supuesto, no es la que me dijo él porque tomé tiempo en darme cuenta. Pero después de todo, supongo que para él fue una liberación, un alivio, para mí fue un derrumbe completo, un asesinato sin sangre ni armas
 
Pat es un hombre de unos 30 años, casado y sin hijos, que tras haber descubierto a su esposa con un compañero de trabajo de la escuela en donde ambos trabajaban, es ingresado a un sanatorio en Baltimore por haber golpeado hasta casi matar al amante de Nicky (la esposa) con un diagnostico que determina que Pat es bipolar. Tras 8 meses de tratamiento regresa a casa de sus padres pues Nicky ha puesto una orden de restricción en su contra y él no puede acercarse a ella. Sin embargo, Pat está decidido a recuperar su matrimonio y está seguro que es cuestión de días el volver con su esposa. Tiene momentos intensos y duros hasta que conoce a Tiffany, una chica joven y viuda que, también con problemas, hace que Pat encuentre algo de equilibrio en medio del desorden que es su cabeza.

Esa es Silver Linings Playbook. He contado dos reseñas, una es ficticia y la otra es real. Yo veo las metáforas ahí, las tengo en frente pero hace falta explicarlas para que así se entienda y se aprehenda la belleza de esta película y sus consecuencias en mí o en cualquier otra persona que tal vez haya pasado por lo mismo.



Yo relaciono la bipolaridad y la depresión aunque no sean lo mismo. Además, experimento lo mismo cada vez que se refieren a esas dos enfermedades en tono de broma. Hay que pasar por al menos una de las dos para atreverse a hablar. Después de la ruptura, la psicóloga que empecé a frecuentar me diagnosticó depresión severa y eso fue algo muy duro de escuchar y de pasar. No tenía ganas de hacer nada, lloraba todo el tiempo, caminaba por inercia, me atormentaba con pensamientos todo el tiempo y sólo quería dormir para despertar cuando todo haya pasado. La ducha era mi mejor momento para llorar porque nadie se me acercaba a preguntarme cosas. La bipolaridad de Pat, por el contrario, es algo más cíclico, con momentos eufóricos y momentos de absoluta tristeza donde se pierde el criterio y muchas veces la razón. No acepto escuchar "soy bipolar" o "estoy deprimido" en broma porque es muy duro atravesar tal cosa, más duro aún curarse. Y difícilmente alguien puede entenderte por completo, involucras a tu familia y amigos y es desesperante. Como dice Pat en la película: Es un estado de negatividad y es como veneno. Pero enfrentarlo y concientizarse siempre es la mejor manera de empezar. Me recetaron anti depresivos, tranquilizantes, pastillas para dormir y para ideas obsesivas, ni siquiera sabía que existían.  

-Pat: ¿Has probado Tracedone?
-Tiffany: ¿Tracedone?
-Pat: Te deja en la nada, te quita la luz de los ojos.
-Tiffany: Es como lo que hace el dolor.





Como dije, se involucra a los amigos y más aún a la familia. Para mí, fue frustrante ver a mi mamá llorar porque yo lloraba, a mi papá verme con ojos de impotencia, de decepción. Les hice mucho daño y por eso les pido perdón. Tardé mucho en darme cuenta que fueron ellos los que sufrían tanto o más que yo y no había derecho a eso, no era justo. Cuando se está en una situación así, son ellos quienes están pendientes de ti, a la expectativa del llanto, del hundimiento más profundo. Te empiezan a tratar como a una caja de cristal a punto de romperse, te tienen paciencia y lloran contigo. Pat se enfrentó con sus padres, golpeó a su mamá y lloraba mientras lo hacía. Estas frente a frente con ellos que quieren verte renacer y estás tú, o yo, que sólo me aferraba a algo que ya había sido, que ya no había.


Un punto a parte.

Algo no demasiado largo. Odiaba cuando intentaban invalidar mi razón de tristeza. Es estúpido. Por supuesto que hay cosas peores, más dolorosas y trágicas pero en tu momento, nada puede ser peor, porque no te pasó y no sabes como es. Así como no hay un tiempo determinado para mejorar. A mí me dijeron que si en 3 meses no me ponía bien, estaba loca o algo así. Me asusté porque después de ese tiempo seguía igual. Después entendí que eres tú y nadie más que tú, que tal vez agradezcas los consejos pero no sirven. La depresión es la peor y a la vez la mejor manera de soledad, porque estás solito ahí en algún sitio y nadie te puede sacar, sólo tú y con un impulso que costará todas las fuerzas.


