27 de diciembre de 2012

De vez en cuando en la noche


Siempre me he sentido orgullosa de decir que soy noctámbula. Pero no ''bohemiamente'' hablando. Es decir, me gusta la noche: me gusta quedarme despierta sin poder dormir y ver cómo es que amanece y el cambio de colores en el cielo.

Pero a veces no todo es tan rutinario como eso y pasan cosas que no esperas, pasan cosas que no te gustan y que no esperas.

Estaba yo echada en la cama en el cuarto de mis papás viendo videos de Pimpinela, deseando apellidarme ''Galán'' por 5 minutos y el teléfono de mi casa sonó. Mi mamá, que estaba echada a mi lado, contesto y un gesto que se me hacía familiar apareció. Casi adivinaba lo que estaba pasando: mi abuela estaba mal.

Mi padrino me ha dicho muchas veces que debemos acostumbrarnos a esto porque claro, ella no tiene 30 años. Pero la verdad es que nunca podré estar tranquila si sé que algo, lo que  sea,   le duele, le incomoda, le molesta o la tiene pensando demasiado. Eso. Porque ella piensa mucho, igual que yo, y se preocupa. Su mente, como la mía, es tan fuerte que su físico se afecta.

Entonces mi mamá se pone nerviosa, intenta calmarse pero no lo consigue, le dice a mi papá que la tienen que llevar a la clínica. Me ofrezco a acompañarla.

Salimos hasta su casa y ahí esta ella: adormecida en su cama por las pastillas, con un temple extraordinario y tratando de convencernos a todos de que esta perfecta, que no nos preocupemos. Lo último que hacemos es hacerle caso porque la amamos. Finalmente, la llevamos a la clínica.

Llegamos y la dirigen inmediatamente a Emergencias donde están una chica que, según mi propio criterio y diagnóstico podía estar a punto de ser operada del apéndice y un hombre con un fuerte dolor de cadera. A ella la echan y es momento de ponerle suero. Las agujas siempre me han dado miedo e intento no mirar.

Pero unos segundos después la curiosidad me vence y acerco un poco la mirada. Veo como mi abuela sufre de dolor porque no pueden encontrarle la vena y sólo ver su cara me hace llorar. No puedo imaginar que algo, por pequeño que sea, pueda herirla. No lo tolero.

Salgo del cuarto y voy donde mi padrino, que está sentado porque aunque no le guste que lo diga, es más cobarde que yo. O tal vez tan sensible como yo y no puede siquiera acercarse.

Regreso a Emergencias. Veo a mi abuela más adormecida, con el semblante cansado, con sueño y me da rabia. Me da rabia que cualquier persona la vea así y no la vea feliz, sonriente, bailarina y buena onda como es siempre. Es como si fuera otra persona y no me gusta. No es ella.

Después de estar en la clínica unas 3 horas, nos dicen que podemos regresar a casa. La arropamos bien y la subimos al auto. Tranquilidad y un poco de risas mientras escuchamos Radio Mágica y mi mamá se duerme en el hombro de su madre.

Cuando llegamos, es mi abuelo, Tuto, quien abre la puerta y confirmo algo: él está absolutamente enamorado de ella, la ama y jamás podrá vivir sin ella. A pesar de esa apariencia tan rígida, dura y tan ''Tuto'', es más dulce que un kiwi si ella se pone mal.

La dejamos y nos vamos. Camino a mi casa pienso: qué suerte tenemos de poder llevar a mi abuela a una clínica con todas las comodidades y qué injustas pueden ser otras situaciones en las que tal vez una señora de la edad o mayor que mi abuela, está rogando ser aunque sea puesta en el piso de un hospital del Estado.

Pienso en eso y se me revuelve el estómago. Pienso que con mi abuela, como con todos los ancianos, la vida es cuestión de segundos, de decisiones rápidas, de determinación, que un dolor de brazo puede significar, unos minutos más tarde, menos aire en el mundo, que son tan frágiles ahora como lo seremos todos después,

Pienso que todos y más aún ellos, mi abuela y sus ''colegas'' merecen que un hospital, un servicio público, privado o lo que sea se haga de la mejor manera, merecen un gesto, una sonrisa, una atención digna. Merecen el trato más inmaculado y prolijo porque están, tal vez por estadística, un poquito más cerca al cielo, pero sin dejar, por supuesto, de ser humanos, de ser personas con derechos con la única desventaja de la experiencia y los pasos lentos.



''Caminante, son tus huellas el camino''


20 de diciembre de 2012

Finite Incantatem

Me gusta que todos hablen del fin del mundo. Tal vez porque mientras más bromas se hacen al respecto, menos conscientes somos de lo que significaría un escenario en las magnitudes que se especulan. Cuánta desgracia, desolación, desesperación y sobre todo, el aferrarse. Pero tal vez sea así nomas, como una disolución automática, un apagado de luces directo y sin dolor. Yo, la verdad, lo preferiría así. Para que al menos cuando todo haya acabado, no existan más desigualdades porque todos, absolutamente todos, habremos terminado.

Pero, ¿cómo podemos atrevernos a hablar de algo semejante y con tan poca precisión? o es que, en verdad, lo que queremos es que se acaben las cuatro paredes en que vivimos, algunos con más otros con menos pero que, después de todo, nos toca compartir. Este mundo. Me parece que lo que cada uno quiere, quizás, es que se acabe cierta parte de lo que se da por conocido, dejar muy atrás, en la absoluta destrucción, lo que vemos, somos y tenemos todos los días.

