12 de julio de 2012

La nube de Laura



Laura tiene una nube negra. Después de esquivarla tanto, por fin se posó sobre ella. A veces cree que es justo y la carga, se ha vuelto su compañera. Le tocaba. Ya le tocaba. Pero jamás se imaginó lo que sería tenerla ahí todo el tiempo. En todo momento la nube está encima. Y Laura no puede escapar. Tiene la impresión, por momentos, de que se ha ido. Pero no lo ha hecho. Inconscientemente (o tal vez consciente) tiene impregnada a esa nube en sus pensamientos. Y esa nube crea otras nubes y así hasta que se vuelven insoportables y Laura decide engañarlas por un momento e irse a dormir.

Dormir es cuando todo el infierno se retira un momento, se va como siendo vencido. Lo decepcionante es que aún no ha sido derrotado por completo. Es un "alto al fuego" nada más. Después llega todo el remolino y se la lleva. Pero Laura necesita recordar el momento de paz que el sueño le da aunque sea por unas horas. Nada puede hacerle mal mientras es un ser sumiso y dependiente del hecho de poder dormir. Los sueños solo alargan sus ilusiones pero no siente nada. Es así como quiere sentir y sentirse. Sentir nada. Alguna vez deseó quedarse dormida hasta que la nube negra decida dejarla. Hubiese sido todo más fácil. Pero la había esquivado tanto tiempo que cuando por fin la atrapó se volvió imposible refugiarse en el sueño. Después de todo y de tanto, la nube sigue ahí y es hora de despertarse, de caminar con su nueva compañera.

Laura ya no recuerda cuándo fue la última vez que despertó con certezas y con el alivio de tener a alguien a su lado sin estar realmente a su lado. Esa nube le ha quitado la tranquilidad y le va arrebatando poco a poco las sensaciones plenas, esas que se volvieron tan cotidianas hasta hacerse rutina y destruirse a ellas mismas. Laura se incorpora sin tener nada que esperar de ese día más que andar con la agobiante rémora en que se ha convertido su nube negra. Puede, quizás, encontrar refugio en los quehaceres que inevitablemente tiene que realizar. Pero Laura sabe que es cuestión de minutos… horas, tal vez. Pero nada más. En cambio, su nube es una constante.

Pero, ¿qué es esa nube tan despiadada que logra tanto en Laura? Esa nube negra es precisamente la desorientación. El vacío. La tristeza más profundamente egoísta, la que nadie entiende, la que todos subestiman. La decepción. La sensación más miserable. La bala que la toca y la sorprende haciéndola llorar en cualquier momento y lugar, la que la invita a morir por un momento. El miedo. La nube negra que es vivir con el lado faltante, con el abandono. La depresión, la esperanza destrozada por palabras. Todo ello es la nube negra de Laura. Todo ello posado en una cabeza de mente frágil y sensible. Todas esas sensaciones posadas sobre otras sensaciones que van surgiendo. Es abrumador.

Hay que decir, también, que las quejas de Laura no alejarán a la nube. Por el contrario, las quejas son producto de la nube. Todo es derivado y es difícil arrancar la raíz. Laura ya no reza. Nada le funciona, nada alimenta sus expectativas. Es difícil. Es duro, como dice ella. Sin embargo, por momentos parece que hasta la nube negra se agota y se va a buscar otros lugares, porque después de todo, a cualquiera le toca. En esos relámpagos, Laura se siente medianamente feliz y tranquila. Aún necesita a su complemento pero lo toma bien y a lo que venga. De pronto, la nube negra parece darse cuenta de que Laura está intentando salir a flote y la embiste de nuevo para alojarse en su cabeza otra vez, con toda la autoridad que su poder le da. Aquello es lo malo de la más destructiva y profunda tristeza y desolación: te sorprende en cualquier momento. Es un hoyo. No se sale porque sí. Te atrapa con toda la fuerza fría que lleva dentro. Laura está esperando. Espera, más que nada, disposiciones. Las decisiones de su nueva compañera, las de ella y, sobre todo, las de aquel que está del otro lado de la nube negra.



''cuando despierto y voto por el miedo de hoy,
cuando soy lo que soy en un espejo roto,
cuando cierro la casa porque me siento herido,
cuando es tiempo perdido preguntarme qué pasa

sólo puedo pedirte que me esperes
al otro lado de la nube negra,
allá donde no quedan mercaderes
que venden soledades de ginebra''



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''Detrás está la gente''