Tiffany: Vamos, ¿Qué vas a hacer con esa canción? ¿Vas a seguir tu vida entera asustado? es una canción, no la vuelvas un monstruo.



Creo que una de las cosas que me hacían retroceder eran los recuerdos. Pat buscaba como loco el video de su boda, iba a la biblioteca a sacar libros que le recordaran a Nicky. En mi propio asunto, cada rincón de mi casa tenía una historia con él, veía mi cuarto y todo era él, la sala y era todo él. Las canciones, las cartas, las fechas, las conversaciones, las fotos, los videos, todo era él y a cada lugar que miraba ahí seguía.  Entonces tenía algunas opciones: deshacerme de todo, hacerle un espacio al dolor que sentía recordando o esperar, que probablemente haya sido la mejor opción, ver al pasado sólo cuando ya no duela. Eso fue lo que hice. Por supuesto, cada vez que se avecinaba peligro, trataba de dirigir mi mente y concentración a otro lugar, es difícil porque la fuerza de voluntad es un don, pero hay que hacerlo. Poder es querer. El doctor de Pat le decía: 

-Tienes que reconocer cuando esos sentimientos vienen de nuevo a ti, sino estarás de regreso en lo mismo. No quiero que te desmorones si escucha esa canción, así que ten lista una estrategia, la necesitas.
-Pat: Es más fácil decirlo que hacerlo.
-Dr.: Tienes que hacerlo, no tienes elección.

Y así es. Todo está bloqueado y si se quiere salir de lo más profundo, hay que remarla uno mismo. Cada uno encuentra su método. Pero el mejor es el que te hace resurgir.


Como dije, estás solo. Y eso es lo más difícil. Porque a pesar de todos los consejos necesarios o innecesarios que recibas, nada empezará a servir si no es uno mismo quien se decide a ponerse bien. Lo que me pasó fue equivocarme y creer que eventualmente, él y yo íbamos a regresar. Lo que hice fue prepararme para volverlo a ver en algún momento. Quería cambiar por él y eso es absurdo. Pat corría todas las mañanas porque quería que Nicky lo viera en buena forma. Él estaba convencido que su matrimonio iba a funcionar. Entonces nos encerramos y ya nada, ni siquiera una opinión razonable cuenta. Yo traté de escaparme de mis amigos, de mi familia, no huyendo de mi casa o algo así, sino haciéndome cada vez más una desconocida para ellos. Y después de muchos meses veo cuán equivocada estuve. Porque yo sí creo que he cambiado, pero ahora mi última razón es gustarle a él. He cambiado varias cosas porque me di cuenta lo neurótico de mis propios bordes y es placentero hacer cosas por uno mismo. Ya no me escapo de mi familia y amigos pero sé tener mi espacio y mientras ellos tal vez creen que al recordarlo muero un poco, trato de hacer bromas a propósito de la ruptura. Me duele, claro que me duele pero el humor es un escudo poderoso. También el sarcasmo.


-Pat: Como una semana antes del incidente, llamé a la policía y les dije que estaba seguro que mi esposa y el profesor de historia, su amante, estaban en mi contra porque querían apropiarse de la escuela local.

Hay recaídas como en toda enfermedad. Hay veces que las cosas vuelven a doler porque piensas y ves que la otra parte ha superado y ha enfrentado todo muy bien. Dejando de lado, por supuesto, el carácter de esa persona. Porque hay que guardar una especie de luto y yo no vi eso. Por esa razón entré en otra etapa, tal vez no tan hipocondríaca como Pat, pero sí un poco agresiva. El hecho que me dejen el día que celebraba un mes más de relación dañó mi ego. Todos tenemos uno. Estaba resentida porque no me parecía justo. Molesta por que no entendía cómo pudo atreverse a hacerme algo así. Fue en esta etapa que creo haber descubierto la razón de la ruptura. Es dura y un poco impactante como para decirla aquí pero claro, nada bonita. Me jodían muchas ideas, muchas coincidencias en Facebook, apariciones de la nada, etc. Me jodía saborear su indolencia. Cuando hay problemas se enfrentan, no se huye a la primera complicación, se pelea por algo que vale. Él no lo hizo. Por eso me convencí más en esa razón que encontré. Porque hay que estar ya en otra posición y con otro "algo" para que una relación tan hermosa no valga ni siquiera un último esfuerzo. Ah, un esfuerzo que los dos sepamos, no una mentira. A veces, y no voy a mentir, esta etapa sirve. A mí me sirvió porque no quería saber más, quería alejarme porque no recibía un triste saludo y eso me fastidiaba. Me sirvió porque aprendí a darme mi propio lugar.