Qué intrépido. A mí, por ejemplo, me entran ganas de que de repente, todo desaparezca: todo lo que conozco, lo que me hizo mal, lo que me hizo bien, mi cuerpo, su cuerpo, las historias y mi cerebro, porque así será más fácil todo, al menos en el segundo en que todo se esfume, después nadie sabe lo que habrá, lo que no habrá.

Es desplazar una etapa y mudarse a otra, descartar una forma y tomar alternativas. Es lo que acaba y lo que viene después, ¿acaso no entienden? todos hemos tenido un fin del mundo, fin del tuyo, fin del mío. Y tal vez la incertidumbre de lo que es desconocido es lo que nos lleva a desearlo.

Yo no deseé mi fin del mundo. Pero algo me decía que se aceraba. Mi fin del mundo sí fue este año y sin embargo, aquí sigo. Mi mundo de antes ya no.

Antiguamente, en mi otra era, tenía a alguien y hoy ya no lo tengo. En la otra vida, hacia cosas que ahora ya no hago, creía cosas que gracias al derrumbe ya no creo. Ahora supongo otras. Pero es difícil levantarse después de la colisión. Es muy difícil. Por eso dije que prefiero un apagón general.

Todos hemos tenido un fin del mundo, ¿sino de que aprendemos? ¿Todo sigue siendo igual para todos? el mío fue este año y no me gustó. Más que nada por el hecho de empezar desde los escombros. Siempre que cambie nuestra modo de caminar, de vivir, de pensar y de tener, nuestro mundo, tal vez uno más pequeño, ha cambiado. No sé. Me parece.



''Es que nadie nace sabiendo
que morir también es ley de vida''




13 de diciembre de 2012

Serrat me besó


El año pasado cancelaron el concierto que iba dar Joan Manuel Serrat en Lima. Yo tenia la primera fila y cuando me enteré, comencé a llorar desconsolada porque pensé que tal vez era imposible que regrese después del desplante que la hicieron horas después que Susana Villarán lo había condecorado en la Municipalidad. Yo quería verlo.

Pero las cosas jamas son como uno piensa y eso es en serio: este año, anunciaron que venia Serrat a dar un concierto pero con Joaquín Sabina. Yo, de verdad, hubiese preferido que venga solo pero de todas maneras tenia la oportunidad de verlo.

El día que iban a salir las entradas a la venta, a mi me tocaba hacer una entrevista en el estudio de la universidad. Por eso ni bien terminé, llamé a Teleticket a preguntar si, efectivamente, las entradas ya se estaban vendiendo. Me dijeron que sí, que empezaron a venderlas 1 hora antes. Corrí  empujé a las personas, tomé un carro y fui al Wong de Chacarilla.

Pero cuando llegué al stand de Teleticket, me di cuenta que me faltaban 20 soles del total que costaba la entrada. Me quería morir porque la primera fila en la zona central aún estaba vacía  Llamé a mi mamá y después de putearme aceptó ir a Wong a darme lo que me faltaba porque yo no tenía más. En todo el tiempo que mi mamá demoró en llegar, toda la zona central de la primera fila ya se había acabado. Pero la zona lateral estaba libre y aunque no era lo que quería, me pareció bien. De todas maneras estaría cerca. Después de ese día  guarde mi entrada y no pensé en el concierto hasta la misma semana en que pasaría porque no podía creerlo.

El dia que fue el 5 de diciembre, esta en el video que está más abajo y que invito a que vean. No se trata de una canción filmada en el concierto nada más, es una recopilación desde que empezó ese día que para mi fue uno de los más raros de mi vida. Pero cumplí un sueño: ver a Serrat. Por lo menos a unos 10 metros o un poquito más. Ah, algo que no se ve en el video es el beso que Serrat me mandó desde el escenario cuando vio mi polo (decía: Serrat, eres único  y lo hizo después que Sabina me viera primero, me reclamara desde el escenario por qué no tenía nada para él y el mismo llamó al Nano para que me viera.

Mención a parte: El día después del concierto de Serrat fue el concierto de Pimpinela, al que también fui solo que esta vez en la quinta fila (mi lema: a un concierto hay que ir cerca, sino no se disfruta) ahora: ¿Qué es Pimpinela? Para aquellos que no saben, los ilustro. ¿Alguna vez escucharon una canción que en cierta parte decía: olvídate todo tu para eso tienes experiencia? Bueno, no es tan cómico  Es una canción hecha por dos hermanos argentinos llamados Lucía y Joaquín Galán. Para todos, un consejo: no se queden con lo único que se les muestra. Así como Calle 13 no es sólo Atrévete  Pimpinela no sólo es esa canción, tiene muy buenas y de verdad, confieso que la energía en ese concierto fue mucho mejor a la del concierto de Serrat y Sabina, la gente estaba loca, todos cantaban las canciones, buena onda, todas las edades, etc. Fue un concierto muy bueno. Y, como empezaré a hacer costumbre (espero) también fui con un polo que pongo aquí al lado y como estaba cerca, Lucía Galán lo vio y me mandó otro beso. Fui feliz.

Solo fue una mención. Me gustaría que vean el video del 5 de Diciembre de 2012, el día en un sueño se cumplió, porque los milagros o al menos los empresarios que trajeron a Serrat, existen.

Una hurra por el Nano y otra por los geniales Pimpinela.


He aquí el video.







Y aquí, uno de los Pimpinela.



