10 de mayo de 2012

Todo sobre mis madres


 No sé como empezar esto sin caer en el lugar común que es lo más fácil. No sé como no decir que el día de la madre no debería ser solo un día sino todos los días. Pero las madres son madres todos los días, no solo este domingo. O sea, que hay que homenajearlas todos los días. ¿Ven? Ya caí en lo más común y he puesto la palabra "día" 4 veces en tres renglones. Es que cuando se trata de las madres todos decimos lo mismo. Parece que no nos da la imaginación. A mi me no me da. Y creo que es porque todos hablamos de LA madre como si fuera un ente único y no diferenciado… como generalizando, algo así.

Por eso creo que este post no servirá demasiado como un escrito para que alguien se identifique por la siguiente razón: este post es con el que yo me identifico y nadie más. Tal vez mi hermano. Aunque es probable que no. Ni siquiera el la concibe ni la ve como yo, ni yo como la ve el. Hablaré de mi madre. Todo sobre mi madre.

No sé como ha sido de niña. Solo tengo algunos borradores de lo que según me han contado, ha sido una parte de su infancia. Sé que Marita, mi mamá, asustaba a su hermano (mi padrino) cada vez que podía y que con esa astucia que hasta ahora noto, no dudaba en cambiar las notas de su libreta. Matemática, tal vez. Ahí nos parecemos. Sé, también, que odiaba con todas sus fuerzas a su tío "el seco", un personaje divertido, me imagino, que se llevaba a Tuto (mi abuelo) a tomar unas cervezas. Cómo nos vamos pareciendo. Sé que terminó el colegio en el año 81. Sé que era tan pesada con mi abuela como lo soy yo con ella ahora.

De su adolescencia sé muy poco. Cada vez que podía y que la dejaban, se iba a Arequipa con aquellos primos que, hasta el día de hoy, trata como sus hermanos. Parecía que ahí, en La Republica Independiente de Arequipa, podía sentir la libertad que en Lima no. Siempre que me habla de eso la siento feliz y plena. Me cuenta sus anécdotas con tanta precisión que siento que cada vez que cierra los ojos y dice algo, se transporta a esa época. Me ha contado demasiadas historias pero recuerdo sólo algunas: la torticolis de la tía Lula, la elección de la Más Más, los almuerzos en la casa de la tía Delia y el tío Carlos, la pérdida de mi tía Carmen, etc.

Si de su adolescencia sabía poco, de su adultez en la universidad se mucho menos. Es como si guardara con recelo esa época. Debe ser la frustración. Mi madre tuvo que pasar por la terrible experiencia de estudiar algo que no había elegido. Algo de lo que hasta el día de hoy se arrepiente. Debe ser por eso que cuando le dije que quería estudiar Periodismo no dudo ni un solo instante en felicitarme, apoyarme y animarme. Sé, por fotos, que mi mamá era tan flaca que casi ni se le notaban los hombros, tenía una mirada tan bonita, el pelo negro y una sonrisa que que se parece a la mía. No sé, todavía, cómo conoció a mi papá. Pero he visto fotos de ellos juntos cuando eran enamorados y no diré que lucían como la pareja perfecta. No creo que hayan sido una pareja perfecta. Me imagino que debe haber sido difícil tolerar a alguien como mi madre y lo mismo al revés. Pero se querían y se quieren. Lo veo todos los días.

Mi mamá es mamá hace casi 20 años. Yo fui la primera de dos. La conozco muy poquito tiempo, sólo la mitad de su vida. Es injusto. Sé que debe haber sido como yo cuando era más joven. Me hubiera encantado conocerla cuando era niña o adolescente, aunque eso es fisiológicamente imposible. Creo que estoy en una posición muy difícil escribiendo esto porque todo parece demasiado ideal. Pero no lo es. Mi mamá y yo nos peleamos las 26 horas del día y los 9 días de la semana. Discutimos por cualquier cosa. Por todo y por nada. Pero la respuesta es tan clásica que es obvia: somos iguales. Las dos tenemos ese toque de malicia que hace que nos entendamos tanto. Las dos nos guardamos muchas cosas dentro pero cuando nos hace falta decirlas, las contamos sin tapujos ni restricciones. Somos impulsivas, nos indignamos fácilmente. Somos nerviosas e impacientes. Somos chatas como nosotras solas. Tenemos las mismas enormes orejas. Son demasiadas cosas.