Es en medio de la crisis donde por absoluta casualidad puedes encontrar lo que te hará bien. Pero no hay que presionar nada. Sólo aparece. A los pocos días de la separación, mi vida en la universidad era nula. No comía, no hablaba, no hacía nada, no prestaba atención y sólo salía de los salones a llorar en el baño. Pero recuerdo que en una clase que me solía encantar, estaba sentada boca abajo abrazando a la carpeta y mirando a algún punto fijo que se me acercó una persona poco común a preguntarme si me sentía bien y yo, con la cara desencajada, le dije que sí. Unos momentos después me sentí enferma, cansada, sin fuerzas. La clase ya había terminado y poco a pocos todos se iban yendo. Pero yo no podía ni pararme. Mis amigas se espantaron cuando me vieron y me ofrecieron ayuda pero yo no quería. Ellas se fueron y yo me quedé. Planeé quedarme en el salón al menos hasta las 3 que terminaba por completo la clase porque en realidad eran las 2:20 y había acabado temprano. Pero la misma persona que me había preguntado si estaba bien, me miraba desconfiado desde otra carpeta y asumí que quería que me fuera. Intenté pararme y por poco me caigo. Él se me acercó corriendo, me volvió a preguntar si me sentía bien y sin el cinismo de la primera vez, le contesté que no. Me dijo que me acompañaría a la enfermería. En el camino le conté lo que había pasado, un poco harta de siempre tener que explicarlo todo y pensando en su respuesta. Pero no me dijo nada, nada de lo que ya había escuchado. Por primera vez una persona me escuchó y no se había atrevido a juzgarme. Yo pensé que su profesión lo ameritaba pero se veía sincero. No me criticó, sólo adivinó:

-Tienes una mente muy poderosa. Si pudieses concentrar toda la fuerza de voluntad que tienes para recordar en ir dejándolo pasar, estarías mejorando cada vez más rápido.

Sé que suena cursi, suena cliché, suena a mentira pero fui sintiéndome mejor sin siquiera llegar a la enfermería. Encontrar a alguien que no te critique, que no te aconseje y que sólo vea a través de ti para conversar es tener suerte. Después de eso, supe que tenía a una persona a quien podía confiarle cualquier cosa sin temor a una mirada acusatoria. Y unos días y meses después se volvió un amigo y las confesiones eran mutuas. No sólo mías. Pat también conoció a Tiffany. Los dos andaban medios locos, con problemas, con demonios interiores y aun así se ayudaron para mejorar. Poco a poco y con el tiempo, como todo, uno va sanando. Pat dejó de lado los libros que hacían crecer su obsesión por Nicky, el video de su boda, dejó de buscarla y casi se olvidó de ella, porque encontró a una persona que al menos en los momentos que estaban juntos todo lo que fue antes, desaparecía.

-Pat: ¿Cuántos años tienes?
-Tiffany: Los suficientes como para que mi relación se haya acabado y no termine en un hospital psiquiátrico.
 


Reconciliación.



No creo haberme convertido en la abanderada de la superación amorosa. Pero al menos ya sé algo que tal vez alguna gente aún no lo sabe porque no lo ha experimentado. Lo que sí es seguro es que todos pasaremos por eso. Todos, el que termina y el terminado. Todos. Y el mundo no se terminará como se puede pensar al principio, no es así. La vida sigue siendo la misma y las personas también sólo que antes no lo veíamos. Lo primero es aprender sobre el costo-beneficio. No lo recuerdo en términos económicos pero si los analizo textualmente. Cuesta demasiado soportar las miradas y los consejos de la familia porque son incisivos y agotadores pues lo único que quieren es verte igual que siempre, lo cual es un error porque algo así te cambia. Sin embargo, el beneficio que significa el hecho de tener a tu familia al lado es increíble, invalorable. Si no estás en paz con ellos entonces nada puede empezar a estar bien. Primero estoy yo, por supuesto, pero alrededor está la familia. En Silver Linings Playbook, Pat tenía una relación cortante con su padre, quien buscaba cualquier momento para pasar junto a su hijo mientras que Pat sólo estaba concentrado en recuperar y en vivir para Nicky. Eso es lo peor. Hacer de una persona el mundo entero, no debe ser así. Esas personas pueden irse cuando lo decidan, pero la familia, guste o no, siempre está ahí. Por último, saber que sólo por el hecho de ser muy sensible no se está loco. Me tomo mucho tiempo darme cuenta…