6 de diciembre de 2012

De vez en cuando la vida y casi la muerte


La luz que entra por la ventana casi la ciega y mientras intenta cubrirse los ojos con su mano derecha, reconoce lo tétrico de ese lugar: el polvo, el olor, la vista, los colores de la habitación.  No hay flores a su costado, tampoco un teléfono, sólo una absurda división entre ella y alguien igual o peor.

Habiendo logrado distraer al sol y a la empeñosa luz que la torturaba, comienza a preocuparse por esas 4 personas que la esperan. Pero no piensa en ella, jamás ha pensado en ella.

Entonces, como es su método, canaliza todas sus preocupaciones y las tiende en un punto fijo a donde ella se dirige con sus ojos y el cuerpo en horizontal, frunce el ceño y le brotan gestos de dolor en todo el rostro. Pero no llora.

Sus párpados son las persianas que la ventana del costado no tiene. Y van cayendo, entrando en ese curioso trance en que nos introducimos todos cuando estamos entre dormidos y despiertos. Estando profundamente dormidos pero a la expectativa de abrir los ojos al menor sonido o movimiento de una pelusa.  Su cabeza está inclinada sobre la almohada y ella al borde, como siempre. Decide dejarse ir y empezar a dormir.

Pero dos personas con batas percudidas se acercan. Edna abre un poco los ojos hasta que puede ver a dos borrosos hombres con esas mismas batas percudidas que la miran con resignación, como un perro al borde del sacrificio, como cualquier cosa, como un descartable inminente.

No había mucho por hacer y así, con el desprecio que caracteriza a lo público en este país, ambos señores mandaron a Edna a su casa. Una patraña disfrazada. Que muera en su casa, que en esas cuatro paredes las oportunidades se anulan, que una vida no vale un esfuerzo.
Así, Edna regresó a su casa al lado de sus hijos, su esposo y su hermana, aquellos que tal vez si creían en posibilidades. Dos hijos adolescentes, un esposo casi ausente, una hermana enferma. Su vida, sus ganas. No quería regresar a aquel cubo de hielo que había prometido ser su salvación, de ese lugar se salía, irónicamente, si querías vivir.

Edna no quiso volver y cumplió. De ella jamás nadie se ocupó demasiado y si se iba envenenando más o no, aquello terminaría siendo una pena más de esas que tanto guarda. Nunca supo más. Pero semanas después, ya no de día sino de noche, estando Edna acostada, vislumbró una figura inmaculada, intocable, divina: una virgen. Su nombre: Fátima. Una mujer de piel fosforescente que se lanzó sobre ella atosigándola de tranquilidad y alivio. Edna gritó con lágrimas en los ojos. ¡Jassiel! ¡Jassiel! Le gritaba a su hijo, que corriendo llegó hasta su madre y la vio acostada, al borde como siempre, siempre al borde con los abrazos abiertos y con apariencia de haber recibido un gran peso sobre ella.


Un milagro, coacción de la mente, un sueño, destino o azar. Edna no regresó más a ese tétrico lugar, a ese in-hospital y aquel cáncer salió de su cuerpo por ese momento y para siempre.
Lo que sea que haya pasado, pasó.




"Si en el firmamento poder yo tuviera, 
esta noche negra lo mismo que un pozo, 
con un cuchillito de luna lunera, 
cortaría los hierros de tu calabozo. 
Si yo fuera reina de la luz del día, 
del viento y del mar, 
cordeles de esclava yo me ceñiría 
por tu libertad"


29 de noviembre de 2012

¡Hartas!

Nunca me gustó salir a la calle luciendo muy femenina. Me aterrorizaba la idea de que algún hombre me grite algo porque me daba vergüenza y además jamás me ha gustado que me miren y llamar la atención. Entonces poco a poco me fui acomodando a la idea de que si no quería ser atacada por algunos de estos ejemplares, debía salir con look para la misa. Poco a poco me adapté y hasta me terminó gustado. Cuando me acompaña a comprar ropa, mi mamá siempre me dice que me visto como abuelita, lo cual es cierto, hasta me gusta.

Fue por las cosas que me gritaban en la calle que decidí esconderme  y solo me faltaba un velo para caminar tranquila.  Hasta ahora me gusta vestirme así: modosita. Pero descubrí que siempre he querido usar ropa que un miedo absurdo me impedía. Descubrí que esas "cosa" que nos gritan a las chicas en la calle no son simples palabras o frases groseras, eso se llama ACOSO CALLEJERO. Así, con todas las letras. Y es algo  con lo que las mujeres tenemos que lidiar día a día y en cualquier momento.


En las combis, en la calle, en las fiestas, en todo lugar. Hay un chip que se tiene que hace pensar que una mujer tiene la culpa del acoso por vestirse de una manera u otra. Primer error: yo puedo vestirme como me de la gana, incluso salir en sostén a la calle y ningún hombre puede hacerme nada. No tiene por qué.
Es difícil erradicar el machismo y el acoso si se trata de conversar con gente que no tiene ningún respeto por nosotras y que se olvidan que nacieron de una mujer. Por eso hay que empezar con nosotras. Yo ya lo hice y es genial.

Estaba ya desesperada por las cosas me gritaban en la calle. Y sé que cualquier chica me dará la razón si digo que es una de las cosas más  horribles por las que se pasa. Pero un día vi la luz y decidí que, al primer ataque que reciba, iba a responder, que ya no iba a tener miedo. La primera vez siempre es difícil pero ES. Estaba saliendo del estudio de mi universidad y un chico me grita una grosería. Me paré en seco, me di la vuelta y me le enfrenté. Trate de hacer un escándalo para que se sienta avergonzado por toda la gente que empezó a mirar. Le pregunte que qué se había creído, le pedí que repita lo que dijo, le grité que era un irrespetuoso. Y me sentí tan libre, tan tranquila que desde esa vez, no he dejado de hacerlo.