Es justo, también, que haga un espacio para hablar de mis otras madres. Mis dos abuelas. A una no la veo mucho porque vive en otro país. Pero cada vez que viene siento la sinceridad con la que me habla. Aquella barrera que hay entre los dos porque no nos vemos solo se derrumbó una vez mientras nos abrazamos por la muerte de mi abuelo. La distancia ha construido una nueva barrera. Sé que me parezco a ella en los ojos, que es la madre de mi papá y que es responsable de todo lo que él es ahora. Feliz día porque eres valiente, porque criaste 10 hijos con todo el amor del mundo, porque fuiste y eres la enamorada eterna de Gabriel, mi abuelo, que estoy segura sigue suspirando por ti ahí arriba en el cielo, el único lugar donde él podría estar por ser una persona tan noble y buena.

Y debo hablar, sin duda, de mi otra abuela. Es raro decirle abuela porque jamás le he dicho así. Ella es mi mami: cada día más chiquita y más tierna. Mi compañera de las tardes, de los lonches. Ella es un ser bueno, un ser sin maldad. La amo tanto que no puedo imaginarme sin ella a mi lado. Quisiera que vea lo que logro o lo que intento lograr. Quisiera que conozca a mis hijos (si los tengo) o que este en mi boda (si me caso). Pero sé que el verla ser tan dedicada me va transformando y me convertirá en una buena persona en algunos años. De algún u otro modo, siempre estará en mí. Mami, lo único que puedo decirte es que a ti te amo sin ninguna condición, que tú y Tuto son mi mundo y mi razón. Tú eres la madre de quien te lo pida. Eres el  ángel menos dos alas que teje y que con una dulce fruncida de ceño se enoja si le decimos que no haga esfuerzos. Entiéndenos, mami, si a ti te pasa algo el núcleo de todo se cae. Todo se desmorona, eres nuestra pilastra.

A pesar de no ser mamá, debo hablar de Nati, mi tía. Ella falleció hace 5 años y dejó un espacio enorme en la casa de mis abuelos, donde ya no se sienten más sus pasos perdidos y esa risa que, con suerte, lográbamos sacarle. Yo no creo que haya estado enferma. Creo que estaba calladita y quieta porque así podía vernos mejor, observarnos más de cerca. La menciono porque es una de las mujeres más importantes en mi vida y la que también tuvo un papel de mamá. Ella me regalaba sobres de leche en polvo en todos mis cumpleaños porque sabía que me encantaba. Esos siempre serán los mejores regalos. Feliz día, donde estés, porque me amaste y nos amaste como una madre y como un ángel guardián.

Pero creo que es el momento de dirigirme a ti, mamá, que se me que me lees y que eres mi más ferviente fan. Feliz día a ti por ser madre y disculpas por la hija que soy a veces. Sé que por tu carácter y tu fuerza, no solo eres mi madre. Eres la madre de mi hermano, de mi tío, de mi papá y sobre todo, de mis abuelos. Eres contadora, party planner, psicóloga, doctora, cocinera, enfermera y le das solución a toda clase de problemas, en especial los que no son tuyos. Pero, sobre todo, eres Marita, la única. Si, la única. La única que manda mensajes de texto cada 2 minutos y los reenvia por si no los leo. La única que se pone nerviosa cuando suena el teléfono porque es demasiado acelerada. La que me dice que con el pelo mojado no se sale, que no como nada, que debo tener anemia, la que me acompaña a cualquier lugar y sin ninguna condición. La que dice que no hará ningún favor pero que a escondidas ya lo hizo y lo resolvió. Eres absolutamente todo.

Hace poco más de un mes, has sido testigo de algo que no me hubiese gustado jamás que presencies y veas. Has vivido y sigues viviendo todos mis momentos, mis llantos, mi depresión, mis dudas y mi tristeza. Has estado conmigo sin reclamarme nada. Me has aconsejado a ciegas porque sabes que hay cosas que tengo que pasar. Sabes que hay cosas que son inevitables. Peleas y sigues peleando por mí. "Todo pasa, todo siempre pasa" es lo que siempre me dices y es la frase que siempre me recuerda a ti. Gracias por ayudarme a fortalecerme, porque sin ti no podría hacer ni ser nada. Gracias por tu sonrisa, tus chistes, tus bromas. Gracias por tus gritos, tus reclamos, tus reprimendas. Gracias por ser una heroína. Gracias por amar tanto a nuestra familia. Gracias por tus desayunos, almuerzos y cenas. Gracias por las sopas ajinomen en la madrugada. Gracias por ser "la reina de la automedicación" porque me has evitado una y mil alergias. Gracias por la paciencia, por el aguante. Gracias porque me hiciste vivir y me haces vivir todos los días. Porque sin ti simplemente no sé quien soy. Porque quiero ser como tú. Porque eres el mejor ser humano. Porque eres mi madre.


''Ella es mucho más que amiga mía
Se parece más a mi que el mismo yo

Ella no hace nada más ni nada menos
que quererme exactamente como soy''




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