Pat: La gente como Tiffany o yo quizás sepamos algo que ustedes no.

Así es. Qué aburrido es estar siempre seguro de todo y sin cuestionarte nada. Qué escandaloso y desagradable que tu egoísmo y soberbia le haga daño a otras personas. Lo que sabemos gente como yo, como Pat y Tiffany (aunque sean ficticios) es tocar el fondo e intentar levantarse con las mismas fuerzas con las que caímos, es querer sin peros y no abandonar la marcha al primer ventarrón. Todo infortunio esconde alguna ventaja, como dice Serrat, sólo debemos direccionar a otro lado los pequeños logros que podemos conseguir. Pat y Tiffany se alegraron por conseguir un 5 en una competencia de baile. 5 no es mediocre, simplemente le dieron otro significado a ese resultado y eso, a paso lento pero seguro, ayuda a resucitar.


Reflexión final:

Por eso Silver Linings Playbook me hizo verme y darme cuenta de mí y de todo lo que he logrado en este tiempo. Sí, sé que soy complicada, celosa, insegura, mandona, gritona, engreída y muchas cosas más. Pero al menos ahora, todo está a su justa medida, he bajado un poco el volumen. Las cosas que me crispaban ahora no son tan graves ni tan malas. Ya no soy quien era y eso me hace sentir bien. He cambiado lo malo gracias a lo que me pasó, no sé si sin eso me hubiese dado cuenta de todo. No sé, tampoco, si otro podrá lograrlo como yo.

Tiffany: Fui una zorra pero ya no más. Siempre habrá una parte de mí que sea sucia y descuidada pero me gusta, eso y las otras partes de mi misma. ¿Puedes decir lo mismo de ti? ¿Puedes perdonar?

Ahora estoy preparada, me siento fuerte, madura y tolerante.

Pat: El mundo te romperá el corazón sin piedad. Eso está garantizado. No sé cómo explicar mi locura o la de los demás.

No sólo el mundo es el que rompe sino la gente. La verdad que es así como es el mundo. Pero, y es bueno saberlo, la cura se encuentra por casualidad y causalidad. Empezando por uno mismo, porque con esa energía atraes lo bueno. Por eso le agradezco a él que me ayudó tanto y que lo sigue haciendo. Por las sonrisas, las conversaciones, los celulares, el agua, los almuerzos, el regalo y  por bailar conmigo igual que Pat y Tiffany en su rutina de baile. Y si yo fuera Pat…

Pat: Querida Tiffany, sé que tú escribiste la carta. Sólo se puede revertir la locura haciendo algo loco. Gracias. …… lo supe ni bien te conocí.

Ahora, lo que sé: me esperan cosas grandiosas y mejores, todo pasa por algo, la familia es lo más importante, soy una persona excelente, soy graciosa, las cosas buenas llegan en el momento que menos esperas y muchos clichés más que por algo son clichés. Sé que es fácil dejarse llevar por otras personas, que es una idea mía o tal vez la verdad, que una chica puede deslumbrarte si se alucina y se presenta como mala, profunda y similar a ti. Pero una pose se descubre, más entre nosotras, las mismas chicas. Sé que me perdiste y aún peor, perdiste a mi familia y créeme, gente como ellos no encontrarás jamás. Una persona como yo no hallarás nunca porque, hey!, he reparado mi ego y sé lo que digo.  Gracias a todos los que me ayudaron y en especial a ti, sabes quién eres pero no sé si lees esto, porque como dice Pat: El domingo es mi día favorito otra vez. Pienso en todo lo que hicieron por mí y me siento afortunado. Esta foto es como yo recuerdo mi relación, como intenté ser la mejor a pesar de mis propios contras y como intenté guerrear por conservar lo más hermoso, nuestra esencia y complicidad, nuestros chistes y nuestras formas. La veo y me da mucha nostalgia pero también pena. Pero no por mí. Como dijo Robert De Niro en el papel del padre de Pat:

TIENES QUE PRESTAR ATENCIÓN A LAS SEÑALES. CUANDO LA VIDA TE ENTREGA ALGO ASÍ ES UN PECADO NO APROVECHARLO.












