31 de mayo de 2012

¡Salud y poca fortuna!


El domingo vi un reportaje en Cuarto Poder que me indignó. Ojala todos lo hayan visto y todos se hayan indignado. No es para menos. Es ESSALUD y su vergonzoso funcionamiento. Es el mediocre y poco menos que calamitoso estado de los hospitales que en lugar de brindar más salud para más peruanos, los apaga cada vez más no sin antes absorber bastante sangre aprovechándose de la necesidad y la desesperación. Aprovechándose de  las pocas posibilidades de muchos, muchísimos.

El sindicato de enfermeras de ESSALUD se levanta y quiere huelga indefinida. Están hartas. Su actitud, según ellas, se debe a la impotencia de no contar con lo necesario para encargarse de un paciente, de llegar al extremo de tener que poner una caja debajo de la almohada de un enfermo para que pueda comer pues la cama no funciona, no se puede flexionar ni siquiera un poco. Probablemente estén oxidadas, tanto o más que todo allí. ¿Entenderá esto la gente que se queja del trato de las enfermeras y demás empleados? Tal vez no se dan cuenta que hay todo un problema de estructura detrás, un problema que viene casi escondido, excluido y apartado de muchos gobiernos. Parecería que los han ido arrastrando, que algo tan efímero como la salud es demasiado volátil y voluble como para tomarse en serio.

Volviendo al tema de las enfermeras, una paradoja. En el reportaje una de ellas aparecía llorando porque los pacientes exigían (con todo derecho) más de lo que ellas (como representantes cercanas de la institución) les pueden ofrecer. No resisten más. Sin embargo, es aquella enfermera junto a sus pares, las que están decididas a irse a una huelga. Es decir, los pacientes tendrán que ser mucho más pacientes, valga la redundancia, porque sus cuidadoras dejarán de atenderlos en busca de mejores condiciones para tratarlos. Lo que las enfermeras hacen por sus pacientes, pero sin ellos y perjudicándolos a ellos. Pero, a ellas también las fastidian, ¿no? Tienen el sueldo congelado desde 2003 y ni siquiera un óptimo y mejor ambiente de trabajo, sin beneficio para ellas ni para los enfermos. Y así nacen las huelgas. Y así hay más pacientes. Un círculo vicioso. Y, después de un momento, la reportera de Cuarto Poder le pregunta a la enfermera: ¿Cómo puede convivir con eso? Pero, ¿qué es "eso"? el hecho de desear y de empeñarse en un trabajo que no rinde, que simplemente es imposible de realizar, la sonrisa de toda abnegada enfermera se va borrando conforme las condiciones para serlo no se dan. Y sigue habiendo perjudicados y para ser crudos, más muertos, más heridas, más indolencia.

Entonces, dentro de los pedidos principales que ellas exigen están: mejores condiciones de trabajo (beneficio no solo para ellas sino también para los pacientes y asegurados) y un aumento salarial (congelado desde hace 9 años). Incluso un empleo tan humanitario y sacrificado como el de ser enfermera, necesita dignas condiciones y un apoyo real. Pero hay algo que indigna aún más: las normas populistas. Son ellas las que, como consecuencia, generan más asegurados dentro de un mismo ambiente. Tan simple como eso. Los asegurados cada vez son más y crecen conforme a sus necesidades, teniendo en cuenta que muchos de ellos son, precisamente, personas que no disponen de recursos para costear una clínica. Entonces vemos camillas hacinadas en los pasillos, precarias condiciones para los tratamientos, un hostil ambiente de trabajo, medicinas insuficientes, corrupción y, sobre todo, caos. 


''Y a los chorros tanto les da
si es fácil comprar la autoridad
Y cuando en casa busco abrigo
tengo que entrar pateando mendigos''



24 de mayo de 2012

Percibir


Castaño. Castaño y denso. Y ondas. Según el ángulo. Dorado, no, ¿más castaño? Tobogán. Ceño fruncido, dependiendo. Más ángulo. No importa. Dos e iluminados. Dos en claroscuro. Sigue. T. Punto fijo. Uno sobre otro. Rose. Y después, mente y omnipotencia. Mentón. Lo que sigue. Lo que sabemos que sigue. Lo que se nota. Lo que hace notar. Lo que se sale. Lo que aparece debajo de una prenda. Dos soportes y un compañero de doce años encima. Grande, protector, adulto, corduroy y mostaza. Y luego, el intercambio. Líneas, rayas, entero, celeste y azul. Dos, como todos y son largas. Está bien. Atrás. Mejor. Detalles. Está. No está. Nunca vio la hora. En 180 minutos no importa. ¿180? ¿Nada más?

