26 de diciembre de 2013

Fin del somnus

Cada vez que recuerde los últimos cuatro meses, confirmaré que fueron los mejores de mi vida. Tengo tres días en Lima y me siento triste. A veces pienso que este no es mi lugar. Son demasiadas cosas en las que trato de no pensar tanto porque si lo hiciera, probablemente, ahora estaría tomando un avión de regreso a Madrid. Aún sigo sin creer en todos los lugares en lo que he estado, las cosas que he hecho, lo que he dicho, lo que he sentido, lo que siento.

Estar en Versailles o en un Starbucks frente al Moulin Rouge parece irreal ahora que lo escribo pero fue demasiado autentico cuando estuve ahí y sentía el viento en la cara. Nunca me imagine que era capaz de tanta cosas y aunque extrañaba a mi familia, a mi país, muy adentro estaba segura de que no quería que este sueño termine. Es muy refrescante tener libertad, no rendir cuentas a nadie, aprender a tomar decisiones, organizarse y apropiarse de nuestras propias consecuencias. Pero eso ayuda, te enseña a madurar. Creo que es lo que me pasó a mí. Me siento mucho más adulta o, bueno, un poquito más grande que la niña que salió de Lima (hace ya, demasiado tiempo, o al menos eso es lo que parece)

Creo que lo mejor que me pasó durante este viaje fue la gente que conocí y es tal vez lo que más extraño. A cada una de esas personas y de diferente manera. Siento que tengo más amigos y que ahora tengo muchas opciones y ganas de viajar a visitarlos y... ¡espero que me reciban! Confieso que me quedan dudas y que he regresado a Lima con bastantes preguntas en la cabeza (no sé si se entienda lo que quiero decir) y eso es lo que me tiene rara... me dejaste dudas.

He vuelto a la realidad, a mi vida de siempre y probablemente eso es lo que no quería. Pero trataré de hacerla diferente y empezar a disfrutar todo lo que EN SERIO extrañaba como la comida, por ejemplo, mi cama, mi cuarto. He despertado de un sueño y espero que más pronto que tarde pueda dormirme unos cuatro meses o más otra vez. 



''Yo no sé dónde soy,
mi casa está en la frontera
y las fronteras se mueven
como las banderas''






19 de diciembre de 2013

Cosas que pasan

Estoy a tres días de tomar un avión de regreso a Lima y tengo demasiadas sensaciones que me cuestan mucho explicar. No quiero irme de Madrid. Pero quiero regresar a Lima. Es raro, es casi una frase de Arjona. Pero es la verdad. Siento que me va a costar muchísimo volver a adecuarme al ritmo de vida que tenía en Lima. Europa es otro mundo, yo misma me convertí en otro mundo (más bien en otra) cuando llegué y me encanta. He cumplido 21 años acá y la chica engreída que no sabía hacer nada se quedó en el Jorge Chávez, ahí debe seguir medio destruida. Cuatro meses no es mucho tiempo, pero si los vives intensamente como yo los viví se convierten en los mejores.

Nada de esto me habría pasado si no fuese por mi prima Jessica que ha sido mi incondicional en esta aventura que ni en sueños me imaginé atravesar. Jamás pensé que llegaría tan lejos en un avión y un día cualquiera estaba tomando una limonada con mi prima en Gran Vía. Gracias a ella conocí todo lo que conozco ahora y a las personas increíbles que creo que conozco y espero seguir conociendo y así ''arjónicamente''

Madrid se ha convertido en mi segunda casa, mejor dicho en mi segundo depa. Me aseguraré de nunca olvidar todo lo que pasé aquí y aunque muero de pena por regresar, me emociona saber que la chica que llegará a Lima es otra por completo. Voy a volver, ciudad.

Probablemente y si me asalta, Laura cuente con más detalles las historias que pasaron. A veces parece que mediante ella puedo explicarme mejor. Pero dejando de lado supuestos y promesas, quiero decir que han sido los mejores cuatro meses de mi vida y que ''Madrid, Madrid, Madrid, desde este momento, se piensa mucho en ti''





''Nace una estrella nueva en Atocha''


12 de diciembre de 2013

Indolencia sobre fuego

Cuando uno está fuera de su país, está mucho más propicia a que le agarre un ataque extremo de nacionalismo y orgullo pesado. Eso me paso a mí. No sé por qué pero estando lejos me siento mucho más feliz de ser peruana y me encanta hablar de mi país a la gente que no lo conoce. Lima, Machu Picchu, el pisco, el ceviche, la música, Gian Marco. Es genial ser peruana. Repito, me gusta sentirme peruana. 


Hasta que veo las noticias.


Hubo un incendio en La Victoria, uno muy grande. El humo puede verse desde muchos puntos de la ciudad. Sólo se habla de eso. Incluso para mí, que estoy en España, la cosa se ve realmente preocupante y junto a mis compañeras de piso, no podemos dejar de hablar de eso. Ojala se resuelva pronto, ojala nadie termine herido. Reviso otra vez las noticias y ahora veo fotos impactantes, increíbles... indignantes. Veo camiones de bomberos destartalados, mangueras rotas, chorros de agua insignificantes, rostros desanimados, uniformes remendados, la certeza de que no sólo será difícil apagar el fuego sino que es más humillante lo que hay que hacer para lograrlo.