Desde esa vez me sentí fuerte y con un escudo muy grande: mi propia fortaleza. Me he comprado tacos, shorts, polos cortos y ya no tengo miedo de vestirme como se me ocurra en las mañanas porque sé con certeza que el primero que me diga algo será mandado muy al diablo por mí.

Obviamente, hay que tomar precauciones y hacerlo siempre y cuando se esté en un lugar lleno de gente. Estas personas son gente cobarde. Pregúntenles su nombre, denuncien si hay alguna comisaria cerca o llamen a la policía. No hay que tener miedo, el cambio debe empezar por nosotras mismas, aunque suena a cliché. No hay que dejarnos. Quiero caminar y ponerme lo que se me cante porque soy una chica y todas las chicas, aunque digan que no, queremos sentirnos lindas, atractivas y vernos bien: lucirnos.

No es que sea la abanderada del feminismo ni nada que ver, pero con estos temas hace falta serlo en la justa medida. GIRL POWER a todas las chicas que lo necesiten, libérense y griten y defiéndanse porque las hará sentir bien. Yo lo hice y es lo máximo,  les dará una seguridad impresionante.


''Un fulano me gritaba: 
si fuera helado me la chupaba 
otro dijo: yo soy perro, 
pos tus huesos voy y entierro 

el muy bestia no respeta 
yo me volteé y le di en la jeta 
y es que soy cosita seria 

no tengo pelos en la lengua 
ya supere el qué dirán''




Otra canción: porque TODAS queremos caminar como Christina Aguilera y sentirnos hermosas! ''This is for my girls around the world''


22 de noviembre de 2012

Auto post


Hoy, 22 de noviembre de 2012, cumplo 20 años. Me da cosa sólo mencionarlo. A pesar que hace un año quería pasar de una vez la barrera de los "dieci…", no pensé que iba a ser tan rápido y ahora me siento, incluso, más adulta (lo cual es muy raro ya que no tengo ninguna responsabilidad de adulta, más que estudiar)

No sé muy bien qué escribir. Puedo decir que nací a las 8 de la noche, que era día de elecciones y un montón de cosas más que, por supuesto, no me acuerdo. Pero eso es muy aburrido y me doy cuenta que, a mis 20 años, no sé tanto de mí. Pero al menos tengo consciencia de algunas cosas:

No me gusta que piensen que soy un monstruo, no lo soy. Creo que la gente que me conoce piensa que me molesto por todo, que soy loca, muy impulsiva y otras cosas más que solo de pensarlo no me gustan. Me encantaría que sepan que si algunas veces he sido así no es a propósito y cuando me doy cuenta que he hecho algo que ha podido dañar a alguien de la manera que sea, me siento muy mal. No soy un monstruo, en serio. Al contrario, soy muy miedosa… tengo miedo de muchísimas cosas y pienso mucho en lo que va a pasar y eso más que organizarme, me atormenta. También soy llorona, lloro de todo. Me tomo las cosas muy en serio, ando preocupada, intentando descifrar a todo el mundo (y a veces creo que lo logro) eso, sin querer ser muy soberbia, creo que es un don que tengo. Se cómo es una persona en realidad, lo que me lleva a adelantar juicios sobre alguien sin siquiera haberle hablado. A veces, cuando me he equivocado, me ha dado mucho gusto porque pienso que siempre será bueno conocer a la gente y descubrirlas más allá de prejuicios.

Mi extrema sensibilidad es un párrafo a parte. Soy muy sensible. Demasiado. Esto me ha traído muchos problemas. Es más, mi sensibilidad fusionada con mi característica exageración Reymer me destruye. Me han dicho muchas veces que me gusta sufrir, que me gusta sentirme mal. Y eso me pone nerviosa. ¿Cómo a alguien le puede gustar sufrir?  A mi no me gusta. Ando pensativa todo el tiempo y siempre siento que algo falta, que no puedo estar completamente bien y además, los días en que todo me sale bien, siento algo raro. No me gusta sentirme mal, me siento mal muchas veces porque mi naturaleza es así. Pero esto no ha sido siempre un castigo. Creo que mi sensibilidad me ha ayudado a tratar con la gente, con las situaciones. No me gusta el ambiente feo. A pesar que me encantan las peleas. Trato siempre de ser cordial, aunque no crean. Hasta a veces creo que me pasan por encima por eso. Es algo en lo que trabajaré. Lo prometo.

De mi puedo decir que me encanta la música pero TODA. No me gusta cuando discriminan géneros. Me molesta. Yo escucho todo y no asqueo a nada. Me parece algo muy estúpido. Me gusta cantar y más si es que nadie me escucha. Me gusta hablar mucho, me gusta leer, me gusta ver tele y ver COMBATE, me gusta tomar mi leche, me gusta dormir hasta tarde, me gusta echarme con mi mamá en su cama y conversar y me gusta que mi hermano me diga: Lusuchis.

No tengo muchos amigos. Me gusta así. No soy de las personas que anda por la universidad saludando a todo el mundo. En principio, porque cuando estoy caminando con audífonos toda la gente desaparece y en segundo lugar ¡porque soy tímida! En otras informaciones, me he emborrachado unas 5 veces en mi vida, nunca he fumado, mis orejas son grandes y diferentes, mi pelo es imposible, mis brazos son chuecos, mis manos son chiquitas, no tengo cejas ni pestañas, jalé mi examen de manejo, aun quisiera ser cantante y actriz, también quiero hacerme un tatuaje pero soy muy cobarde.

