14 de junio de 2012

El hombre que es para siempre

¿Cuánto puede influenciarnos la figura de un padre? Mejor dicho, ¿cuánto puede influenciarnos nuestro papá? No importa si nos dicen que "no tenemos" uno o cuán distante está, lo especial es que todos, sean como sean, nos ayudan a formarnos, a ser lo que somos. Independientemente de la figura materna, la siempre inmaculada y engreída por los medios, a los padres siempre nos lo presentan como una persona o un personaje racional y equilibrado, no tan emocional como una madre. Pero puede ser al revés. Hay de todo. En mi caso, creo que si bien a veces mi papá se deja llevar por alguna que otra emoción que lo ataca, él ha sido en muchos acontecimientos de mi vida, el más racional de los dos, el más diplomático y "rey salomón".

Un padre es el primer boceto que tenemos de lo que es un hombre. Sin embargo, no es el único. Hay uno que otro molde y ensayo más. Siempre hay. En todo caso, las palabras asociadas que inconscientemente tenemos de lo que es ser un padre, ya sea por nosotros mismos, por la publicidad o cualquier otra cosa, pueden ser: protección, seguridad, fortaleza, distancia adecuada, respeto, admiración y, por ahí, amistad. ¿Quiénes son los hombres de nuestras vidas? Tal vez los que tenemos cerca, los que encajan en todas esas características que un padre, un ser protector y compañero puede ser. Por eso no hay uno solo. Yo no tengo uno solo.

Mi padrino. Es rarísimo decirle padrino. Incluso, decirle tío. Muchas veces me gustaría llamarlo por su nombre… porque a los amigos se les llama por su nombre ¿no? Él fue mi primer amigo. No era mi papá, ni mi abuelo, era una persona mucho más subjetiva. Por el, conozco a todo lo que hoy hace que yo sea Lucia. Por el, sé quién es Sabina, sé quién es Drexler, sé quién es Charly, sé quién es Calamaro. Por el me gusta leer. Por el me gusta ir a conciertos. Por el, que vivió la bohemia y la adrenalina al máximo. A él, el estudiante de economía que no fue. El que vendió atún puerta por puerta y que fue brutalmente golpeado cuando intento ser el héroe de Salamanca. Lo que pasa es que él es más héroe de lo que cree, es mejor de lo que cree. Por ahora, parece que la política lo apasiona. A mí, y siempre se lo digo, me parece horrorosa. Desde chiquita vivo de cerca lo inestable y atroz que puede ser entrar y vivir en un mundo así. Por suerte, lo tienen a él, que le esperan cosas grandiosas y que es el mejor. Tío, sé que quieres verme crecer fuerte y fortalecida, que sueñas que sea una mujer independiente, preparada y, sobre todo, periodista. Sé que discrepamos en millones de cosas, que discutimos muy seguido y que los dos nos hemos portado mal. Pero también estoy segura que te admiro, que eres una de las pocas personas que conozco que auténticamente se ríe de sus propios problemas, se los pone al hombro y vive feliz. Cómo si la vida fuera tan fácil como arrastrar un carrito sanguchero. No eres mi padre, pero eres uno de los hombres de mi vida, una de las razones de mi vida. Eres tú y eres único, cholito. Say no more.

Mi abuelo Gabriel. Mi ángel. El rey "cachivachero" y de los restaurantes de dudosa reputación. Hace tres años que partió a otro reino, un reino seguramente mejor que el que tenemos por aquí. Él es el padre de mi padre y el mio también. Es probable que lo distante de mi relación con él me haga arrepentir ahora que no está. Pero hay algo que me parece justo decir. Nadie nunca podrá entender ni reconocer, seguramente, el profundo amor que le tenía y le tengo. Tengo muchos recuerdos de sus sonrisas y enojos. Tengo impregnados en la memoria muchos de sus gestos. Siempre que pienso en el, pienso en una tarde con sol, allí en la casa, lo imagino a él sentado en el sofá debajo de la ventana, escuchando música, con las piernas recostadas en alguna silla con sus lentes grandes y poderosos, con su clásica y reconocible gorrita. ¿Nos jugamos un sapito? ¿Tal vez cartas? O, tal vez, ¿comemos un encurtido?  No sé. Son algunas de las cosas que prometo le diré cuando nos encontremos, cuando estemos juntos alguna otra vez. Toda la felicidad de sus cumpleaños, de las fiestas, toda esa alegría comprimida en una persona, en un ángel. Hola, donde quiera que estés, feliz día del padre, tu que eres más padre que cualquiera, más querubín y ser celestial que los que aparecen en los cuadros de las iglesias.