''Porque puesto a confesarte
aún le tengo miedo a tenerte delante
Porque en cuanto me descuido,
me atropella algún recuerdo en el pasillo.
Porque no puedo negarte,
que te quise sin querer y más que a nadie.
Porque mi doctor previno,
que para este corazón estás prohibido''



24 de enero de 2013

¿Qué hacer para merecer esto?


Creo que ya he escrito sobre cómo conocí y me  fui acercando a Almodóvar. No me acuerdo. Qué horrible no acordarse de lo que sale de tus propias manos. Pero de todas maneras, siempre es bueno regresar y recordar el inicio que a la vez es anécdota.

Lo primero que pasó fue una reunión familiar de domingo que es más o menos lo que saben todos: un almuerzo, música, encuentros y demasiadas voces y gritos simultáneos.  Para una niña de 11 o un poco menos, retraída y sin mucho entusiasmo por la comida, es comprensible que después del almuerzo y durante la tertulia posterior, la atrape el aburrimiento. Para otra niña de unos 13 años, totalmente diferente a ella, es evidente que no, porque esa otra niña era su prima y tenía, en ese momento, mejores ideas y otras intenciones.

Entonces Consuelo, la prima de esta niña que soy yo, Lucia, me hizo una invitación tranquila y aceptable: ver una película.

Así que nos escabullimos de esa reunión y entramos al cuarto. Era invierno, me acuerdo. Hacía frío  estaba oscuro y nublado.  Yo me senté en la cama mientras ella revisaba películas en un cajón.  Aun pienso que los ojos le brillaron un poquito cuando sacó la película que había escogido y conociéndola, no es fácil lograr ese efecto.

Me enseñó un DVD que decía "Entre tinieblas" de Pedro Almodóvar. La portada del DVD tenía un tigre vestido con un hábito de monja y ni siquiera lo bizarra de esa imagen fue una precaución de toda la locura y desenfreno que la película contenía en realidad. El brillo en los ojos de Consuelo pasó de conmovedor a  diabólico y trató de hacerme una mini reseña sobre la película y sobre Almodóvar. Sus cosas raras, pensé. En ese momento no la entendía como creo hacerlo ahora.

Puso la película y se veía antigua, se sentía antigua. Lo primero que me atrapó fue el acento español que es tan cómplice y tan delirante. Después los paisajes, los elementos tan cotidianos, contaminados y tocados. Pero yo era una niña y no hay que olvidar eso. En cuanto aparecieron imágenes típicas "Almodovarianas" debo confesar que me impactaron tremendamente. Miraba a Consuelo que gritaba frases de incredulidad, de sorpresa y disfrutaba, la veía reír y emocionarse.

Ver a monjas inyectándose heroína, hablando lo que uno no se espera, lo tétrico de los ambientes y lo inimaginable dentro de lo que das por seguro, es una de las cosas entendí después de ver "Entre tinieblas" y sin duda, fue lo que me hizo querer acercarme más a Almodóvar y conocer lo que había hecho. Unos años después vi "Todo sobre mi madre", "La flor de mi secreto"," Volver", "Hable con ella", "La mala educación", "Los abrazos ratos", "Tacones lejanos", "La piel que habito" y otras más que me hacen seguir con sed de descubrimiento.

En las películas de Almodóvar con su influencia y todo lo auténticamente grotesco que se puede ver, los personajes son todo lo que nosotros, en la realidad absoluta, no nos atrevemos a ser ni a decir, lo que queremos pero no podemos. Todos nuestros demonios, lo más miserable y lo más inmaculado del ser humano envuelto y contrastado en varios personajes.  Por eso siempre recordaré esa tarde, esa película y esas miradas de Consuelo. Además de lo que ya dije, porque me hizo comprender qué  es lo que hay y, tal vez, qué es lo que intento buscar.  Está lo cotidiano, lo neblinoso de los ambientes, los colores, el hogar, la música, las sensaciones, los secretos a voces, la suciedad de la calle, lo absurdo que es todo sin que lo que sepamos.