El año en que cumplo 20, ha sido hasta ahora el año más difícil que me ha tocado pasar. Nunca, tal vez por ser tan joven, tuve que atravesar una depresión tan fuerte y me di cuenta lo intensa que puede ser la tristeza y el abandono. Por eso, cada vez que escucho a alguien decir "estoy deprimido" de broma, me desespera y me ofende mucho porque es algo muy doloroso y difícilmente se supera rápido. No creo haberlo superado aún pero estoy trabajando. Con ayuda de mi familia y de mis amigos más cercanos y los nombro: Thalía, Rodrigo, André, Darwin, Brenda, Geraldine, Male, Carolina M., Carolina D., Alonso C. y  a un profesor en especial que se ha convertido en un gran compañero y amigo, las cosas se van volviendo un poco más llevaderas. Ya tenía una maravillosa vida antes y ahora, sólo tengo que recordármelo.

También, desearte un feliz cumpleaños a ti, que cumples hoy también. Sólo tú y yo sabemos lo que hemos pasado y lo que nos ha pasado y tal vez por lo raro que es todo ahora (al menos para mí) se ha vuelto difícil comprenderte y comprenderlo. Es la primera vez que hablo tan directamente y en mi blog sobre esto. Como siempre digo, eres una persona excelente y maravillosa, eres un alma tan buena que me da cólera. Y si tengo aunque sea un último derecho, es exigirte que cuelgues el cuadro que te regalé al año pasado. No te olvides de eso porque es elemental, mi querido Watson.

Por último, desearme un feliz cumple ¡a mi! Y espero no terminar muy cansada hoy. Ya me siento viejita. Creo, que, como dice mi adorado Joan Manuel: "hace 20 años que tengo 20 años"

''Ahora que tengo veinte años, 
ahora que aún tengo fuerzas, 
que no tengo el alma muerta, 
y me siento hervir la sangre.


Ahora que me siento capaz de cantar si otro canta. 
Hoy que aún tengo voz y aún puedo creer en Dios...
 Quiero cantar a las piedras, a la tierra, al agua, al trigo 
y al camino, que voy pisando. 

Quiero cantar al amor. Al primero. Al último. 
Al que te hace padecer. Al que vives un día. 
Quiero llorar con los que se encuentran solos,
 y sin ningún amor van pasando por el mundo.''





15 de noviembre de 2012

Un plan


Laura reniega porque a mitad de su camino hacia la universidad, se nubla totalmente y la ropa que había elegido para ese día, de pronto ya no es la más adecuada. Eso es lo que sucede cuando se vive en una ciudad como Lima, en donde en un solo día (tal vez en una sola hora) se pueden experimentar todas las estaciones del año. Pero ya no había vuelta atrás, no podía regresar a su casa y solamente quedaba soportar el gris del cielo y lo frío del viento con una blusa hippie blanca y un jean wash-algo (eso quiere decir que es un jean claro, lavado exageradamente) como único escudo protector.

Entonces llega a la universidad, espera 11 segundos para cruzar la pista y camina. Entonces le molesta tener que buscar un carné para poder entrar. Entonces encuentra su carné, se lo enseña al vigilante y puede ingresar. Entonces camina. Entonces sigue caminando para ir a la biblioteca. Entonces lo ve entrando. Entonces está segura que es él porque sólo él camina tan despacio, tan "como si no le importara el mundo, tan de costado, tan con la frente en alto pero mirando hacia abajo.

Ella levanta la mano en señal de saludo y él se acerca. Que él tiene una clase en 5 minutos, que ella tiene que hacer un trabajo. Que él iba a terminar antes de las 12 y que había cancelado todo para después, que ella podía esperarlo y después seguir la conversación. Que él le sugiere que lo vaya a buscar a un lugar donde ella tiene prohibido estar, que ella…

-¡¿Qué?! No, no, no, ¿cómo voy a ir ahí? – protesta Laura por ser, de verdad, una idea completamente exorbitante.
-Pero vas a saber lo que es adrenalina. Bah, vamos a saber.
-Pero yo no puedo. O sea, así quiera, no puedo.
-Para todo hay maneras. Yo te digo qué hacer. Y si algo sale mal será por tu falta de precisión en los planes.

Y Laura lo mira mientras sonríe, achina y mueve los ojos. Y él le dice qué hacer. Por supuesto, eso no garantiza que todo salga bien. Por el momento, Laura debía hacer un trabajo y él irse a una clase así que se despidieron y cada uno por su lado. Pasó el verano, el invierno, el otoño, la primavera y llegó el verano otra vez. O sea, pasaron unas horas y ya debía ir al "lugar".

El "lugar" es un espacio dentro de la universidad al que no cualquiera entra. Es decir, no cualquiera entra a todos los pequeños lugares dentro de ese sitio. A menos que tengas un carné diferente. Pero ella iba a entrar y lo iba a ver. Casi robóticamente se acercó al lugar y empezó a llegarle a la cabeza la voz de él dándole instrucciones.

Entra, mira la placa gigante que está a un costado y di que quieres ir a la oficina de lo que sea que esté al final de la placa porque quieres hacer una consulta.

-Hola, quiero hacer una consulta en la oficina de… Humanidades.
-Su nombre, alumna.

No des tu verdadero nombre

-Sandra Fernández
-La Srta. Sandra Fernández se dirige al 5to piso – anuncia la secretaria a un micrófono
.