Tuto. ¿Qué puedo decir? ¿Qué puedo decir que no se resuma con solo decir "tuto"? Jodido, renegón, terco, intolerante, sobreprotector, pesimista (no, él dice que es realista) y, sobre todo, arequipeño. A el, la vida le valen dos o tres cominos, él vive nomás. ¡Que se vayan al diablo! ¡Que no "freguen"! Él es Tuto y solo hay uno, carajo. Lo siento, tenía que decir su palabra favorita. Pero yo voy a decir algo más. Detrás de toda esa imagen dura y a veces insoportablemente semejante a la de Herr Hitler, existe todo un tierno y encantador personaje. Aquel que aún ahora, teniendo casi veinte años, me dice que me cuide de los perros en la calle. El hombre que me dice: "cuídate, hija, no puedo dormir pensando como regresas de la universidad", el que llama a ver si estoy, el que cree que paro "todo el día en la calle". A veces no entiendo por qué tanta sobreprotección, es que debe ser que no me imagino el amor que me tiene. Tuto, tu tampoco te imaginas el amor que te tengo. Hay veces, porque es inevitable, que me imagino sin ti y simplemente no puedo respirar, se me cierra el pecho, siento que me falta todo. Creo que nunca podrás saber cuanto es que puedo quererte y adorarte. Pero lo que puedo asegurarte es que seré tu compañera siempre, que no tolero que alguien te ataque o te critique por cómo eres. Nadie sabe nada de ti, solo yo. Y sí, siento que es muy egoísta decir eso, pero así es el amor de loco. Loco como tú. Por todas las conversaciones, los lonches, los adobos y las peleas que tendremos juntos, ¡feliz día! Al papá más Tuto, al Tuto más papá.

Ahora sí. Mi sangre más cercana, mi creador, mi papá. Bueno, mi papá se llama Juan. Un nombre común para una persona no sólo fuera de lo común, sino rara. Nunca se lo he dicho pero mi papá es una persona extraña. Es increíble. Dice cosas que no hace y hace cosas que no dice. Por mi padre también soy lo que soy. La música, en especial. Ese elemento que a los dos nos vitaliza y nos hace levitar. Muchas veces chocamos, nos peleamos. En verdad, la mayoría de las veces. Él se olvida pero yo no. Me resiento, me consiento, me engrío. Soy muy afortunada por tener a alguien que haría cualquier cosa por mí. Yo también haría cualquier cosa por él, a pesar de cualquier cosa y todo lo que nos hemos dicho. Mi papá todavía piensa que salir a cuatro cuadras de mi casa es peligroso, le parece impensable que tome una combi, que salga de noche. Mi papá cree que debería quedarme encerrada en mi casa sin exponerme a ningún peligro. Lo que él no sabe es que el principal peligro que tengo soy yo misma. Ha renegado por verme triste, ha querido pegarle a todo el mundo, ha querido insultar y reclamar. Los dos somos mas o menos impulsivos, un poco irracionales podría decirse, es una manera un poca loca de quererme y defenderme. Pero trato de comprenderlo. Hay que decir, también, que mi papá tiene un sentido del humor perfecto. Es demasiado gracioso, ingenioso, perfeccionista, paciente y a veces, cuando le conviene algo callado. Le encanta verse bien, le apasiona comprar discos y cual quinceañera en tienda de ropa, puede pasarse horas viendo discos en Phantom, su paraíso.  Él es todo y es más. Papá, disculpa por todos los abrazos que alguna vez te negué, hay veces que no entiendo todo lo que puedes significar para mi. Muchas veces no soy la mejor hija, muchas veces pienso que no merezco tanto cariño y amor. Eres mi amigo, mi padre, mi incondicional. No me alcanzan ni las ganas de escribirte ni todas las fuerzas que puedo tener para agradecer todo lo que haces por mi. No lo demuestro ni lo digo tanto como quisiera pero tienes que saber que te amo y te admiro. Amo cómo luchas por nuestra familia y amo la forma en que eres tú, una mezcla de cosas extrañas, bizarras y cosas tan normales, como un padre sobreprotector. Después de todo sigues siendo tú, mi ángel guardián desde hace veinte años. Tan tú, tan Juan, tan like a rolling stone.


''Papá, cuéntame otra vez...''


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