Y una tilde. No, el acento. Medio –ino y siempre –ayo.  De adulto. Se dio cuenta. Yo lo comenté, por eso se dio cuenta. Se para. Se sienta. No, se para. Se sienta de nuevo. Escribe. Si, a veces. Auténtico. Cuando se ríe. Si no es suficiente, no. Achina los ojos. ¿Se dice achina? Pero así es como es. Y el movimiento para atrás. Para atrás y para peinarse. No hace mucho más. Es que ya basta.

¿Qué es lo que quiere decir? ¿Es que alguna vez dijo algo? Yo vi mímica, movimiento, formas y formas de ser. La única forma que puedo ver en realidad. La única realidad en 180 minutos. Ni siquiera es realidad. Me equivoqué. Porque así no soy y porque así no es. Y cuando quieres ir más profundo o tal vez de costado, lo que sea para ver como es de verdad, te das cuenta que poco es el atrevimiento o tal vez la confianza y que no se puede. Nunca se puede. Y cuando se intenta (o cuando crees que se intenta) caes. Caes porque no queda otra, porque no tiene que ser de otra manera.

¿Si? ¿Qué se te ofrece? ¿Qué más se me puede ofrecer? Ah, no, nada. Adiós. Y todavía, de usted. O sea, peor. El muro más grande. Es que hay que aceptar cuando no se puede y esta, así como las próximas veces no se podrá. Hoy. Bleu. Igual pero Bleu. Igual de demasiado. Igual de castaño, castaño y denso. Y ondas. Y así todo lo que sigue…



There's more life than books, you know
But not much more


17 de mayo de 2012

Mucho orgullo y poco prejuicio

"Es una verdad generalmente reconocida que todos deseamos escapar. Yo escapo siempre a mi libro favorito: Orgullo y Prejuicio. Ya lo he leído tantas veces que las palabras se repiten solas en mi mente y es como una ventana abierta. Es como si de verdad estuviera ahí. Es un lugar que conozco de forma tan… íntima. Puedo ver ese mundo. Puedo… tocarlo. Puedo ver a Darcy"

Siempre pienso que este texto podría ser mío, que siento y creo exactamente lo mismo pero, tal vez, con otras palabras. Este post es sólo para entendidos o para aquellos que quieran entender, comprender y aprender. Este post es sobre Jane Austen, sus libros y yo que, a decir verdad, somos uno. ¿Qué pudo hacerme entrar en tan profundo debate existencial? ¿No bastaba solamente con lo perdida que me veo entre las hojas y entre los hechos cuando leo sus libros? Creo que no. La primera vez que leí Orgullo y Prejuicio odie a Darcy, me encantó Bingley, envidie a Jane y creí que Elizabeth era de lo más cursi. Ahora entiendo que a Darcy no hay que odiarlo simplemente porque el prejuicio puede más o que Bingley estuvo a punto de perder al amor de su vida por escuchar más verdades a medias, que Elizabeth, cursi para mi y en mi tiempo, era la trasgresora del suyo.

He leído tres libros de Austen: Orgullo y Prejuicio, La abadía de Northanger y Sentido y sensibilidad. Me faltan tres más. Espero que el poco tiempo que tengo me de tregua y me permita salvarme con las historias que han quedado en suspenso. Sigo. Cada vez que leí esos libros, me imagine a cada uno de los personajes (como todos cuando leen un libro). Los hice mis amigos y compañeros, aunque a Lady Catherine de Bourgh le tengo bastante mala onda. Me imaginé que había versiones en cine y en teatro. Claro que las hay. La imagen de Colin Firth saliendo del lago de Pemberley me da vueltas en la cabeza siempre que pienso que hubo alguien que interpreto excelentemente a Mr. Darcy. Jennifer Ehle usando vestidos horribles que difícilmente me imagine usar a Elizabeth Bennet es algo que aun intento comprender. Mis deseos de parecerme a Elinor Dashwood (sentido) y la resignación de saber que estoy más cerca a ser su hermana Marianne (sensibilidad). Tantas cosas. Ni siquiera sé de qué estaba hablando. Bueno, me imagine todas las versiones de los libros en cine, en televisión, pinturas, dibujos, etc.