Sube las escaleras, no el ascensor, pero no vayas hasta el último piso, quédate antes…

Después de pasar la seguridad aeroportuaria del "lugar", Laura subió las escaleras corriendo pero se detuvo en el tercer piso.

Y bajas de nuevo, pero al sótano. Laura, no dejes que te vean.

¿Cómo diablos iba a bajar hasta el sótano y pasar inevitablemente por el primer piso sin que nadie la note? No importa, pensó Laura. Hay que arriesgarse. Y así comenzó a bajar las escaleras con cuidado y antes de llegar al primer piso, empezó a ir más rápido. Cuando logró aterrizar, aprovecho la distracción de la secretaria y corrió hasta el sótano. No había nadie pero ella sentía que cualquier persona podía bajar y verla en cualquier momento. Miraba alrededor como esperando un ataque zombi y él salió detrás de una puerta que Laura no había notado. Sale con sus cosas en las manos. Pero escuchan el sonido de un walkie-talkie (?) y Laura de pronto le quiere pegar. No hay tiempo. Él abre una puerta que parece de caja fuerte y la hace entrar. Es un espacio más o menos grande. Una vez adentro empiezan a reírse como locos. Se ponen cada uno a un lado de la pared frente a frente. Siguen riéndose. Él le señala con el dedo que se calle, que no haga ruido. Pero él esta sonriendo y ella se contagia, se tapa la boca pero sonríe.

-Vas a salir como si nada, si pones la cara de siempre, ya sabes…
-Sí, ya sé, permiso

Después de haberse reído tanto, a Laura le daba un poco igual lo que pase, algo que no es común en ella que siempre es minuciosa y perseguida por todo. Abrió la puerta y el salió atrás de ella, vieron la puerta transparente que da a la cafetería y salieron como cualquier persona e, incluso en el grado máximo de cinismo, compraron dos galletas y dos botellas de agua.

 Y caminaron por la universidad como él dijo: "como si nada" hasta llegar al estacionamiento.

-¿Sabes manejar? –pregunta
-Si, creo. Pero no tengo licencia – responde Laura con cara de pánico.
-Entonces sí sabes manejar.

Y la mira con esa mirada cómplice que ella ya conocía, la misma que le dio unos meses antes, cuando quería que deje de tener ese semblante fantasmal.

-No, no puedo hacer eso, por favor –implora Laura con total raciocinio
-Pero vas a estar conmigo
-¿Y si choco tu carro?
-Tiene airbag.

Laura estaba decidida a seguir negándose hasta que volvió a verlo sonreír y recordó que unos minutos antes nada más, había estado en un lugar en el que no debía, que se había reído con alguien con quien tal vez no debía haberlo hecho tanto y que compró galletas y agua.

-Ya, voy a manejar. Pero con una condición.
-A ver –le respondió él con mirada desafiante y con los ojos más dorados que nunca por el sol.
-Vamos a escuchar  la música que yo quiera.
-Está bien

Entonces le alcanzó las llaves a Laura y ella, aunque con dudas, se sentó en el asiento del conductor. Sacó su mp4  y un cable. Lo conecto al equipo del carro y empezó a elegir canciones. No iba a ser divertido si, de pronto, ponía The Smiths (ya los habían escuchado mucho) así que eligió una canción un poco más sorpresiva…


Y Laura empezó a manejar sin dejar que él le diera algún consejo, salvo este (por estrictos motivos de seguridad)

-Ponte los lentes de sol para salir.

Se los puso y siguió manejando.

-Yo te dirijo, tú sigue.

De pronto la voz de Katy se hace más fuerte, él se ríe y ella lo mira reírse. Sabe que esa canción le debe parecer una cosa horrible y sin embargo, él empieza a mover la cabeza y trata de imitar la voz de la cantante. Laura no lo puede creer.

El sol se hacía más intenso y Laura decide amarrarse el pelo. Se siente un poco más adulta. Él la mira e intenta tomarle una foto con el celular. Ella lo tapa, no lo deja. Y vuelven a reírse.

-¿Te gusta Pimpinela? –Se arriesga Laura
-(Se ríe) Y me sé todas las canciones
-¿En serio? No te creo.
-Yo voy a poner una y vamos a cantar.

Y se fueron cantando, sin darse cuenta de muchas cosas hasta que Laura vio el mar de lejos. Había manejado sin demasiada presión y con tranquilidad, lo había visto elegir una canción y ponerse a cantar sin importarle nada. La brisa, sus lentes, el sol en la cara y en los brazos, su pelo tan castaño, su camisa inquieta por el viento.
















La canción.

''Ay, señorita, yo no soy Varishnicow
pero baile esta canción
y deme su compañía.

Ay, caballero, yo no se qué quiere usted
pero debe comprender
que soy chica de familia''


8 de noviembre de 2012

Ella y yo

Todos hemos visto videos en Youtube. Creo. Bueno, si no todos hemos visto videos en Youtube, al menos hemos visto videos. Bueno, si no todos hemos visto videos, todos hemos tenido alguien a quien no conocemos pero nos gustaría ver y conocer. Sí, como un cantante, actor, una persona no famosa, lo que sea.

Pareciera que lo que acabo de decir no se relaciona en nada pero sí. A mí me ha pasado que he visto un video en Youtube de alguien que no conozco, al menos en persona, pero que me gusta y divierte ver. Algunos llaman Youtube gurús a esas personas que en su mayoría, desde sus propias casas o entornos cotidianos,  se filman hablando o explicando cosas que les gusta y hacen bien hasta que se van convirtiendo en líderes de opinión más democráticos y, sobre todo, más cercanos. Así yo esté en Perú y ella en Alemania.

