16 de mayo de 2013

Verborrea

Hay palabras y oraciones que no hacen ni logran nada quedándose en nuestra cabeza. Lo único que generan es complicación porque colisionan con aquellos otros pensamientos que buscan impedir la verborrea: el torrente de palabras.

Pero nunca es bueno decir todo. Hay que ser astutos y meticulosos. Tal vez las mujeres somos un poco más (o bastante más) minuciosas y si, intentamos decir todo pero en compresión. No tengo muy claro si la verborrea es lo ideal así que siempre hay que guardar un poco. Pero quedarte con palabras y ganas, no. Eso es peor.

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A una chica le gusta un chico. Pero las probabilidades de que a él le guste ella son de 0,0001 entre 238292202292 (o más). Ella lo ha visto dos veces a la semana durante poco más de tres meses. Lo ha visto más o menos dos horas y media cada día. Él es raro. Ella está deprimida. Pero los días que lo ve, al menos por esas horas, sólo se concentra en él. Han tenido algunas conversaciones a causa de la depresión de ella. Todo infortunio esconde alguna ventaja, dice Serrat. Hasta la ayudó a incorporarse cuando casi se desvanece. Pero las circunstancias, muchas veces, no dicen nada A ella le preocupaba que en poco ya no iba a verlo más. Él sólo la miraba para asegurarse que no se desmayara o llore. La chica confirmó que él le gustaba y planeaba no decírselo jamás. Además, aún quedaban unos días. Ok, ya no quedaban tantos. Ella lo decidió ese mismo día: 28 de junio de 2012 (la chica tiene una memoria envidiable). Y le dijo a él: No te molestes, pero me gustas… mucho. Para eso, ella había considerado tres posibles escenarios:

Escenario 1: Que él le diga: Tú también me gustas. Me gustaste desde el primer momento en que te vi. (Literalmente imposible).

Escenario 2: Que él le diga: ¿Cómo crees que me voy a fijar en ti? (Probable. Pero políticamente incorrecto).

Escenario 3: Que él le diga: ¿Cómo vas a decirme una cosa así? Por favor, te pido que te vayas. (Probable. Muy probable).

Él escenario fue el 9 ¾. O sea, uno que no existía. Él le dijo que estaba sorprendido. Pero que no era adecuado. Lo dijo con una sonrisa tan bonita y sagaz que más bien decía: No creas nada de lo que te estoy diciendo. Se despidieron con un beso (inserté aquí el adjetivo o tipo de beso que usted prefiera). Ella dio todo por zanjado. ¿Había sentido vergüenza?  Sí. ¿Había hecho algo que nunca en su vida había hecho? Sí. Pero ella no esperaba nada porque esperar algo era simplemente una idea surrealista. Así que se fue. Un día después, recibió un mail casi corporativo.

De: sjsjeajajaminsjslaajijao. 
Para: wjwslhsshuscshsiaja.



Tal vez habría que vernos.


Y así fue.


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Lo importante fue todo lo que está más allá de la vergüenza. Ella se sintió fuerte, sintió que nada podía detenerla y que era capaz de cualquier cosa. Hay que pensar siempre en el costo-beneficio. Si ella no arriesgaba, no ganaba. Y fue un riesgo. Su respuesta pudo ser cualquiera. Pero aun poniéndonos en el peor escenario: el dos (rechazo total) o el 3 (indignación), habría tenido una respuesta, que es mejor que no tenerla, que es mejor que preguntarse todos los días: ¿qué hubiese pasado si le decía?...

Por eso, quisiera decirles a las chicas que leen esto (porque soy una chica y más o menos entiendo el código) que no se callen. El hecho que seamos nosotras las que se lo digamos a un chico no nos hace menos mujeres. Al contrario, hasta podríamos sentirnos mucho más felices de serlo. No hay que pensar mucho. Si lo piensas, no lo harás, sólo perseguirás tu cola. No esperemos más que respuestas. Nada asegura lo que pueda pasar. Pero uno no sabe hasta que sabe. 



"I was taking a walk, when I saw you pass by
I thought I saw you looking my way, so I thought I’d give you a try
When I saw you smile, I saw a dream come true
So I asked you, maybe, baby what you gonna do?"


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''Detrás está la gente''