27 de diciembre de 2012

De vez en cuando en la noche


Siempre me he sentido orgullosa de decir que soy noctámbula. Pero no ''bohemiamente'' hablando. Es decir, me gusta la noche: me gusta quedarme despierta sin poder dormir y ver cómo es que amanece y el cambio de colores en el cielo.

Pero a veces no todo es tan rutinario como eso y pasan cosas que no esperas, pasan cosas que no te gustan y que no esperas.

Estaba yo echada en la cama en el cuarto de mis papás viendo videos de Pimpinela, deseando apellidarme ''Galán'' por 5 minutos y el teléfono de mi casa sonó. Mi mamá, que estaba echada a mi lado, contesto y un gesto que se me hacía familiar apareció. Casi adivinaba lo que estaba pasando: mi abuela estaba mal.

Mi padrino me ha dicho muchas veces que debemos acostumbrarnos a esto porque claro, ella no tiene 30 años. Pero la verdad es que nunca podré estar tranquila si sé que algo, lo que  sea,   le duele, le incomoda, le molesta o la tiene pensando demasiado. Eso. Porque ella piensa mucho, igual que yo, y se preocupa. Su mente, como la mía, es tan fuerte que su físico se afecta.

Entonces mi mamá se pone nerviosa, intenta calmarse pero no lo consigue, le dice a mi papá que la tienen que llevar a la clínica. Me ofrezco a acompañarla.

Salimos hasta su casa y ahí esta ella: adormecida en su cama por las pastillas, con un temple extraordinario y tratando de convencernos a todos de que esta perfecta, que no nos preocupemos. Lo último que hacemos es hacerle caso porque la amamos. Finalmente, la llevamos a la clínica.

Llegamos y la dirigen inmediatamente a Emergencias donde están una chica que, según mi propio criterio y diagnóstico podía estar a punto de ser operada del apéndice y un hombre con un fuerte dolor de cadera. A ella la echan y es momento de ponerle suero. Las agujas siempre me han dado miedo e intento no mirar.

Pero unos segundos después la curiosidad me vence y acerco un poco la mirada. Veo como mi abuela sufre de dolor porque no pueden encontrarle la vena y sólo ver su cara me hace llorar. No puedo imaginar que algo, por pequeño que sea, pueda herirla. No lo tolero.

Salgo del cuarto y voy donde mi padrino, que está sentado porque aunque no le guste que lo diga, es más cobarde que yo. O tal vez tan sensible como yo y no puede siquiera acercarse.

Regreso a Emergencias. Veo a mi abuela más adormecida, con el semblante cansado, con sueño y me da rabia. Me da rabia que cualquier persona la vea así y no la vea feliz, sonriente, bailarina y buena onda como es siempre. Es como si fuera otra persona y no me gusta. No es ella.

Después de estar en la clínica unas 3 horas, nos dicen que podemos regresar a casa. La arropamos bien y la subimos al auto. Tranquilidad y un poco de risas mientras escuchamos Radio Mágica y mi mamá se duerme en el hombro de su madre.

Cuando llegamos, es mi abuelo, Tuto, quien abre la puerta y confirmo algo: él está absolutamente enamorado de ella, la ama y jamás podrá vivir sin ella. A pesar de esa apariencia tan rígida, dura y tan ''Tuto'', es más dulce que un kiwi si ella se pone mal.

La dejamos y nos vamos. Camino a mi casa pienso: qué suerte tenemos de poder llevar a mi abuela a una clínica con todas las comodidades y qué injustas pueden ser otras situaciones en las que tal vez una señora de la edad o mayor que mi abuela, está rogando ser aunque sea puesta en el piso de un hospital del Estado.

Pienso en eso y se me revuelve el estómago. Pienso que con mi abuela, como con todos los ancianos, la vida es cuestión de segundos, de decisiones rápidas, de determinación, que un dolor de brazo puede significar, unos minutos más tarde, menos aire en el mundo, que son tan frágiles ahora como lo seremos todos después,

Pienso que todos y más aún ellos, mi abuela y sus ''colegas'' merecen que un hospital, un servicio público, privado o lo que sea se haga de la mejor manera, merecen un gesto, una sonrisa, una atención digna. Merecen el trato más inmaculado y prolijo porque están, tal vez por estadística, un poquito más cerca al cielo, pero sin dejar, por supuesto, de ser humanos, de ser personas con derechos con la única desventaja de la experiencia y los pasos lentos.



''Caminante, son tus huellas el camino''


20 de diciembre de 2012

Finite Incantatem

Me gusta que todos hablen del fin del mundo. Tal vez porque mientras más bromas se hacen al respecto, menos conscientes somos de lo que significaría un escenario en las magnitudes que se especulan. Cuánta desgracia, desolación, desesperación y sobre todo, el aferrarse. Pero tal vez sea así nomas, como una disolución automática, un apagado de luces directo y sin dolor. Yo, la verdad, lo preferiría así. Para que al menos cuando todo haya acabado, no existan más desigualdades porque todos, absolutamente todos, habremos terminado.