Antes que los comentarios suspicaces acerca de por qué me gusta ver a una chica (sí, es una chica) en video por Youtube, explicaré la razón: me recuerda a mí y a algunas cosas que jamás me atreví a hacer, la veo como una hermana menor y una chica, por completo, como yo o como cualquier otra que esté leyendo. Creo que las chicas somos universales y nuestro lenguaje también. Aunque muchas lo nieguen.

Voy a hablarles de ella:

Se llama Megan DeAngelis, tiene 17 años (si no me equivoco), es canadiense pero vive en Alemania. Ah, habla demasiado rápido, como yo. 

Llegué a su canal de Youtube un 31 de Diciembre de 2011 cuando no tenía idea de cómo maquillarme para la fiesta de año nuevo. Llegué como se llegan a las cosas divertidas: de casualidad. Abrí un video de ella que indicaba un look inspirado en Aria (un personaje de televisión). Era sencillo, gracioso, amateur, improvisado y sobre todo, fresco. De inmediato me encantó. Me maquillé cómo decía el video y me sentí bien.

Después de ese día, empecé a ver más de sus videos y cada uno era más dulce y tierno que el otro. Megan se pasa la mitad de sus videos hablando de ella y de su vida, lo cual lejos de parecerme egocéntrico  me parece fascinante porque confirmo cada vez lo similares que somos las chicas. A ella se le caen las cosas, se disculpa muchas veces (no sé por qué lo hace) y siempre, pero siempre trata de explicar y justificar lo que hace o dice. Tal vez por los inútiles y poco amigables ''haters'' de Internet. 

Es sólo una chica. Internet es tan democrático que si no te gusta algo, puedes rápidamente salir despavorido a otro lugar. Pero, ¿por qué ensañarte con una chica que sólo hace lo que le gusta? Déjenla en paz. Déjenla con sus kilos y kilos de ropa, su maquillaje, sus bromas, su voz tan de niña y tan de mujer, la frescura que le da el disfrutar de filmarse, de ser auténtica y de ser, ¿por qué no? un poco vanidosa. Todas las chicas lo somos.

Si algo tuviera que decirle a Megan, tal vez como una chica mayor, es que no hagas caso a los comentarios odiosos y llenos de maldad. Que no te importe porque somos muchos a los que nos sacas una sonrisa. También le diría que deje de justificar lo que hace, hazlo y punto, que eres joven y tienes que equivocarte sino no hay diversión. A las dos nos pasará. También le diría que suba más videos de bloopers, que intente hablar en español alguna vez y que, por favor, pero por favor, vuelva a cantar que lo hace muy bien.

Todos tenemos algún vicio raro en Internet (sano, por supuesto) y gustos incomprendidos. Pero yo entiendo que encontrar a Megan en Youtube fue algo muy bonito y divertido. Es una amiga sin serlo, en realidad. Pero esta ahí. Tal vez en Frankfurt.


''¡Hey!, ¡ok!''


1 de noviembre de 2012

El primer primero


Entonces, como no había escapatoria, Laura tuvo que ir a la misa que iba haber en su colegio por la fiesta patronal de su salón (larga historia: en su colegio cada salón tenía un santo o santa el cual en alguna fecha determinada, celebraba su fiesta patronal; se hacía una misa y una reunión para festejar). Curiosamente y tal vez, sarcásticamente, la celebración de la "Virgen del Pilar" se celebraría el 31 de Octubre y Laura tenía que estar ahí, no había otra opción.

Ese día, también, Laura iba a encontrarse con Oscar, el chico con el que menos de una semana atrás cuando Calamaro cantaba "Te quiero igual" se había dado el beso más lindo que ella hubiese podido imaginar.

Pero ni siquiera pararse en medio de su salón a decirle a un profesor que no podía asistir a la misa porque tenía un compromiso sirvió para escaparse. Por lo tanto, llamó a su mejor amigo Fabricio para que la recogiera en su casa, fueran volando al colegio y con las mismas, regresar e ir al Jockey, el lugar donde había pactado verse con Oscar (como siempre)

Cuando llegó al colegio, estaba oscuro y sólo había velas. Cada salmo, cada parada, cada sentada, cada ofrenda, cada evangelio le parecía una eternidad a Laura y cuando al fin el calvario terminó, miró a July y a Isabel, sus mejores amigas, se despidió de ella y ambas le desearon suerte. Sabían que Laura esperaba algo, quería algo, todo se definía esa noche.

Así, Laura salió cual pulga del colegio y corrió, literalmente, hasta su casa. Cuando llegó, entró a su cuarto se cambió el uniforme y empezó a mirarse en el espejo. Vio una crema que hacía mucho tiempo no usaba y se la puso en el pelo. Hasta ahora esa crema dura, hasta ahora cuando Laura se la pone recuerda ese día.

Se iban a encontrar en el Jockey y su mamá le pidió llevarla. Laura aceptó. Habían quedado en verse a las 8 pm. Entonces, ella y su mamá salieron de su casa hacia la esquina de la calle para tomar un taxi. El ambiente es ese que todos sienten alguna vez: es una noche donde a pesar de no haber demasiado alboroto, sabes que algo pasa, es Halloween.

Mientras esperan el taxi, un mensaje llega al celular de Laura: Oscar le estaba diciendo que se iba a demorar en llegar al menos una hora. Catástrofe. Si ella le decía a Marina, su mamá, que Oscar se iba a demorar, no la iba a dejar ir. Resignada, se subió al taxi y se preparó para esperar en medio de la zona de los cines, el lugar del encuentro.