Orgulloso y Prejuicio de 1995 con Colin Firth y Jennifer Ehle fue la primera experiencia a algo más cercano a la "realidad" del libro que tuve. Me enamoré de los ambientes, de los paisajes, de la forma de hablar, del sol que daba en la sala de la casa de los Bennet y del "sol" mucho más sofisticado que se colaba en el salón del piano forte de Georgiana Darcy. La siguiente fue Orgullo y Prejuicio de 2004 con Matthew Macfadyen y Keira Knightley. Me capturó y hasta hoy es mi favorita. Vi la serie para televisión de La Abadía de Northanger y sí, odie a Isabella y a John, Catherine Morland es la heroína que Jane Austen plantea y el coronel Tilney, era quien debía quedarse con ella… a seguir hablando de libros de terror o para disimular el amor que ambos sentían. Vi una película bonita: The Jane Austen Book Club. Quise formar mi propio grupo. Algún día lo lograre. Si a alguien le gusta, por favor no dude en avisarme.

Después de tanto interludio debo decir que hace poco descubrí "oro Austeniano". Encontré "Lost in Austen", una serie inglesa de sólo 4 capítulos que parecen ser el sueño de toda devota de la lindísima Jane. Solo la historia es cautivante. Amanda Price, una chica de unos 28 años y con una vida poco menos que miserable, descubre a la mismísima Elizabeth Bennet en el baño de su departamento. Claro, es una historia ficticia y fantasiosa. Hay demasiadas críticas contra esta serie. Pero yo creo que critican los que no se apasionan. Amanda es una enamorada de las novelas de Austen y se refugia en su favorita: Orgullo y Prejuicio. La historia es increíble. Ante la huida de Elizabeth Bennet de Hertfordshire, Amanda la reemplaza maravillada. Sin embargo, con el paso del tiempo se da cuenta que esta arriesgando una de las más grandes historias de amor de todos los tiempos: al no encontrarse Elizabeth Bennet, ¿cómo sería posible que conozca a Darcy? Todo se complica aun más cuando Bingley se termina enamorando de ella y no de Jane Bennet.

Es absolutamente increíble. Amanda se vuelve una más en la casa de los Bennet, se enamora de Darcy, aconseja a Jane, encara al señor Bennet,  corre, grita, se desespera y juega ficha por ficha para lograr la continuidad de la historia. Pero lo más importante para mí es la forma en que enfrenta a cada uno de los personajes. Les reclama por la hipocresía, por los códigos tan ambiguos y la doble moral tan presente en una sociedad como la de esa época. Qué suerte tuvo Amanda Price. Muchas veces me imaginé dentro de un libro de Jane Austen. Cada heroína suya es una parte que me gustaría ser. Todas somos y tenemos o, mejor dicho,  podemos ser y tener la astucia de Elizabeth, la ingenuidad de Jane, la rebeldía de Lidia, la actitud sumisa de Kitty y ser tan aguafiestas como Mary. Nos encantaría encontrar a un hombre tan interesante como Darcy, dulce como Bingley o un "bad  boy" como Wickham. No puedo vivir sin leer a Jane Austen. No me permitiría dejar de entrar y tratar de entender la realidad de personas como uno pero en una época con modos de vivir aberrantes y descuadrados. No me permitirá dejar de imaginar el sonido del piano forte en cada escena, de imaginar las lluvias por las que se suspenden los paseos a Bath, los bailes públicos y los privados, las papas asadas de la casa de los Bennet, las misas por el señor Collins, la complicidad de Charlotte Lucas. No puedo dejar de continuar yo misma las historias de Jane Austen, de releerlas y saber que tengo una maquina de tiempos hecha de papel, que tengo un rincón donde cada tanto puedo oler lilas y dejarme ser en la tranquilidad que me solo Rosings puede ofrecer.  Es una verdad generalmente conocida que sin Jane, no hay como volar. 


Trailer de Lost in Austen: mi nueva adicción. 