Pero, ¿cómo podemos atrevernos a hablar de algo semejante y con tan poca precisión? o es que, en verdad, lo que queremos es que se acaben las cuatro paredes en que vivimos, algunos con más otros con menos pero que, después de todo, nos toca compartir. Este mundo. Me parece que lo que cada uno quiere, quizás, es que se acabe cierta parte de lo que se da por conocido, dejar muy atrás, en la absoluta destrucción, lo que vemos, somos y tenemos todos los días.

Qué intrépido. A mí, por ejemplo, me entran ganas de que de repente, todo desaparezca: todo lo que conozco, lo que me hizo mal, lo que me hizo bien, mi cuerpo, su cuerpo, las historias y mi cerebro, porque así será más fácil todo, al menos en el segundo en que todo se esfume, después nadie sabe lo que habrá, lo que no habrá.

Es desplazar una etapa y mudarse a otra, descartar una forma y tomar alternativas. Es lo que acaba y lo que viene después, ¿acaso no entienden? todos hemos tenido un fin del mundo, fin del tuyo, fin del mío. Y tal vez la incertidumbre de lo que es desconocido es lo que nos lleva a desearlo.

Yo no deseé mi fin del mundo. Pero algo me decía que se aceraba. Mi fin del mundo sí fue este año y sin embargo, aquí sigo. Mi mundo de antes ya no.

Antiguamente, en mi otra era, tenía a alguien y hoy ya no lo tengo. En la otra vida, hacia cosas que ahora ya no hago, creía cosas que gracias al derrumbe ya no creo. Ahora supongo otras. Pero es difícil levantarse después de la colisión. Es muy difícil. Por eso dije que prefiero un apagón general.

Todos hemos tenido un fin del mundo, ¿sino de que aprendemos? ¿Todo sigue siendo igual para todos? el mío fue este año y no me gustó. Más que nada por el hecho de empezar desde los escombros. Siempre que cambie nuestra modo de caminar, de vivir, de pensar y de tener, nuestro mundo, tal vez uno más pequeño, ha cambiado. No sé. Me parece.



''Es que nadie nace sabiendo
que morir también es ley de vida''




13 de diciembre de 2012

Serrat me besó


El año pasado cancelaron el concierto que iba dar Joan Manuel Serrat en Lima. Yo tenia la primera fila y cuando me enteré, comencé a llorar desconsolada porque pensé que tal vez era imposible que regrese después del desplante que la hicieron horas después que Susana Villarán lo había condecorado en la Municipalidad. Yo quería verlo.

Pero las cosas jamas son como uno piensa y eso es en serio: este año, anunciaron que venia Serrat a dar un concierto pero con Joaquín Sabina. Yo, de verdad, hubiese preferido que venga solo pero de todas maneras tenia la oportunidad de verlo.

El día que iban a salir las entradas a la venta, a mi me tocaba hacer una entrevista en el estudio de la universidad. Por eso ni bien terminé, llamé a Teleticket a preguntar si, efectivamente, las entradas ya se estaban vendiendo. Me dijeron que sí, que empezaron a venderlas 1 hora antes. Corrí  empujé a las personas, tomé un carro y fui al Wong de Chacarilla.

Pero cuando llegué al stand de Teleticket, me di cuenta que me faltaban 20 soles del total que costaba la entrada. Me quería morir porque la primera fila en la zona central aún estaba vacía  Llamé a mi mamá y después de putearme aceptó ir a Wong a darme lo que me faltaba porque yo no tenía más. En todo el tiempo que mi mamá demoró en llegar, toda la zona central de la primera fila ya se había acabado. Pero la zona lateral estaba libre y aunque no era lo que quería, me pareció bien. De todas maneras estaría cerca. Después de ese día  guarde mi entrada y no pensé en el concierto hasta la misma semana en que pasaría porque no podía creerlo.

El dia que fue el 5 de diciembre, esta en el video que está más abajo y que invito a que vean. No se trata de una canción filmada en el concierto nada más, es una recopilación desde que empezó ese día que para mi fue uno de los más raros de mi vida. Pero cumplí un sueño: ver a Serrat. Por lo menos a unos 10 metros o un poquito más. Ah, algo que no se ve en el video es el beso que Serrat me mandó desde el escenario cuando vio mi polo (decía: Serrat, eres único  y lo hizo después que Sabina me viera primero, me reclamara desde el escenario por qué no tenía nada para él y el mismo llamó al Nano para que me viera.