Llega al Jockey, se despide de su mamá sin siquiera pactar una hora de regreso y empieza a caminar hacia los cines. Desde el Ace Home Center (que ya no existe) vio a muchos niños disfrazados y sintió sus nervios, sin disfraz alguno. Se sentó en una de las bancas y empezó a escuchar música. Al rato fue al baño a arreglarse. Salió, volvió a sentarse y lo vio llegar.

Oscar y Laura empezaron a hablar de una manera incomoda, sabían que el domingo se habían besado y sin embargo ninguno parecía querer empezar; eso, para Laura, era demasiado. Teniendo en cuenta que en toda la semana el beso no había sido siquiera mencionado.

Entonces hablaron, hablaron, hablaron y hablaron. Pero el Jockey cierra temprano y no parecía haber pasado demasiado tiempo, al menos Laura sentía que faltaba más.

-¿Quieres ir a mi casa? –pregunta ella

Y Oscar aceptó. La mamá de Laura los recogió y en el taxi Laura empezó a sentirse nerviosa.

Llegaron. Entraron a la sala, se sentaron. Hablaron un poco más de cualquier cosa. Laura quería que hablaran de ese beso. Pero Oscar parecía no estar enterado. Cuando se quedaron en silencio, a ella se le ocurrió una idea rápida para cortar la tensión:

-¿Pelea de almohadas? –sugiere

Y empezó a disparar almohadas sin que Oscar haya siquiera contestado.

Así empezaron a jugar. Cuando se detuvieron ocurrió otro silencio. Pero este se corto casi de inmediato. No hubo una transición dramática para empezar a hablar del tema, simplemente empezó.

-¿Crees que debemos hablar de algo, no? –Pregunta Oscar (por fin)

-Sí…
-Mira, yo no quiero que pienses que…


Ya está. Laura se imagino en microsegundos lo que vendría: Laura, yo no quiero que pienses que el beso fue en serio. O sea, fue cosa del momento, nada más. Pero no fue así y Laura se iluminó.

-No quiero que pienses que fue solo cosa del momento, yo de verdad quería hacerlo. –terminó Oscar.

-Qué bueno, yo tampoco quería que pienses que yo hago esto con cualquier chico y menos cuando… no… estoy…. con él.


Y no dijeron más por unos segundos. Después de eso, Oscar le dio, casi de inmediato, la mejor invitación con la voz más tierna: ven, le dijo. Ella se acercó y el la abrazó como protegiéndola, se volvieron a besar. Pero Laura ya había dado un paso. Era obvia la indirecta. Laura quería ser enamorada de Oscar y trató de deslizar esa intención. Evidentemente, Oscar se dio cuenta y empezó a analizar situaciones y probables daños colaterales importantes:

-Nosotros vivimos lejos y sería difícil, nos veríamos muy poco.

-Si cada vez que nos vemos va a ser así de lindo, entonces no importa –le respondió Laura.
-¿Quieres estar conmigo?
-¿En serio me dices?
-Sí
-Sí

Era ya 1ro de Noviembre y volvieron a besarse, esta vez, como enamorados. Laura estaba extasiada, plena. Lo miraba y era feliz. Oscar empieza a hablar y sugiere poner una canción entre todas las que estaban en su mp3 ya conectado al equipo de música de la sala, una canción que Laura nunca en su vida había escuchado y que en el momento en que empezó a sonar, sabía que era ese momento, esas letras y esa música, lo que quería que quedara en su memoria por mucho, muchísimo tiempo más. Sobre todo porque Oscar alteró la letra para ella.

Después de ese 1ro vinieron 3 más: uno, en el 2009 celebrando el primer año transcurrido desde ese día, donde Laura terminó borracha y feliz luego de haber bailado "Twist and shout" mirando a los ojos a Oscar y sabiendo que no podría estar más enamorada.

Otro más en el 2010 que empezó con una pelea por MSN (ay, las cosas de Laura, porque seguramente fue su culpa) pero que terminó con un regalo hermoso: una grabación de Oscar hablándole en forma de carta, con palabras hermosísimas.

Y uno último, en 2011, celebrado en un bar alucinante del centro de Lima, junto a los mejores amigos de Oscar. Ese fue lindo, fue perfecto. 3 años más viejos y más enamorados, ¿no? Celebraron tomando una cerveza en el piso de la pista de baile porque no había sitio.

Hoy, 1ro, sólo hay letras. Es de madrugada y Laura sólo quiere dormir. Oscar, en otro lado, seguramente. Los últimos 1ros fueron hermosos y especiales. Esos ya no están. Ni siquiera Laura y Oscar son los mismos.

El primer primero de Laura es hoy. No el más perfecto pero sí el más difícil. Los que vengan, tal vez serán menos duros, serán una sonrisa y no tantas lágrimas. O al revés. Días nuevos, los de antes ya no andan, ya no van, ya no están. Laura se siente frágil cuando piensa en Oscar y él, no se sabe, Laura no sabe lo que él siente.

Laura sabe que Oscar sabe quién es. Y ella, ella es ella. Sabe que está metida en un lío y que por ahora no sabe cómo salir. No hay peores experiencias de las cuales haya salido. Esta es la suya. Esta es la que tiene. Es primero y Laura quiere igual.





''Agárrate fuerte a mí, ... 
Agárrate fuerte a mí 
que tengo miedo 
y no tengo donde ir''