El soundtrack en las películas de Almodóvar es lo que para mí aporta más a la historia, lo que más me hace estremecer y se queda para siempre. Esta escena es de Hable con ella. (Dario Grandinetti) está en una reunión escuchando a Caetano Veloso mientras imagina ver a su esposa fallecida (Rosario) Como si no alcanzara, aparecen Marisa Paredes y Cecilia Roth, chicas Almodóvar por excelencia.

''... jura que el mismo cielo
se estremecía al oír su llanto''


17 de enero de 2013

90s


A veces en la tele, sobre todo en los programas de domingo, he visto reportajes sobre años pasados siendo presentados como gloriosos. Los 60’s, 70’s y 80’s con sus modas, música, ropa, contexto  y demás cosas me hacían sentir como una persona nacida en un tiempo equivocado. Mi época me parecía aburrida, como si nada me hubiese marcado o recuerde algo con nostalgia. Sin duda sucedieron cosas importantes o cruciales desde el momento en que nací (1992) como la captura de Abimael Guzmán y la disolución del congreso, entre otras. Pero yo no recuerdo nada de eso.  No recuerdo haber visto algo así como puedo hacerlo ahora.  Lo que si se ha quedado en mi MLP (memoria a largo plazo, aplicando conocimientos psicológicos) son sucesos o hechos tal vez menos importantes pero que creo no sólo yo recuerdo sino muchas personas que ahora tienen mi edad o un poco más.  Esta es una lista con 5 pequeños recuerdos de mi infancia limeña y la de, espero, muchos de mis amigos de Facebook y si hay otros, mejor.

1.       All my loving, Karina.

Yo creo que es muy probable que muchos de los que hemos sido niños a fines de los 90, nos hayamos despertado temprano un sábado con la única motivación de poner en canal 4 y ver Karina y Timoteo. A mí me alucinaban los trajes de ella que la hacían parecer un caramelo y ahora que lo pienso bien, me daba un poco de cosa ese gusto-enamoramiento-casi incesto inapropiado de Timoteo hacia Karina. Pero no todo era tan traumatico. Recuerdo los dibujos, El Chavo, los juegos y sus presentaciones en la Feria del Hogar. A veces tengo evocaciones fugaces de Nubeluz. Pero Karina y Timoteo eran los nuestros.

2.       Chiki y caries.

No sé si tomar esa gaseosa producía caries pero me pareció buen título. Recuerdo que había Chiki amarilla, roja y azul. Qué asco. Pero me encantaba cuando en los cumpleaños todos los salvajes de medio metro nos matábamos entre nosotros para acercarnos a tomar una. Después la lengua se ponía del color de la Chiki elegida y enseñársela a algún amigo era básico. Me alivia que ya no estén en venta porque a estas alturas, seguramente ya se le habría ocurrido a alguien ponerle algún tipo de trago y la Chiki es pura inocencia. Hace mucho tiempo que yo no tomo gaseosas pero si me ponen una nostálgica Chiki al frente, no me lo pienso.

3.       Marinero, marinero.

A mí me gustaba Matías y a todos los chicos les gustaba Sandra. Estos Parchis no eran españoles sino argentinos y llegaron a Perú un verano para tener un programa y yo lo veía siempre también en canal 4. La canción Marinero armaba la fiesta y me resiente un poco que no la pasen en el momento de la Hora Loca. Supongo que tendremos que esperar a ser un poco más viejos para aprender a valorarlos con debida nostalgia y se ganaran un lugar en ese mix de 10 minutos a más. ¿Quién te enseño a nadar? ¿Fueron las olas del río o las del mar?
  
4.       Una fan enamorada

A mí nunca me ha gustado la salsa, mucho menos sé bailarla. Pero si algún momento de acercamiento tuve con este ritmo fue con Salserín. No gritaba como una histérica en la Feria del Hogar ni en la Plaza de Acho por ellos porque no era tan grande en ese entonces pero si bailaba como desquiciada en mi casa. Confieso que aún me gusta Servando y que no puedo superar sus nombres, son demasiado raros. Pero me niego a pensar que a alguna persona que siendo niño, púber o adolescente a fines de los 90 no le gustaba Salserín ni cantaba De sol a sol. A mí la vueltita me mataba.