Mención a parte: El día después del concierto de Serrat fue el concierto de Pimpinela, al que también fui solo que esta vez en la quinta fila (mi lema: a un concierto hay que ir cerca, sino no se disfruta) ahora: ¿Qué es Pimpinela? Para aquellos que no saben, los ilustro. ¿Alguna vez escucharon una canción que en cierta parte decía: olvídate todo tu para eso tienes experiencia? Bueno, no es tan cómico  Es una canción hecha por dos hermanos argentinos llamados Lucía y Joaquín Galán. Para todos, un consejo: no se queden con lo único que se les muestra. Así como Calle 13 no es sólo Atrévete  Pimpinela no sólo es esa canción, tiene muy buenas y de verdad, confieso que la energía en ese concierto fue mucho mejor a la del concierto de Serrat y Sabina, la gente estaba loca, todos cantaban las canciones, buena onda, todas las edades, etc. Fue un concierto muy bueno. Y, como empezaré a hacer costumbre (espero) también fui con un polo que pongo aquí al lado y como estaba cerca, Lucía Galán lo vio y me mandó otro beso. Fui feliz.

Solo fue una mención. Me gustaría que vean el video del 5 de Diciembre de 2012, el día en un sueño se cumplió, porque los milagros o al menos los empresarios que trajeron a Serrat, existen.

Una hurra por el Nano y otra por los geniales Pimpinela.


He aquí el video.







Y aquí, uno de los Pimpinela.



6 de diciembre de 2012

De vez en cuando la vida y casi la muerte


La luz que entra por la ventana casi la ciega y mientras intenta cubrirse los ojos con su mano derecha, reconoce lo tétrico de ese lugar: el polvo, el olor, la vista, los colores de la habitación.  No hay flores a su costado, tampoco un teléfono, sólo una absurda división entre ella y alguien igual o peor.

Habiendo logrado distraer al sol y a la empeñosa luz que la torturaba, comienza a preocuparse por esas 4 personas que la esperan. Pero no piensa en ella, jamás ha pensado en ella.

Entonces, como es su método, canaliza todas sus preocupaciones y las tiende en un punto fijo a donde ella se dirige con sus ojos y el cuerpo en horizontal, frunce el ceño y le brotan gestos de dolor en todo el rostro. Pero no llora.

Sus párpados son las persianas que la ventana del costado no tiene. Y van cayendo, entrando en ese curioso trance en que nos introducimos todos cuando estamos entre dormidos y despiertos. Estando profundamente dormidos pero a la expectativa de abrir los ojos al menor sonido o movimiento de una pelusa.  Su cabeza está inclinada sobre la almohada y ella al borde, como siempre. Decide dejarse ir y empezar a dormir.

Pero dos personas con batas percudidas se acercan. Edna abre un poco los ojos hasta que puede ver a dos borrosos hombres con esas mismas batas percudidas que la miran con resignación, como un perro al borde del sacrificio, como cualquier cosa, como un descartable inminente.

No había mucho por hacer y así, con el desprecio que caracteriza a lo público en este país, ambos señores mandaron a Edna a su casa. Una patraña disfrazada. Que muera en su casa, que en esas cuatro paredes las oportunidades se anulan, que una vida no vale un esfuerzo.
Así, Edna regresó a su casa al lado de sus hijos, su esposo y su hermana, aquellos que tal vez si creían en posibilidades. Dos hijos adolescentes, un esposo casi ausente, una hermana enferma. Su vida, sus ganas. No quería regresar a aquel cubo de hielo que había prometido ser su salvación, de ese lugar se salía, irónicamente, si querías vivir.

Edna no quiso volver y cumplió. De ella jamás nadie se ocupó demasiado y si se iba envenenando más o no, aquello terminaría siendo una pena más de esas que tanto guarda. Nunca supo más. Pero semanas después, ya no de día sino de noche, estando Edna acostada, vislumbró una figura inmaculada, intocable, divina: una virgen. Su nombre: Fátima. Una mujer de piel fosforescente que se lanzó sobre ella atosigándola de tranquilidad y alivio. Edna gritó con lágrimas en los ojos. ¡Jassiel! ¡Jassiel! Le gritaba a su hijo, que corriendo llegó hasta su madre y la vio acostada, al borde como siempre, siempre al borde con los abrazos abiertos y con apariencia de haber recibido un gran peso sobre ella.


Un milagro, coacción de la mente, un sueño, destino o azar. Edna no regresó más a ese tétrico lugar, a ese in-hospital y aquel cáncer salió de su cuerpo por ese momento y para siempre.
Lo que sea que haya pasado, pasó.




"Si en el firmamento poder yo tuviera, 
esta noche negra lo mismo que un pozo, 
con un cuchillito de luna lunera, 
cortaría los hierros de tu calabozo. 
Si yo fuera reina de la luz del día, 
del viento y del mar, 
cordeles de esclava yo me ceñiría 
por tu libertad"