10 de mayo de 2012

Todo sobre mis madres


 No sé como empezar esto sin caer en el lugar común que es lo más fácil. No sé como no decir que el día de la madre no debería ser solo un día sino todos los días. Pero las madres son madres todos los días, no solo este domingo. O sea, que hay que homenajearlas todos los días. ¿Ven? Ya caí en lo más común y he puesto la palabra "día" 4 veces en tres renglones. Es que cuando se trata de las madres todos decimos lo mismo. Parece que no nos da la imaginación. A mi me no me da. Y creo que es porque todos hablamos de LA madre como si fuera un ente único y no diferenciado… como generalizando, algo así.

Por eso creo que este post no servirá demasiado como un escrito para que alguien se identifique por la siguiente razón: este post es con el que yo me identifico y nadie más. Tal vez mi hermano. Aunque es probable que no. Ni siquiera el la concibe ni la ve como yo, ni yo como la ve el. Hablaré de mi madre. Todo sobre mi madre.

No sé como ha sido de niña. Solo tengo algunos borradores de lo que según me han contado, ha sido una parte de su infancia. Sé que Marita, mi mamá, asustaba a su hermano (mi padrino) cada vez que podía y que con esa astucia que hasta ahora noto, no dudaba en cambiar las notas de su libreta. Matemática, tal vez. Ahí nos parecemos. Sé, también, que odiaba con todas sus fuerzas a su tío "el seco", un personaje divertido, me imagino, que se llevaba a Tuto (mi abuelo) a tomar unas cervezas. Cómo nos vamos pareciendo. Sé que terminó el colegio en el año 81. Sé que era tan pesada con mi abuela como lo soy yo con ella ahora.

De su adolescencia sé muy poco. Cada vez que podía y que la dejaban, se iba a Arequipa con aquellos primos que, hasta el día de hoy, trata como sus hermanos. Parecía que ahí, en La Republica Independiente de Arequipa, podía sentir la libertad que en Lima no. Siempre que me habla de eso la siento feliz y plena. Me cuenta sus anécdotas con tanta precisión que siento que cada vez que cierra los ojos y dice algo, se transporta a esa época. Me ha contado demasiadas historias pero recuerdo sólo algunas: la torticolis de la tía Lula, la elección de la Más Más, los almuerzos en la casa de la tía Delia y el tío Carlos, la pérdida de mi tía Carmen, etc.

Si de su adolescencia sabía poco, de su adultez en la universidad se mucho menos. Es como si guardara con recelo esa época. Debe ser la frustración. Mi madre tuvo que pasar por la terrible experiencia de estudiar algo que no había elegido. Algo de lo que hasta el día de hoy se arrepiente. Debe ser por eso que cuando le dije que quería estudiar Periodismo no dudo ni un solo instante en felicitarme, apoyarme y animarme. Sé, por fotos, que mi mamá era tan flaca que casi ni se le notaban los hombros, tenía una mirada tan bonita, el pelo negro y una sonrisa que que se parece a la mía. No sé, todavía, cómo conoció a mi papá. Pero he visto fotos de ellos juntos cuando eran enamorados y no diré que lucían como la pareja perfecta. No creo que hayan sido una pareja perfecta. Me imagino que debe haber sido difícil tolerar a alguien como mi madre y lo mismo al revés. Pero se querían y se quieren. Lo veo todos los días.

Mi mamá es mamá hace casi 20 años. Yo fui la primera de dos. La conozco muy poquito tiempo, sólo la mitad de su vida. Es injusto. Sé que debe haber sido como yo cuando era más joven. Me hubiera encantado conocerla cuando era niña o adolescente, aunque eso es fisiológicamente imposible. Creo que estoy en una posición muy difícil escribiendo esto porque todo parece demasiado ideal. Pero no lo es. Mi mamá y yo nos peleamos las 26 horas del día y los 9 días de la semana. Discutimos por cualquier cosa. Por todo y por nada. Pero la respuesta es tan clásica que es obvia: somos iguales. Las dos tenemos ese toque de malicia que hace que nos entendamos tanto. Las dos nos guardamos muchas cosas dentro pero cuando nos hace falta decirlas, las contamos sin tapujos ni restricciones. Somos impulsivas, nos indignamos fácilmente. Somos nerviosas e impacientes. Somos chatas como nosotras solas. Tenemos las mismas enormes orejas. Son demasiadas cosas.