5.       Hay un amigo en mí.

Si lloraste con la tercera película, entonces sabes de qué hablo.  Si no te avergonzó hacer cola con tus 19, 20, 21 o 22 años para verla en el cine, entonces sabes de qué hablo. Si quisiste un Buzz Light Year o un Woody para tu cumpleaños, entonces sabes de qué hablo. Si piensas que Andy es el niño con más suerte del mundo, entonces sabes de qué hablo.  Si es la única película norteamericana que disfrutas más oyéndola en español que en inglés porque así la viste desde la primera vez, entonces sabes de qué hablo. Bueno, eso me pasa a mí. Toy Story debe ser una de las películas más bonitas de esa generación y todos los niños de ese tiempo la recordamos. Tanto o más que, por ejemplo, Harry Potter. Deben aceptar que esas dos películas cambiaron  nuestras  vidas y que desde ese momento tenemos dos  ilusiones no perecibles: recibir una carta de Hogwarts y poner una cámara a ver si nuestros juguetes cobraban vida cuando no estábamos.  






10 de enero de 2013

Boda de papel


El 7 de enero este humilde blog cumplió 1 año y me siento muy contenta por eso porque nunca he sido lo suficientemente constante con las cosas que me gustan hacer. Generalmente, cuando empiezan a aburrirme las dejo. Me ha pasado cada vez que intentaba aunque sea pobremente, ser actriz, cantante, YouTube gurú y administradora de negocios del puesto de limonada que tenía con mi hermano. Me ha tomado un tiempo aún, darme cuenta que las cosas que amo difícilmente me aburrirán y que, aunque me tome algún tiempo tal vez una pausa, siempre regresaré a ellas. Además, por esa poca constancia fue que me planteé publicar todos los jueves, para sentir además de un disfrute, un compromiso.

Cuando era más chica escribía cosas que ahora me parecen estúpidas pero que al fin y al cabo eran mías. Escribía cuando estaba en mi cuarto, en el colegio y alguna vez en la computadora vieja de mi padrino. Escribí algo así como un diario.

Fue mucho tiempo después, cuando empecé a estudiar periodismo que escribí más y más y más. Necesitaba dar mi opinión, sustentarla, tener estrategia, ser astuta y perspicaz. Uno va intentando lograrlo poco a poco.

Entonces se me ocurrió crear un blog para poner algunos trabajos escritos de la universidad con fines estrictamente académicos. Al comienzo buscaba en las páginas web de diarios noticias que me llamaran la atención, que me indignaran o que simplemente me jalaran para comentarla y escribir sobre ellas aquí. Hasta reclamaba siempre mi Publímetro a ver si me daba alguna idea. Ya no lo hago. Publímetro me intriga.

Después de esa etapa, sucedieron cosas que hicieron que mi propósito cambie y empecé a escribir cosas mucho más personales que académicas pero definitivamente coyunturales. Nunca me gustó que mis amigos, familia o quien sea, vea lo que escribía, tal vez porque a veces, solo a veces, soy un poco reacia a las críticas pero también confieso que no escribo para nadie más que para mí, salvo cuando dedico los textos, claro. 

No me gusta estructurarme cuando intento escribir y no digo que sea la mejor. De todas maneras, todos los que escriben en un blog, en un cuadernito o donde sea y que lo hacen para sacar algo que se lleva interiorizado, debemos aceptar que tenemos algo de egocéntricos. El trabajo terminado y el alivio del fin de la catarsis es lo mejor y nos sentimos a un pasito de levitar.

Por eso escribo aquí y por eso cree esta cosita llamada ''El hit de los hits''. Ahora, habiéndose cumplido 1 año desde el nacimiento de este blog, explicaré el nombre, es algo simple: es por una canción de Charly García llamada No voy en tren, la estaba escuchando cuando empecé a crear el blog y como era una versión en vivo, había una parte en la que él hablaba y antes de cantarla, presentó la canción como: El hit del hit de los hits de los hits. Y así fue como surgió.