Al otro día veo que han despedido de sus trabajos a los bomberos que salieron de ellos para realizar esa labor tan noble. Me pregunto qué esperamos o dónde estamos como país. Ser bombero es tener nobleza, ser bondadoso, ayudar a las personas sin esperar nada y arriesgando muchísimo. Lo mínimo que podemos hacer es brindarles facilidades, todo lo que necesitan. Agradecimiento más que caridad. Ser bombero es es ser un héroe, ser bombero EN EL PERÚ es ser un loco, un superviviente. 

Pueden haber muchos responsables pero más que ellos, hay personas; como las que enviaron comida a los bomberos para que puedan sonreír un poco después de horas y horas de lucha. Hagamos algo. En este momento me siento un poco mal de simplemente escribir sobre esto en lugar de hacer ALGO, lo que sea por ayudar. 

¿Qué tal si empezamos sintiéndonos orgullosos de los bomberos voluntarios peruanos? ¿Qué tal si les facilitamos las cosas dejándolos, por ejemplo, pasar con ligereza por las pistas? Sentirnos orgullosos de ellos con la frente en el alto pero la cabeza bien en su lugar, siendo conscientes de lo precaria de su situación pero estando seguros de la inmensidad de su bondad y heroísmo.



''... por un sueño postergado 
nos cansamos de luchar 
demasiada camiseta 
y cada vez menos gambeta 
la sonrisa cuesta más 
de que país estoy hablando 
las neuronas van marchando'' 


5 de diciembre de 2013

La fe de la piel

Hace más de un año, una amiga me dijo: si lo piensas mucho jamás lo vas a hacer. Ahora entiendo que eso aplica con todo. Yo decidí usar esa frase como la motivación y determinación para terminar de tomar la decisión que había estado pensando desde hace mucho tiempo: hacerme un tatuaje.

Sentía que era algo que tenía que hacer, no como una obligación o castigo sino como una manera de recordar estos alucinantes cuatro meses que he vivido en Madrid... a mis amigos, el dolor, la alegría y el desconcierto que era o es lo más bonito de todo. Además, honrar a la persona que inspiró totalmente este tatuaje: mi mamá. Fue ella la verdadera autora.

Me lo iba a hacer en Madrid. Eso estaba decidido desde hace más o menos un mes. No sólo porque no tendría la presión de mis padres sino porque me fascinaba la idea de marcarme en la piel las sensaciones, percepciones, lo que he visto, lo que he pasado... recordar para siempre la primera vez que me sentí independiente, que fui adulta y que tomé una de las primeras decisiones importantes de mi existencia, tener algo para siempre y lo mejor, no era un dibujito sin importancia sino una palabra que abarca cosas que sé me servirán para toda la vida.

Me marqué el último domingo 1ro de Diciembre en una tienda de la calle Montera en el centro-centro de Madrid. No estaba nerviosa porque estaba segura pero sentía miedo por el potencial dolor que iba a sentir, yo que tengo menos resistencia que un bebé recién nacido. Estaba un poco asustada, sí.

Me tatuó Alex, un hombre calvo, musculoso, blanco y no-español por el acento. Me dijo que me echara y que no me iba a doler nada. No le creí, pero ya estaba ahí. Me calcó la palabra y a los dos segundos empezó el tssss de la pistolita, se me encogió el un poco el corazón y sentí la aguja en mi piel. Me dolió un poco, sobre todo cuando se quedaba en un solo lugar repasando la forma. Pero no fue, definitivamente, el dolor indescriptible que yo esperaba.


15 minutos después de haber estado echada, ya tenía el tatuaje que había soñado. Yo temía  verlo y que no me guste pero felizmente no fue así. Es más, mis dos primeras palabras fueron: me encanta. ''Tiempo'' fue lo que elegí. Porque es lo que me ha ayudado a estar tranquila, a estar mejor. ''Temps'' porque significa lo mismo en catalán, lengua en España que ha sido mi casa estos cuatro meses y en francés, porque la única vez que fui a París, confirmé que es la ciudad más hermosa del mundo y un sueño hecho realidad.

Si lo seguía pensando, no lo iba a hacer nunca. Pasa con el tatuaje, pasa con todo No me arrepiento y sé que cada vez que que lo vea, en alguna situación triste o difícil, recordaré que eso, el ''tiempo'' es lo que nos curará a todos, que todo pasa, que el tiempo es lo mejor que tenemos. 





''Camino por Madrid en tu compañía,
Mi mano en tu cintura,
Copiando a tu mano en la cintura mía.
A paso lento, como bostezando,
Como quién besa el barrio al irlo pisando,
Como quién sabe que cuenta con la tarde entera,
Sin nada más que hacer que acariciar aceras.
Y sin planearlo tú acaso,
Como quién sin quererlo va y lo hace,
Te vi cambiar tu paso,
Hasta ponerlo en fase,
En la misma fase que mi propio paso''