Es justo, también, que haga un espacio para hablar de mis otras madres. Mis dos abuelas. A una no la veo mucho porque vive en otro país. Pero cada vez que viene siento la sinceridad con la que me habla. Aquella barrera que hay entre los dos porque no nos vemos solo se derrumbó una vez mientras nos abrazamos por la muerte de mi abuelo. La distancia ha construido una nueva barrera. Sé que me parezco a ella en los ojos, que es la madre de mi papá y que es responsable de todo lo que él es ahora. Feliz día porque eres valiente, porque criaste 10 hijos con todo el amor del mundo, porque fuiste y eres la enamorada eterna de Gabriel, mi abuelo, que estoy segura sigue suspirando por ti ahí arriba en el cielo, el único lugar donde él podría estar por ser una persona tan noble y buena.

Y debo hablar, sin duda, de mi otra abuela. Es raro decirle abuela porque jamás le he dicho así. Ella es mi mami: cada día más chiquita y más tierna. Mi compañera de las tardes, de los lonches. Ella es un ser bueno, un ser sin maldad. La amo tanto que no puedo imaginarme sin ella a mi lado. Quisiera que vea lo que logro o lo que intento lograr. Quisiera que conozca a mis hijos (si los tengo) o que este en mi boda (si me caso). Pero sé que el verla ser tan dedicada me va transformando y me convertirá en una buena persona en algunos años. De algún u otro modo, siempre estará en mí. Mami, lo único que puedo decirte es que a ti te amo sin ninguna condición, que tú y Tuto son mi mundo y mi razón. Tú eres la madre de quien te lo pida. Eres el  ángel menos dos alas que teje y que con una dulce fruncida de ceño se enoja si le decimos que no haga esfuerzos. Entiéndenos, mami, si a ti te pasa algo el núcleo de todo se cae. Todo se desmorona, eres nuestra pilastra.

A pesar de no ser mamá, debo hablar de Nati, mi tía. Ella falleció hace 5 años y dejó un espacio enorme en la casa de mis abuelos, donde ya no se sienten más sus pasos perdidos y esa risa que, con suerte, lográbamos sacarle. Yo no creo que haya estado enferma. Creo que estaba calladita y quieta porque así podía vernos mejor, observarnos más de cerca. La menciono porque es una de las mujeres más importantes en mi vida y la que también tuvo un papel de mamá. Ella me regalaba sobres de leche en polvo en todos mis cumpleaños porque sabía que me encantaba. Esos siempre serán los mejores regalos. Feliz día, donde estés, porque me amaste y nos amaste como una madre y como un ángel guardián.

Pero creo que es el momento de dirigirme a ti, mamá, que se me que me lees y que eres mi más ferviente fan. Feliz día a ti por ser madre y disculpas por la hija que soy a veces. Sé que por tu carácter y tu fuerza, no solo eres mi madre. Eres la madre de mi hermano, de mi tío, de mi papá y sobre todo, de mis abuelos. Eres contadora, party planner, psicóloga, doctora, cocinera, enfermera y le das solución a toda clase de problemas, en especial los que no son tuyos. Pero, sobre todo, eres Marita, la única. Si, la única. La única que manda mensajes de texto cada 2 minutos y los reenvia por si no los leo. La única que se pone nerviosa cuando suena el teléfono porque es demasiado acelerada. La que me dice que con el pelo mojado no se sale, que no como nada, que debo tener anemia, la que me acompaña a cualquier lugar y sin ninguna condición. La que dice que no hará ningún favor pero que a escondidas ya lo hizo y lo resolvió. Eres absolutamente todo.

Hace poco más de un mes, has sido testigo de algo que no me hubiese gustado jamás que presencies y veas. Has vivido y sigues viviendo todos mis momentos, mis llantos, mi depresión, mis dudas y mi tristeza. Has estado conmigo sin reclamarme nada. Me has aconsejado a ciegas porque sabes que hay cosas que tengo que pasar. Sabes que hay cosas que son inevitables. Peleas y sigues peleando por mí. "Todo pasa, todo siempre pasa" es lo que siempre me dices y es la frase que siempre me recuerda a ti. Gracias por ayudarme a fortalecerme, porque sin ti no podría hacer ni ser nada. Gracias por tu sonrisa, tus chistes, tus bromas. Gracias por tus gritos, tus reclamos, tus reprimendas. Gracias por ser una heroína. Gracias por amar tanto a nuestra familia. Gracias por tus desayunos, almuerzos y cenas. Gracias por las sopas ajinomen en la madrugada. Gracias por ser "la reina de la automedicación" porque me has evitado una y mil alergias. Gracias por la paciencia, por el aguante. Gracias porque me hiciste vivir y me haces vivir todos los días. Porque sin ti simplemente no sé quien soy. Porque quiero ser como tú. Porque eres el mejor ser humano. Porque eres mi madre.