Otra cosa por la que a veces me preguntan en Facebook las personas que me han leído es por un personaje que apareció aquí. Algunos piensan que Laura Sorel soy yo. La verdad es que tiene algo de mí pero no estoy segura si podría ser yo. Laura es una persona que cree, que nació con 19 años, que es nueva en mundo nuevo y que a veces, inevitablemente, recuerda su viejo origen y su otro mundo. Laura es una chica que estudia en la universidad y a la que le pasan cosas como a cualquier otra persona. Pero Laura anda algo así como en un gabinete y sólo sale de vez en vez que mayormente es cuando me gana para escribir.

Por ahora, la única intención que tengo con este blog es que sea casero y para satisfacerme. Y si a alguien que lo lee le satisface también, es una alegría para mí. Me parece mentira pero a veces estoy en Facebook después de publicar y amigos me abren conversación para felicitarme y decirme qué y cuánto les gusto. Eso es bueno, a quienes quiera que lean esto, ¡gracias!

Esto es más o menos todo lo que tengo que decir y si se me permite pedir un favor es que vean y escuchen los videos que cuelgo a final de cada texto ¡porque son importantes para la historia! no sé si lo hagan pero me gustaría que sí. También decir que es divertido escribir y no sé si lo hago bien, lo que sí sé es que me siento bien haciéndolo y tener un espacio para continuar y compartirlo es algo muy reconfortante. Nada es malo ni bueno. Todo depende.




''Porque no hay nadie que mi piel resista, 
porque no hay nadie que yo quiera ver. 
no veo televisión ni las revistas 
no veo ya nada que no pueda ser''



3 de enero de 2013

Sinfonía de canciones que les de la gana

Cuando era niña, y me refiero a cuando tenia 5 o 6 años más o menos, recuerdo que Tuto (mi abuelo) se sentaba todas las tardes en la sala de su casa a escuchar música con las luces apagadas y las cortinas cerradas. Sentado en el sofá individual, no permitía que nadie lo moleste, miraba  un punto fijo y se dejaba ser junto a la música.

Al menos esa era la imagen que yo veía ni bien me asomaba por la puerta a ver qué era que andaba haciendo que lo tenía tan concentrado. De repente el punto fijo era yo y él me decía: ven.

Entonces yo me sentaba a su costado y me sumergía en el sonido como él. Recuerdo escuchar los poemas loncos arequipeños con ese acento que aún ahora me parece gracioso, en especial un poema que hablaba de un hombre que había perdido un burro y, por lo tanto, debía ir a buscarlo por los cerros. Recuerdo también las tardes nubladas de Lima oyendo los yaravíes que, tristes como eran, me parecían lamentos armoniosos. Había espacio para Los Panchos, Los Dávalos, rancheras poderosas y algunos tangos de frente marchita.

Es por eso que ahora, mientras escribo esto, me doy cuenta toda la influencia que ha podido tener mi familia en mi gusto por la música. Cada uno me ha dado algo. Mi papá me enseñó el rock, si no fuera por él no tendría idea de quiénes son los Rolling Stones AC/DC, The Beatles, etc. Mi padrino me presentó a Calamaro, Charly, Fito, Drexler, Sabina, la trova que quiero y amo. Mis abuelos y me refiero a los cuatro, me propusieron las canciones y cantantes que hoy podrían llamarse antiguos: Rocío Dúrcal, Juan Gabriel, Gardel, Leonardo Favio y por supuesto, a bailar con Los Pacharacos. Pero mi mamá me enseñó lo más importante porque ella ama a Maná y a Arjona. Me enseñó y confirmó aquella frase de Serrat que dice que contra gustos no puede ni debe haber disputas y que no hay por qué juzgar. Bromear sí.


Yo sola y gracias a la maravilla que es Internet descubrí a otros y así iré descubriendo más. Hoy, mientras intentaba enseñarle a mi abuelo cómo manejar un cable USB para que pueda escuchar sus canciones de siempre, me doy cuenta de lo importante que es la música y qué incondicional compañera puede volverse. Y, por supuesto, una compañera para quien mejor le siente. Por eso no entiendo a qué se refieren cuando llaman ''buena'' o ''mala'' música. Eso depende de cada persona y ni siquiera el reggaetón me parece reprochable si es que hace saltar del asiento a alguien como hace saltar a otro que canta ''Twist and shout''



''Déjalo todo y sígueme.
Trinaba mágica.
La voz del músico.
Pariendo música''