''Ella es mucho más que amiga mía
Se parece más a mi que el mismo yo

Ella no hace nada más ni nada menos
que quererme exactamente como soy''




3 de mayo de 2012

El día que fue hoy

Hoy fue un día raro. Como no hay de qué escribir porque se me ha perdido el tiempo y no sé donde está, hablaré de mi día raro. Empezó raro porque me levanté, un día más, muy triste... es una sensación rara: solo siento mis ojos abrirse y cerrarse. Es duro pasar por una tristeza muy grande porque no hay ganas de nada. Pero como el mundo no se detiene, me levanto y me baño de mal humor porque tenía que estar en el ICPNA a las 7 am. Llegué a mi salón cuando la clase ya había empezado. Reconocí a varios chicos y chicas de otros salones del ICPNA donde he estado en todo el verano. No les hablé porque me moría de sueño y eso me incapacita a hablar. Pero la mayoría de ellos me reconocieron, me hablaron, me preguntaron cuántos meses dejé el ICPNA. Por primera vez desde que entre a ese local en La Molina, me sentí parte de un grupo. Qué cursi.

Mi día siguió con el dilema de entrar o no entrar a la clase de Técnicas porque mi grupo y yo no habíamos terminado un ejercicio y planeábamos terminarlo tirándonos la hora de ese curso :D. Nuestro rebeldía no es tanta como las de los RBD así que entramos para entregar nuestro control. Mi día tuvo su primer bajón cuando vi en la pantalla del salón un video que me destrozó. No sé si hubiera deseado no verlo nunca más, sólo sé que habría deseado no verlo. No diré qué es porque me sentí muy idiota al salir del salón ni bien apareció lo que apareció en la pantalla pero en ese momento el impulso me ganó. ¿Estoy dando explicaciones?

Mi segunda clase fue de lo mejor que he tenido en mi día (en serio, ya me esta preocupando). En Procesos Psicológicos me relajo, me divierto y me gano :D pero hoy la sentí muy rápida. Pasan cosas extrañas en esa clase. Extrañas muy extrañas.


Mi tercera clase es un somnífero. Políticas y modelos de comunicación solo me subió el ánimo porque me saqué 18 en mi control :D pero me bajoneó totalmente dos segundos después de ver mi nota: contar arroz es más divertido que esa clase. Así que como buenas protagonistas del cambio, mi amiga Male (alumna morosa) y yo nos escapamos comiendo una rica tartaleta de manzana en el taxi escuchando ''Te amaré, te amaré mientras viva'' 

Mi día siguió con el lonche habitual en la casa de mis abuelos. Comí canchita y tomé mi leche mientras veía Combate (también me preocupa mi repentina adicción a ese programa). Mi padrino llegó para dejarles algunas cosas a mis abuelos y después me habló. Habló como siempre habla: fuerte, seguro, como alguien que ya vivió... me habló de lo único de lo que puedo hablar en estos momentos. 

Mi padrino se fue. Mi abuela me llamó a su cuarto porque había escuchado lo que conversé con mi tío. Nunca había tenido una conversación tan profunda con ella. Nunca me había contado algo que no esté dentro del contexto de ''ser abuela''. Lloré con ella. Me contó de cuando tenía mi edad, me contó de lo que pasa cuando se tiene mi edad. Quisiera tenerlo tan claro como todos los que me aconsejan. Es difícil. ''Cada tanto muero..'' cada tanto... en otros momentos me siento bien. Mis mañanas son difíciles y mis noches son aún peor. Pero es en el medio cuando me siento tranquila. En el medio debería estar todo... en equilibrio. Estoy tratando de alcanzarlo ahora. Estoy tratando. No lo he logrado aún. Me satisface saber que lo estoy intentando y que estoy reaccionando como no pensé reaccionar en caso de me pasara una cosa como la que me ha pasado. (sigo dando explicaciones)


''Los días malos son muchos
y los días buenos, raros''